UN SUPERHÉROE DE CARNE Y HUESO
Qué difícil es ser padre, es la única profesión donde recibes el título antes de cursar la carrera, y ese hijo que Dios nos envía sin conocerle, se convierte en el milagro más grande, y lo amamos más que a nosotros mismos.
Tener hijos no nos convierte en padres, del mismo modo que tener un piano no lo vuelve a uno pianista. Los hijos son amor, trabajo, dedicación, sacrificio, aprendizaje, tiempo, ellos pueden abandonar la infancia, pero el padre jamás abandona la paternidad.
Durante la infancia, vemos a nuestro padre como un superhéroe, nos resuelve los problemas, alivia nuestra alma, compra todo, protege a la familia, no puede enfermar, menos llegar a faltar, es un ser inmortal que jamás muestra dolor y debilidad. Pero la vida es tan fugaz que en un abrir y cerrar de ojos la juventud del padre se pierde en un otoño, pero siguen vigentes los pagos de la hipoteca de la casa. Es entonces cuando nos damos cuenta por primera vez que aquel superhéroe es también un ser humano, ya no es aquel hombre insufrible, ahora nos damos cuenta que también derrama lágrimas, se enferma, tiene sentimientos, que nunca mencionó a sus hijos las limitaciones económicas y a todos les dio estudios, la mejor herencia que un padre puede legar. En ocasiones, lo valoramos cuando ya es demasiado tarde, nos damos cuenta del gran corazón que siempre tuvo hacia sus hijos, cuando ya no está con nosotros.
A través de los años, los padres llegamos a cometer tantos errores con nuestros hijos, pero a pesar de ello, algún día comprenderán que siempre los amamos más que nuestra propia vida. Algún día perdonarán cuando negábamos sus permisos, nos partía el corazón más que a ustedes, conduciéndolos siempre por el camino del bien. No terminamos de aprender la paternidad hasta que Dios nuestro Señor se apiada de su hijo y le otorga la recompensa más anhelada que un padre puede recibir, y es entonces cuando encuentra la paz y la felicidad completa a pesar de su vejez, cuando llegamos a tener en nuestros brazos a los hijos de nuestros hijos. Dios bendiga siempre a nuestros hijos pues a nosotros ya nos bendijo con ellos. ¡FELIZ DÍA DEL PADRE!
Por: M.V.Z Francisco Núñez González
