EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Meade y la cuerda floja

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

Mañana será un día clave en el porvenir de José Antonio Meade y el PRI, sobre todo, a partir del relanzamiento sin efecto de su campaña y el retiro de la candidatura de Margarita Zavala.

Si el simpatizante tricolor con alma albiazul y, por lo mismo, sin definición, arrojo ni carácter político no se planta y descuella en el debate, su suerte estará echada. Sus padrinos y patrocinadores voltearán a otro lado e intentarán, en lo posible, asegurar su presencia en la contienda por el Legislativo, pero ya no por el Ejecutivo a través de su original abanderado.

Meade camina en la cuerda floja con los ojos cerrados. El momento exige un funámbulo experimentado.

***

La privatización o el secuestro del PRI por parte del grupo en el poder, ahora dividido, plantea un serio problema no sólo al reducido clan y su candidato, sino también al conjunto de la militancia, en particular a los cuadros excluidos del juego donde quedó inserto su partido.

En el afán de asegurar la continuidad y el control del proyecto, ese grupo se apoderó de la candidatura y postuló a un hombre con oficio en la administración, pero no en la política. Un funcionario destacado. Un servidor más comprometido con la vieja élite albiazul o la nueva tricolor, que con el público. Un simpatizante con algunas prendas profesionales, pero pocas políticas. Tanto así que, aun hoy, no está claro si él lleva las riendas de su propia campaña.

De ese modo, el clan hegemónico tricolor excluyó y marginó a otros cuadros que, sin formar parte de su grupo, sí garantizaban un mayor desempeño y rendimiento político. Políticos que, sin manifestarlo, ahora se deslindan de cuanto acontece, o bien, juegan a la posguerra a partir de asumir por anticipado la derrota de su partido. La baraja del priismo sí contaba con otras cartas, pero el grupo fuerte quería la mano completa. Nada de andar partiendo y repartiendo cartas. Hoy, esa reducida élite se pelea entre sí el mazo de su ilusión.

Ese clan no pudo escapar a la contradictoria rutina establecida por él mismo. Sumar, luego restar. Mostrar arrojo y decisión, luego pasmo y titubeo. Operar sin calcular, luego dudar y desesperar.

***

Armado a medias el entramado jurídico de las reformas que impulsó, ese grupo no pudo: se distrajo y se enredó en vez de gobernar.

Soltó las amarras de la operación política que le permitió cambiar artículos, leyes y reglamentos; instrumentó sin ritmo ni estrategia las reformas; desatendió la seguridad pública hasta profundizar la violencia, despreció los derechos humanos y, algo peor, fomentó la voracidad sobre los recursos públicos y la licitación de contratos.

Dejó en exclusiva el monopolio opositor a Morena, al sumar y sumir en arreglos, transas, negocios y cuotas a sus aliados en el Pacto por México y, más tarde, desentenderse de ellos para reubicarlos como adversarios. Despidió con buenos y malos modos a los cuadros tricolores sin membrecía en su selecto grupo. Cobijó a quienes, siendo suyos, aparecían con las manos en la corrupción, persiguiendo sólo a los prescindibles. Poco a poco, ese clan fue tomando o retomando el control de dependencias gubernamentales y el partido, perfilando la ambición de reconcentrar el poder y reelegirse. La procuraduría, la hacienda, la fiscalía, la cancillería, el partido -dirección, asamblea y candidatura-, más tarde la gobernación, todo para sí, y alargaron la cadena de errores, cometiendo otros.

Con júbilo cerraron la distancia entre la administración y el partido y, hasta con chistes sin sentido del humor -"no se despisten"-, celebraron la reposición de la liturgia del "destape", usando y desechando a los demás "tapados". Se les escapó un detalle. La vieja liturgia ya no garantizaba el acto central de la ceremonia, que el finalmente "destapado" fuera el sucesor. Hasta inventaron candidatos independientes que, al final, mostraron su dependencia y el cobre de su funcionalidad o, incluso, disfuncionalidad.

Apareció, entonces, el "destapado" sin acabar de entender bien el asunto de la candidatura sin póliza de cobertura amplia y la campaña.

***

Al peso de la losa de abanderar un partido desprestigiado y una administración sin aceptación, el candidato José Antonio Meade no dudó en sumarle algunas piedras a la carga, mientras presumía cómo él perdía peso.

Diciendo pretender ir hacia adelante, una y otra vez retrocedió. Festejó cuantas veces pudo, foto de por medio, contar con el consejo y el apoyo de un exmandatario panista, el populista Vicente Fox, y ninguno del PRI. Incorporó como su contravoz a un panista, que luego se mordió la lengua. Integró a una estratega en comunicación albiazul que, hasta ahora, no ha abierto la boca. Invitó a un frustrado candidato independiente a comer tacos con él y jugar futbol a su favor. Más tarde, con título de simpatizante se arrogó, según él, la decisión de echar al presidente del partido que lo adoptó, sin hacerlo suyo. Agradeció una y otra vez el apoyo y el abrazo de los peores ejemplares del priismo, jurando ser muy distinto a ellos. Veneró el triunfo del PRI en el Estado de México, instando a repetirlo con él. Y, luego, vistió el chaleco rojo cuando ya no hacía calor.

***

La suma de errores combinados tendrá mañana al candidato y al partido tricolor en la cuerda floja, si José Antonio Meade no muestra temple, arrojo ni simpatía ante los electores y avanza hacia atrás y no al revés, la suerte de su participación en la contienda estará marcada por una realidad y una percepción muy difíciles de revertir. Y, entonces...

 EL SOCAVÓN GERARDO RUIZ

Al parecer, en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes están buscando el paso exprés para salir, ahora, del tren... de acontecimientos por venir.

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Sobreaviso

Noticias relacionadas

Siglo Plus

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1462072

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx