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Lo importante es primero

JULIO FAESLER

Donde no hay harina, dice viejo adagio español, todo es mohína. Lo más importante es que el presunto presidente electo sepa separar lo que es fundamental para el avance de nuestro país de lo que es complementario. Hay temas como la vigencia del Estado de Derecho que son incontrovertiblemente necesarios para la sobrevivencia de la nación, pero además de ellos, dado el estado socioeconómico en que todavía nos encontramos entrados ya casi 20 años al Siglo XXI, es inaplazable atender los factores que resuelvan la pobreza generalizada y la amenazante brecha que separa a los ricos de los pobres.

La solidez social de México depende precisamente de la solución de estas realidades que han sido desatendidas por la insuficiencia de los programas de desarrollo que han estado en marcha durante los últimos treinta o más años. Las declaraciones solidarias de los empresarios son muy oportunas, pero para el avance coordinado del país hay que entender los límites prácticos de las preocupaciones de ese sector de la comunidad mexicana. La dirección de la nave estará en el timonel.

Hay un aspecto de fondo en problemática con que se inicia esta nueva etapa de la historia que el señor López Obrador llama la cuarta revolución. Se trata del atraso de nuestra población medido en su corta capacidad para convertir los amplios recursos naturales que la rodea en progreso y bienestar. El que se esté asignando una importancia principal a la educación hace esperar que en un mediano plazo venzamos nuestras limitaciones actuales y aboquemos en una patria de la que nadie tenga que abandonar para buscar mejores condiciones de vida.

Lo anterior no es solo por razones internas. Las relaciones internacionales que se avecinan serán difíciles, muy especialmente con nuestro vecino al norte. Hay que estar preparados para no seguir dependiendo de otros para atender nuestras necesidades. Tenemos repetidas pruebas de que la administración norteamericana actual está exclusivamente comprometida en hacer valer sus intereses más inmediatos lo que significa que no hay que confiar como hasta ahora en la buena voluntad del gobierno de ese país. La insistencia del presidente norteamericano en despreciar acuerdos multinacionales prefiriendo los bilaterales donde prevalece el fuerte es prueba más que suficiente.

México ha preferido las vías multilaterales procurando similitud de intereses con otros pueblos. El fallido Acuerdo de Libre Comercio Latinoamericano, ALALC, fue anuncio de la evolución natural hacia una comunidad latinoamericana, ahora nuevamente tan necesaria a mediano plazo como fue la Comunidad Económica Europea. Nuestra presencia en organismos internacionales que el presidente Trump descarta es muestra de una profunda diferencia de óptica.

Las relaciones con los Estados Unidos se tensionarán a medida que ese país no resuelva su incapacidad de absorber migrantes. Aunque menos agudo su problema que el de Europa donde convergen ingredientes raciales y religiosos en un angustiante proceso como el de la mezcla de pueblos a la caída del imperio romano. No es menos cierto, empero, que lo reacio de la sociedad norteamericana actual a aceptar a los nuestros, obliga a prever que nuestra población, que en pocos años pasará de los 124 millones actuales a cerca de 150, encuentre su futuro mucho más atractivo en casa y no, por razones de pobreza, estar obligada a realizar sus talentos en tierra ajena.

La prioridad que el futuro presidente López Obrador asigna a la educación es indiscutible. Nuestra capacidad productiva depende de ella. Juntas respaldan el éxito de nuestras relaciones con el mundo.

No cabe duda de que hay varios puntos que son de gran importancia dentro de los que AMLO dicta como estructurales para su programa de gobierno. La producción competitiva y de calidad de los productos que requerimos para el consumo básico y para operar la agricultura y la industria con las que tenemos que ganarnos la vida en los mercados mundiales y la educación que hace realidad esa eficiencia económica, requieren atención urgente del nuevo gobierno.

Es explicable que los que rodean al futuro presidente de México insistan en que se legisle y ponga en ejecución muchos aspectos de índole social que quizás puedan presentarse como muestras de grandes adelantos en fórmulas de convivencia. Pero ante todo hay que entender que lo que hace posible que una comunidad subsista y prospere es su capacidad de producir los bienes que a diario necesita y la educación que la hace posible. México lleva demasiado tiempo de vivir de lemas y promesas.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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