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TORREÓN, ¡CÓMO VA CAMBIANDO TORREÓN! / iV

(Segunda y última parte)

En estos 50 años de radicar en La Laguna, he visto como el deterioro es cada vez mayor en este edificio y como considero que sus orígenes son tal vez de la década de los cincuenta, considero que es un centro escolar con mucha historia, que ya forma parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad, convendría buscar o construir otros edificios para las secundarias que en ella existen, restaurar, no remodelar el edificio, y hay tantas cosas que en ella pudieran albergarse, empezando por un grandioso museo que diera cabida simplemente a resguardar los recuerdos que seguramente se hayan acumulado a través de todos los años que funcionó como preparatoria que fueran donados por muchos ex alumnos.

Estoy seguro que muchos ex pevecianos donarían con mucho agrado algo que ellos mismos han conservado con tanto celo durante muchos años en el arcón de los recuerdos. De igual forma, por la Calle Juan Pablos, enfrente se encuentran todavía hermosas casonas que datan por lo menos de la década de los cincuenta y que han conservado su arquitectura original. No es por demás recordar el Colegio La Paz, que fue uno de los primeros en construirse y que después de cumplir el centenario de su fundación, es cerrado ante las protestas de cientos de padres de familia que ahí se habían educado y posteriormente allí habían enviado a sus hijos y tal vez a sus nietos, y muy seguramente, también ante las protestas de miles de ex alumnos que ahí habían cursado sus estudios básicos.

Por la prolongación de la Avenida Juárez, se encuentra el Estadio Revolución, un obsequio de aniversario que se hiciera a la ciudad en el período gubernamental de don Nazario Ortiz Garza, aunque en los últimos años, ha sufrido una serie de remodelaciones que ya no es "ni su sombra" de lo que antaño fue.

Más allá de estos emblemáticos edificios, los que ya se venían construyendo, carecían de todo valor arquitectónico que pudiera haber llamado mi atención, a excepción de la Iglesia de San José, que aún se encontraba en construcción y que "pintaba" para ya terminado fuera un hermoso templo religioso y que dada su cercanía, cada domingo, antes del mediodía, acudiéramos muchos de los que nos asistíamos en sus alrededores a escuchar misa.

Muchos años después, supe que en su sótano también se construía un columbario. Ya para ese entonces, se encontraba por la Avenida Bravo el Hospital Infantil, que recuerdo haber visitado en varias ocasiones al estar cursando el primer año de la carrera. Algunos años después, recorriendo calles y avenidas, sobre todo a partir de la Avenida Juárez y Calzada Cuauhtémoc, hasta las calles y avenidas que ya colindaban por el Boulevard Independencia, observaba muy bonitas residencias, muchas de ellas ya desaparecidas, otras, como fue la gran casona de un señor Berlanga, que décadas después donó para que en ella se diera origen al Museo de la Revolución.

Por el Boulevard Revolución hacia el poniente, lo más significativo de mencionar es la Clínica Hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social en su etapa de construcción, y más allá, también en construcción, la Unidad Deportiva a la cual más tarde se le impone el nombre de Braulio Fernández Aguirre, en cuya entrada principal se colocaron los cinco aros emblemáticos de la Olimpiada que precisamente ese año se celebró en la Ciudad de México y que tantos recuerdos dejó en muchos mexicanos.

La Diagonal Reforma ya estaba terminada, precisamente de lo que es del Boulevard Revolución hasta el Boulevard Independencia, pero con muy pocas construcciones, y lo que recuerdo de más allá ubicándonos en la Avenida Juárez, que ya desde la Calzada Cuauhtémoc contaba un amplio camellón donde lucían un buen número de palmas que le daban un toque muy especial a este lugar.

Más allá se alcanzaban a divisar gran número de bodegas, que mucho más tarde supe se les conocía con el nombre de "despepitadoras", donde se guardaban muy seguramente las cosechas del algodón, las cuales antes de convertirlas en pacas, se extraía su semilla para con ella extraer su aceite, y enseguida, siempre hacia el poniente, terrenos agrícolas que ya pertenecían al Ejido California (Continuará…).

"Como un hijo de mi patria creo que es mi deber ayudar a mi ciudad en todos los aspectos con mi asesoramiento y mi trabajo". Nikola Tesla.

  Por: Dr. Leonel Rodríguez R.

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