28 de noviembre de 1993. "Acepto... acepto con el entusiasmo de un hombre de Partido, el apoyo que ustedes el día de hoy me brindan; el que me brindan líderes, dirigentes, militantes y simpatizantes...
Lo hago... lo hago convencido y también lo hago emocionado...
Lo hago con profunda fidelidad a mi vocación política, vocación que hoy reafirmo y que está sujeta a grandes exigencias: la de cumplir con nuestros principios, la de cumplir con nuestros valores...
Lo hago atendiendo a mi conciencia, que es la conciencia del hombre que cree en la política, cree en la política como un ejercicio responsable para sumar voluntades en torno a un propósito; cree en la política como un espacio privilegiado para la convivencia armónica, para la convivencia civilizada...
La política, como el instrumento que las sociedades han construido para ordenar sus intereses, para expresar su voluntad, para conducir su destino. Esta es la política que llama a mi conciencia. Estoy preparado para asumir este compromiso...
Soy heredero... soy heredero de una cultura del esfuerzo, y no del privilegio... por ese camino se me han abierto oportunidades: las de estudiar, las de especializarme; las de participar en política, como diputado federal, como senador por Sonora, las de servir a un gobierno desde niveles modestos hasta llegar a encabezar los esfuerzos en la Secretaría de Desarrollo Social. En todo ese trayecto se formaron y se profundizaron mis convicciones...
Pertenezco a la generación del cambio...".
Es la parte introductoria del vibrante y emotivo discurso que Luis Donaldo Colosio pronunció, en la fecha mencionada inicialmente, al aceptar y rendir protesta como candidato de su Partido a presidente de la República. Parte introductoria, en la que hace referencia en dicha pieza oratoria, a la "cultura del esfuerzo", tema de este Enfoque.
Concepto que mencionamos ahora, honrando su memoria, a poco más de 24 años de su artero asesinato, aún impune; lo mencionamos, en estos tiempos electorales, de confusión y duda, tiempos en los que uno de los candidatos, en desesperado propósito de atraer votos que le faciliten el triunfo, está ofreciendo, sobre todo a los que no trabajan ni estudian, los llamados "ni-nis", apoyos económicos en efectivo, ofrecimiento que seguramente no podrá cumplir; propuesta que refleja el sentido de una política asistencialista, paternalista y de un proteccionismo exagerado, en vez de plantear un proyecto de gobierno que promueva la educación, el empleo y los servicios pero con la participación de los potenciales beneficiarios; en lugar de proponer una política en la que el ciudadano se esfuerce si quiere avanzar y no depender de los favores y beneficios "gratuitos" de un gobierno paternalista que no podrá cumplir lo que promete, pues solo se trata de un populismo trasnochado.
Como Colosio, un elevado número de mexicanos pertenecen a la generación de la cultura del esfuerzo, mexicanos que estudiaron en escuelas públicas, que lograron hacer una carrera profesional universitaria o tecnológica, gracias al esfuerzo propio y de sus padres los que, no obstante su condición modesta de obreros o empleados, inculcaron en ellos valores y convicciones de trabajo, de disciplina, de esfuerzo para salir adelante, como método para alcanzar el triunfo.
Generación que no recibió dádivas ni apoyos del gobierno; jóvenes que nunca solicitaron ni les dieron becas a cambio de un voto; fueron el esfuerzo, el trabajo, el estudio, la disciplina, los que les permitieron salir adelante. Asistieron a la escuela muchas veces sin probar alimento, soportaron condiciones climatológicas intensas y pesadas, fuertes calores en verano, fríos intensos en invierno, heladas y nevadas que pusieron a prueba su resistencia; y lograron el objetivo; vencieron los obstáculos que se les pusieron enfrente; con el apoyo de sus padres, con su consejo, con su orientación, con las reprimendas y regaños que a veces recibieron por haber cometido una falta de conducta, por no haber hecho lo que les ordenaron, porque incurrieron en errores que les trajeron consecuencias desfavorables; en fin, tuvieron experiencias aleccionadoras a la base de las cuales estuvo el esfuerzo, que fue el que les condujo por el camino recto.
