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'Tener que convivir...'

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La declaración del gobernador Miguel Riquelme frente a los resultados de las elecciones municipales en Coahuila, que tuvieron lugar el primero de julio, pintan de cuerpo entero el estilo intolerante del mandatario, al que como parte que ha sido del moreirato, hoy le toca recoger los amargos frutos del repudio ciudadano en las urnas.

De acuerdo a información publicada por El Siglo de Torreón, en el marco de la firma de un convenio de participación de los ingresos del teleférico con el alcalde Jorge Zermeño, Riquelme utilizó la expresión "vamos a tener que convivir..." refiriéndose a que ante la derrota del PRI en los municipios más poblados de la entidad a excepción de Saltillo, el régimen que con legitimación cuestionada encabeza, tendrá que "negociar" y "dialogar" con los gobiernos municipales.

En el caso el verbo "tener" no es utilizado por Riquelme con sentido de propiedad o posesión, sino como imperativo que lo condiciona a conducirse de un modo impuesto por las circunstancias, de manera inevitable. En otras palabras, al igual que piensa Jean Paul Sartre, para Riquelme "el infierno son los otros"; no concibe como cosa natural la convivencia política en la diversidad de opiniones o de colores partidistas y en consecuencia, la expresión "vamos a tener que convivir…", tiene un trasfondo de fatalidad incómoda, con la que Riquelme reconoce a regañadientes, que la sopa del despotismo en Coahuila ya se acabó.

Lo cierto es que Riquelme no es un demócrata ni está hecho a las formas de la democracia como estilo de gobierno. Los Moreira en su momento lo trataron como peón y por ello, ha replicado sobre la sociedad ese mismo talante autocrático, antipático y despótico, motivo por el cual entre otras razones, los ciudadanos le pasaron la factura al moreirato y al PRI, en los pasados comicios.

Lo curioso es que después de su derrota, lo que quedó del PRI no da muestras de arrepentimiento ni de propósito de enmienda, como lo prueba el ascenso reciente de Rubén Moreira como secretario general de dicho partido a nivel nacional, que precisamente por impresentable, constituye un acto de congruencia, en el sentido negativo de la expresión.

En efecto, el nombramiento referido implica el reconocimiento del priismo a un exgobernador emanado de las filas del PRI, que es un ejemplo de haber ejercido el cargo con toda la fuerza del saqueo y la disposición ilícita de recursos públicos y se salió con la suya, al imponer un sucesor a modo que le ha servido de tapadera y factor de impunidad. El estilo Moreira constituye un timbre de orgullo priista, frente a lo ocurrido en otros estados como Veracruz, Tamaulipas o Chihuahua, en los que el triunfo de la oposición a nivel local hace dos años, abrió la posibilidad de hacer justicia frente a exgobernadores corruptos, surgidos del tricolor.

Los coahuilenses no aceptamos de Miguel Riquelme una actitud condescendiente y menos de regateo; esperamos que su gobierno gris salga del marasmo en que se encuentra, y cumpla de manera puntual y eficiente con sus funciones, entre las cuales se encuentra la de perseguir los delitos cometidos por los Moreira, en el tema del megarobo y la resultante megadeuda. Exigimos también el respeto que merece la autonomía de los Municipios del Estado en términos de estricta legalidad, lo que incluye entregar en forma de asignaciones presupuestales, el dinero de los impuestos que corresponde a cada municipio.

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