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De trancazos y otras linduras

SIN LUGAR A DUDAS

PATRICIO DE LA FUENTE
“Podemos perdonar fácilmente a un niño que le tiene miedo a la obscuridad; la verdadera tragedia de la vida es cuando un adulto le tiene miedo a la luz”.— Platón

LO VIRAL

Gracias infinitas a quienes lo vieron y han replicado miles de veces. Hace unos días desde mi cuenta de Twitter @patoloquasto y también a través de Facebook, le hice una petición a Ernesto Cordero, hoy mejor conocido como el cordero de Peña.

En vista de que amagó con presentarse ante la PGR a denunciar a Ricardo Anaya por lavado de dinero, yo lo emplacé a que aprovechara su visita para también solicitar que se investiguen casos como Odebrecht, Grupo Higa, la casa blanca (la de Las Lomas, no, la de Washington cabe aclarar), la estafa maestra, los socavones de Ruíz Esparza, OHL, Monex, las tarjetas del IMSS, y el presunto uso electoral de los programas sociales de SEDESOL entre otros.

Por otra parte, alguien olvidó decirle a Cordero que no puede denunciar a un candidato, al no tener interés jurídico alguno, es decir, que en este caso el sujeto agraviado sería el Estado Mexicano pero no Ernesto Cordero.

Sorprende la celeridad con la que la PGR buscó atraer el caso -inexistente- en contra de Ricardo Anaya. Vaya que algunos ganarían medalla de oro en nado sincronizado, Cordero entre ellos. Triste y lastimoso papel el suyo: así me lo demuestran las muchas reproducciones que tuvo el video.

Como dato adicional, la deuda de Coahuila, quizá el legado más visible de Humberto Moreira, creció exponencialmente cuando Ernesto Cordero era secretario de Hacienda y Crédito Público. Lástima que entonces no tuvo el tiempo para ir a la PGR como hoy lo hace…

LOS PLEITOS DE VECINDAD

Espero que nos equivoquemos, pero la conducta que a últimas fechas observan algunos miembros del primer círculo de López Obrador deja mucho que desear y hace ver a los hermanos Bribiesca como niños de pecho. Ojalá y pasada la elección los ánimos se serenen.

Por un lado, José Ramón López Beltrán (hijo de AMLO) coincidió con Ricardo Anaya a su regreso de Mérida y aprovechó el momento para increparlo por la espalda, gritándole que era un “cerdo”. Por otro, también en el mismo aeropuerto, la presidente de Morena Yeidckol Polevensky se ofuscó cuando Anaya la abordó para saludarla.

Con aspavientos, Polevensky hizo la señal de la cruz en repetidas ocasiones. Caray, alguien dígale a la señora que no está en un kínder y que además además en política las formas son todo. No hablemos ya de reglas mínimas de educación y urbanidad de las que algunos parecen huérfanos…

Sí, percibo que los morenistas andan un poquito pagados de sí mismos. Quizá los señalamientos de Anaya en el sentido de que López Obrador también tiene empresarios consentidos como es el caso de José María Riobóo, calaron hondo en el equipo del tabasqueño e hizo que se pusieran nerviosos.

Existen sobrados motivos y ejemplos para afirmar que si bien no es corrupto, López Obrador sí ha permitido y tolerado conductas inadecuadas cuando de sus colaboradores y afectos se tratan.

Escribe León Krauze: “¿Importa cómo se comporta la gente cuándo está al borde del poder? Sí, claro que importa. Recuerdo, por ejemplo, los excesos y los desplantes de los peñanietistas cuando ya se veían en Los Pinos. Cuidado, hoy con la soberbia y la grosería. El poder no hace sino agravarlos”.

Amén.

LOS TINTES DE LAYDA

Desde el noticiero estelar de Televisa se hizo del conocimiento público que la senadora con licencia del PT y cercana a López Obrador, Layda Sansores, presentó facturas por más de 700 mil pesos para así comprobar sus gastos legislativos.

Gastos, claro está, que nada tienen que ver con su quehacer político y que como siempre, asume el pueblo de México. Desde tintes para el pelo, joyas, bolsas de diseñador, ventiladores, macetas, una licuadora de 37 mil pesos y hasta juguetes para sus nietos: todo se lo cargó Doña Layda al Senado de la República. Lo que molesta y ofende es, además de la burla, el doble discurso de todos aquellos que saludan con la mano izquierda y cobran con la derecha.

Cabe mencionar que durante tres años consecutivos, Layda Sansores increpó al Presidente Peña en la entrega de la Medalla Belisario Domínguez. No nos extrañe que la investigación contra Sansores, perfectamente armada y transmitida en horario triple A, también obedezca al cobro de otro tipo de facturas pendientes.

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Escrito en: sin lugar a dudas

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