Para todo hay tiempo, siempre que se sepa usar. De aquí al primero de diciembre se abre un extendido período de cuatro meses que de todos nosotros depende en qué habrá de emplearse o cuál será su utilidad. Y para quién a desde ahora es notable la celeridad con que se van desarrollando los hechos. Contra lo que en otros fines de sexenio ocurría, el presidente de la república se retrae a un discreto papel dejando que la atención pública se centre en la persona del "virtual presidente electo" y éste, a su vez, da reflector a algunos de sus colaboradores que, sin que sea como antes un secreto, serán los que integren su gabinete.
No solo esto. El licenciado López Obrador y sus colaboradores han sido claros y hasta detallados en anunciar las medidas que tienen en mente aplicar llegado el momento de ejercer sus funciones. Todos estamos siendo informados puntualmente de los pasos que se darán para poner en marcha la cuarta revolución que le espera a la Patria. Algunos de éstos son de gran trascendencia mientras que otros no tienen más sentido que hacer efectiva algunas decisiones que jamás pasaron del papel.
Reformulación del TLCAN, consulta sobre la revocación del mandato presidencial, nueva reforma educativa, ajustes al régimen de licitaciones petroleras, vigilantes de gastos en los estados, concesionar al nuevo aeropuerto, recortes a remuneraciones a funcionarios, eliminación de prebendas a los partidos políticos, distribución de las secretarias de estado en las entidades federales, otros tipos de familia tradicional, muerte asistida, liberación de producción y venta de drogas, eliminación de las guardias presidenciales y la lista sigue larga.
Entre estas propuestas de campaña algunas son valiosas y oportunas, mientras que otras parecen tener la finalidad de distraer la atención de la ciudadanía de asuntos de mucho más relieve y urgencia y a los que tenemos que enderezar nuestra atención como, por ejemplo, la reforma educativa ligada a la capacitación de nuestra mano de obra.
Es indispensable que el equipo de López Obrador sepa vencer la sensación de suficiencia que creen poseer y con toda sencillez interpreten, con mucho sentido común y sensibilidad, las aspiraciones y las demandas populares que se proponen atender. Esto incluye la humildad de escuchar todas las opiniones y sugerencias que pueden enriquecer sus tareas.
A la ciudadanía, por su parte, le corresponde, precisamente en este mismo lapso, el deber cívico de hacer llegar su voz respecto a su respaldo o desaprobación de las acciones que se anuncian para el próximo gobierno. El asunto es de la mayor importancia, puesto que sólo así hay posibilidad de influir en la realidad que nos espera después de que las fuerzas parlamentarias de que dispone el futuro presidente de la república hayan operado en cumplimiento de las promesas de campaña y las que se hayan añadido.
La necesidad de expresar con claridad y, particularmente, con oportunidad lo que se tenga que opinar o sugerir respecto a cada uno de los programas es más que nunca tarea de la sociedad civil que se comunica con insuperable fluidez por los canales y las redes sociales.
En la inesperada coyuntura política actual la desarticulación en que se encuentran los principales partidos políticos que tradicionalmente han orientado las preferencias del electorado, deja a éste atenido a sus propias luces para reaccionar frente a lo que decida el grupo que dentro de poco ejercerá un poder real cuasi total particularmente a través de su posición mayoritaria en ambas cámaras del Congreso.
Por otra parte, no puede ignorarse que el arrollador triunfo en las urnas de Andrés Manuel López Obrador deja a un muy respetable contingente ciudadano sin voz parlamentariamente efectiva. La única forma en que puede darse a oír esa porción política, por el momento privada de partidos políticos que la respalde, son los ciudadanos que, individualmente o en grupos, hagan llegar a los que preparan el gobierno de AMLO, sus contribuciones a un apagado debate político.
Decía un viejo litigante: No sólo hay que pedir justicia, sino que te la quieran dar…
