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Los baños de la Ibero

SIN LUGAR A DUDAS...

PATRICIO DE LA FUENTE
“Me cae bien mi Alma Mater, la Ibero. Porque tiene su propia dinámica, porque ha sabido reinventar el derecho a su voz, porque se ha convertido en un espacio de voces que saben increpar. No es la única pero me es cercana”. — Gabriela Warketin

Ricardo Anaya dijo que no acabaría encerrado en el baño de la Universidad Iberoamericana y lo cumplió. También fue capaz de nombrar tres libros que marcaron su vida. De hecho, le fue muy bien y terminó vitoreado por sus estudiantes al grito de “presidente”.

El periodista Jorge Ramos emplazó a los otros candidatos, José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador, a no tener miedo y acudir a dialogar en atención a la convocatoria lanzada por los chavos. Sin embargo, es previsible que el suspirante de Morena decline la invitación.

Fiel a su estilo pontifical, López Obrador rehúye a los escenarios incómodos y a aquellas preguntas que lo sacan de balance. Además, quiere administrar la ventaja y no arriesgar demasiado. Si acudió al encuentro con los empresarios que integran el Consejo Mexicano de Negocios fue, estoy seguro, más obligado por las circunstancias que otra cosa.

A Anaya le fue bien en la Ibero porque supo conectar, tiene estructura y es sumamente inteligente, cosa que no podemos escatimarle. Además, nadie quiere políticos acartonados, creo que todos estamos hartos de la poca ejecución y el exceso de verborrea. Cuando se evitan los recursos de la oratoria pomposa y se habla desde la mente y el corazón, cualquier auditorio lo percibe. Ello ocurrió con Anaya en la Iberoamericana.

Bien lo dice la periodista Gabriela Warketin, quien es egresada de dicha institución y durante un tiempo fue directora de la carrera de Comunicación: “la Ibero tiene su propia dinámica”. Aunque es una institución laica, algo o mucho del pensamiento agustiniano y el espíritu jesuita permean en quien acude a sus aulas.

Cada caso es particular pero a mí, sin quererlo, los jesuitas me enseñaron a ser rebelde, contestatario y a cuestionar todo lo que me rodea. También, a comportarme cual esponja y absorber conocimiento y experiencias. Los considero una de las élites del pensamiento más valiosas dentro de la Iglesia Católica y a la fecha sigo vinculado con sacerdotes jesuitas.

Creo que nadie olvidaremos la escena de hace seis años en la Ibero, otros tiempos y distintos los aspirantes, y todo lo que trajo como consecuencia para bien y para mal. Se trató de un instante lastimoso, eterno, preámbulo de un presidente y una administración sin viso alguno de grandeza, alejada de la realidad y profundamente intolerante a la crítica. Lo peor del priismo de los años setenta, corregido y aumentado, renació en una generación de políticos que prometían modernidad pero trajeron todo menos eso. Tan estrepitoso el fracaso, que hoy están con un pie fuera de Los Pinos.

Pero también, la presencia de Peña en la Ibero representó la oportunidad para terminar con mitos e ideas preconcebidas sobre los jóvenes. Si tildábamos a los millennials de apáticos y desinteresados por el futuro del país, el movimiento Yo Soy 132 demostró que dichos jóvenes estaban dispuestos a levantar la voz y querían ser escuchados.

Sí, Enrique Peña Nieto y su grupúsculo se encerraron en el baño de la Ibero y no volvieron a salir, arropados por la parafernalia de la investidura y un cuidado excesivo de las formas.

Decía Julio Scherer sobre Díaz Ordaz: “Pesaba en el ánimo presidencial la matanza de Tlatelolco. Por ello, Don Gustavo hizo de su intimidad una cárcel y ahí murió”.

Lo mismo, salvadas las comparaciones, ocurrió con el presidente Peña. Real y figurativamente sigue encerrado en el baño de la Ibero, tremenda la incomprensión popular que lo persigue a donde vaya.

Hace seis años, los jóvenes le dieron la espalda a un presidente que no supo, quiso o pudo ser cercano y entender sus problemas. Porque hoy, ser joven es un asunto muy complicado dentro de un país y un entorno que no les ofrece garantías, ni seguridad ni demasiados visos de futuro. El mayor fracaso de muchas generaciones, incluida la mía, es haberles fallado.

Cierto, la Ibero representa a un sector privilegiado, no es México, pero a partir de los sucesos ocurridos en la pasada elección se convirtió en termómetro de un sector que de ahora en adelante será definitorio y fiel de la balanza en cualquier contienda presidencial.

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