Es la generación de los cincuenta, de los sesenta, setenta y ochenta del pasado siglo, muchos de los cuales hoy son ingenieros, arquitectos, médicos, abogados, empresarios exitosos, incluso profesionales de la política, que sobresalieron en un mundo feroz y cruel, en una sociedad competitiva, caracterizada por el signo del triunfo o del fracaso en el campo de las actividades económicas, de la que se pueden sacar conclusiones prácticas aplicadas a una realidad convencionalista: triunfa y destaca el que ha basado su vida y su actividad, cualquiera que ésta sea, en la cultura del esfuerzo.
En este sentido es insana la oferta del veleidoso político y candidato: ¿Qué pretende cuando ofrece dos mil quinientos pesos mensuales a quien no trabaje y no estudie? ¿Formar un ejército de flojos, de "huevones", de "atenidos", de privilegiados, de "mantenidos" que vivan a expensas del erario sin aportar nada como contraprestación. ¿Integrar una generación improductiva, discapacitada física y mentalmente?
¿Y cuándo los necesite, usarlos como carne de cañón para sus fines políticos? Nadie da nada sin esperar recibir algo a cambio. Es una ley no escrita que se acata y aplica, a pesar del daño que produce.
"Ponte almeja, chavo", como dicen ustedes. Se trata de una trampa en la que fácilmente puedes caer, porque el terreno es resbaladizo, y por lo mismo peligroso. No aceptes dádivas gratuitas disfrazadas de becas, de apoyos, de incentivos. ¡Quien algo te da, algo te va a pedir! Y tal vez no muy honorable.
Quizás, quien eso ofrece, buscando atraer tu preferencia electoral por él, se refleja en el espejo de su mismo ofrecimiento: No ha podido jamás, explicar y justificar sus medios de subsistencia. En qué trabaja, cuáles y cuántos son sus ingresos, cuánto paga de impuestos; de dónde obtiene y cuál es el monto de los recursos para pagar los gastos del transporte aéreo, marítimo y terrestre, que durante tantos años le han permitido viajar, hospedarse y alimentarse por todo lo ancho y largo de la República. Son algunas de las muchas preguntas que la población mexicana se hace con respecto a este personaje.
Son cuestionamientos que en cualquier reunión, por pequeña e intrascendente que sea, usted escucha. Y como él no puede contestarlas porque carece de argumentos válidos y aceptables para hacerlo, es el mismo pueblo, la gente, quien intenta dar explicación al planteamiento de estas cuestiones:
1.- Este audaz y "colmilludo" candidato, ha hecho de la política su "modus vivendi", aprovechando en su personal beneficio las prerrogativas que la ley dispone y concede a las organizaciones políticas que participan electoralmente.
2.- Vive de la política, por la política, pero no para servir a la política, sino que se sirve de ella.
3.- Ha formado un partido político, convirtiéndolo en propiedad personal, incorporándolo a su patrimonio.
4.- No rinde cuentas a nadie, y ante nadie responde de sus actos.
Póngámonos listos mexicanos. Se trata del país; la Patria está en juego. ¡No nos equivoquemos a la hora de decidir!
Lo que el pueblo mexicano quiere y necesita es un gobierno que ofrezca alternativas de progreso a todos por igual; un gobierno con una clara visión nacionalista que promueva y aperture fuentes de trabajo, de estudio, de especialización; que diseñe una política conciliadora entre todos los que vivimos en este suelo. No queremos confrontaciones ni pleitos entre nosotros; necesitamos la armonía para una plena convivencia que propicie la superación personal y familiar.
El mensaje de Colosio sigue vivo, y en él aún vive. Hoy tiene plena vigencia y aplicación. ¡Seamos herederos de la cultura del esfuerzo, no del privilegio, y heredémosla a nuestros hijos!
