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Paraísos ganados y perdidos

Metáfora ciudadana

LUIS ALBERTO VÁZQUEZ ÁLVAREZ PH.D.

"Revolución que tranza es revolución perdida"

"La revolución que tranza se suicida"

Venustiano Carranza

México es el país de las mentiras históricas y los caudillos endulzados. Santa Anna jamás se impuso por las armas en el poder, es más, solito se fue y lo volvieron a traer. Juárez no llegó al poder por vía democrática, se mantuvo en la presidencia 14 años con facultades extraordinarias y hasta su inconcluso último período ocupó el cargo por comicios, bajo la sospecha de "votos fantasmas".

Francisco I. Madero apareció justo cuando el país estaba harto de Porfirio Díaz, su inmensa ambición de poder le llevó a ofrecer al viejo dictador su retiro de la oposición a cambio de la vicepresidencia; lo que pudo ser la primera concertacesión política, simplemente motivó burlas por Díaz, quien lo envío a prisión. Madero promovió la rebelión del 20 de noviembre y tras los tratados de Ciudad Juárez y la renuncia del tirano, buscó la presidencia cambiando de partido político. Con abrumadora mayoría ganó los comicios de 1911 forjando fantásticas expectativas entre el pueblo. Integró un gabinete nepótico y porfirista; desapareció al ejército revolucionario y se cobijó con el federal, nunca cambió las leyes que habían despojado a los indígenas de sus tierras y menos aún, jamás se preocupó de los pobres. El porfirismo continúo vigente bajo Madero, pero sin don Porfirio.

Madero tuvo que enfrentar cuatro levantamientos armados; dos de sus antiguos aliados por falta de cumplimiento de los postulados de su revolución: Emiliano Zapata con el "Plan de Ayala" y Pascual Orozco con el "Pacto de la Empacadora"; además de las rebeliones de Bernardo Reyes y Felix Díaz, representantes de la casta porfirista que siguió llorando por meses el triunfo legal inobjetablemente democrático de Madero; algo que jamás pudieron superar. Finalmente llegó la "Decena Trágica" que trastocó radicalmente al país.

Las elecciones del domingo pasado nos dejan una lección histórica con una experiencia única, el arrasamiento de un solo partido/candidato de la mayoría de los cargos a sufragar. Las esperanzas populares han sido inconmensurables; el ganador tiene estatura mesiánica ante los ojos de los más humildes. Eso debe ponernos en alerta, democrática y republicanamente hablando; queremos valores ciudadanos, no caudillos.

Si bien sus miembros en el congreso federal y en los locales no le alcanza para alterar la constitución federal como sus detractores maquiavélicamente habían intentado asustar al electorado: (Artículo 135: se requiere el 66.66% de los diputados <335>, de los senadores <86>, mayoría de los congresos locales <17> y de cada legislación estatal). Si posee gran capacidad para decretos importantes y reformas estructurales (como lo hizo el actual ejecutivo aún en funciones) que bien pueden, lo mismo destruir que reconstruir este devastado país.

Cundió, cual pavoroso espectro, un supuesto acuerdo PRI-Morena utilizado por panistas y azuzado por plumas y voces disfrazadas de iluminado purismo montesquieuano; cubrió la elección y subsiste. El candidato priista ha sido considerado un gran actor, o no invitado a la jugada. Además, el rápido reconocimiento de Peña Nieto al triunfo lopezobradorista abona en grande esta creencia. Se entiende perfectamente de que pudiera haber surgido acuerdo para la presidencia, pero una duda subsiste: ¿Por qué también entregar el senado, la cámara de diputados y las gubernaturas?; ¿Sera el pago por la inmunidad de los peces gordos?, personalmente no creo que el PRI hubiera cedido espontáneamente todo su capital político, o tal vez aquel arroz se pasó de tueste y se quemó; ¿habrá habido "chefs priistas" que lo dejaron, intencionalmente, más tiempo en la lumbre?

Sin embargo, puede existir otra versión más allá del "acuerdo PRIMOR": Porfirio Díaz renuncio a los primeros brotes de violencia esperando que un día el pueblo lo volviera a llamar y la historia lo perdonara. Madero rápidamente renunció y obligó a Pino Suárez a hacerlo, dejando la legalidad en manos de Huerta, esperando un día regresar al poder. Peña y los jerarcas del PRI, soñando llegar un día el perdón popular, se retiran inmediatamente ante una implacable erupción volcánica, confiando en que, idéntico al PAN, todo le salga mal a AMLO y puedan, por tercera vez, volver a ocuparse de continuar medrando del erario. Con lo que no contó Madero fue que sus sucesores revolucionarios, Carranza y Obregón, una vez asaltado el cargo, no se separarían del mismo hasta que la muerte lo obligara.

Un querido amigo comenta que estas "hazañas políticas" son como la lucha libre, los gladiadores se dicen y se dan con todo, pero nunca se hacen daño; El réferi amonesta, pero no castiga; los únicos que se la creen son los espectadores. En acuerdo con él, la lucha libre y la política son circos para divertir y dividir al pueblo, pero lo que no debemos olvidar es que, en ambos, quienes se llevan la mayor rebanada del pastel son los promotores, ellos ni sudan ni se despeinan, pero siempre ganan mucho, y mucho más, si logran publicitar terrorífica rivalidad entre los contendientes.

Por todo ello es importante que entendamos que nuestro compromiso de mexicanos es con nosotros mismos; no con los líderes políticos. Que las revoluciones para ser beneficiosas con el pueblo, deben ser implacables con los tiranos y eso, sólo lo puede lograr una ciudadanía fuerte y unida; un gigante social que exija al gobernante que cumpla con la ley y sus propuestas de campaña; ella es la única que puede reconstruir esta destruida nación; nadie más.

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