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LA IMPORTANCIA DE LA IDENTIDAD PERSONAL

Un aspecto que me llama la atención en pláticas informales de algunas reuniones sociales, o en las redes sociales, es el aferramiento a puntos de vista de una manera muy dogmática, y a veces casi irracional. Algunos llegan al grado de discusiones acaloradas y distanciamiento en la relación de amistad después de haber sentido alguna falta de respeto. Seguramente, hemos notado este fenómeno cuando alguien se retira o es separado de un grupo en pláticas de WhatsApp o Facebook.

Ejemplos de estas discusiones son los temas políticos, sexuales o religiosos, entre otros. No es mi intención adentrarme en estos temas para este artículo, sino simplemente usarlos como referencia, ya que son idóneos para el tópico de la semana: La identidad personal o psicológica.

La identidad psicológica de una persona se forma por la manera en cómo pensamos, sentimos y actuamos debido a la influencia de un medio ambiente caracterizado por cierta cultura, historia, familia, tradiciones, situación socioeconómica, etc. Consiste en la totalidad de lo que somos en el presente, el cual ha sido basado en gran parte en lo que vivimos en el pasado, y lo que deseamos ser en el futuro, y que nos permite ser únicos. Aparte del factor biológico manifestado en nuestro origen racial, apariencia física y ciertas capacidades mentales, aspectos de esta identidad incluyen nuestra etnicidad, clase socioeconómica, religión, profesión, genero y/o preferencia sexual, etcétera. Con excepción de lo biológico (hasta cierto grado), esta identidad es regularmente flexible y cambiable y la manifestamos en conductas como la manera de hablar, de vestirnos, de sociabilizar y estilo de vida en general. Así, la gente se identifica por medio de lo que hacen y quienes son en sociedad, por ejemplo, ser abogado, atleta, intelectual, político, padre, madre, artista, católica, miembros de ciertos grupos sociales, etc.

La identidad empieza a formarse desde la niñez cuando el lenguaje se desarrolla y el infante empieza a darse cuenta y reconocer su medio ambiente. Una vez que el niño es activo socialmente, empieza a aprender su nivel de pertenencia. A medida de que el niño continua su crecimiento y desarrollo psicológico, empieza a exponerse a diferentes ambientes donde explora una variedad de opciones de pertenecer e identificarse. Por ambientes me refiero al ambiente familiar, escolar y otros grupos impuestos o propuestos por los padres u otro familiar, quien participó en la formación de la niña o niño. O quizás un ambiente que fortuitamente se atravesó en el proceso de desarrollo de ese niño, adolescente o adulto.

Para ilustrar esta parte, voy a utilizar dos ejemplos de identidad, uno en el área profesional y otro en el área religiosa. La niña quien desde la primaria se identifica con ser una doctora porque admira mucho a su madre, quien es una doctora, quien a su vez ha motivado a su hija a ser una doctora. Al final, la hija se gradúa de la escuela de Medicina, y ahora la practica exitosamente como su madre. O el caso de identidad religiosa, en donde un niño es expuesto a las tradiciones católicas, es decir, el niño fue bautizado, se le envió al catequismo, hizo su primera comunión, fue confirmado y regularmente asistió a misa los domingos, etc., pero en la preparatoria y en la universidad obtuvo información relacionada a las ciencias, evolución, origen del universo e instrucción que pone en duda lo divino. Como resultado, el joven ahora se identifica con ser una persona escéptica y agnóstica, lo que le hace cambiar sus creencias y abandonar sus actividades religiosas en general.

La identidad es sobre el tipo de personas que somos, lo que deseamos en la vida y sobre lo que creemos. Jess Whittlestone, doctora en Ciencias de la Conducta de la Universidad de Cambridge en Inglaterra, comenta en uno de sus ensayos sobre la importancia de la identidad (2014). Ella sugiere que teniendo claro quienes somos y nuestras creencias ayuda a saber cómo comportarnos y tener confianza en la toma de decisiones complejas, lo cual es determinante en tener éxito en la vida. Por otro lado, de acuerdo a la Dra. Whittlestone, una identidad fuerte y rígida tiene sus desventajas, ya que es difícil modificarla y tendemos a proteger y defender esa identidad al grado de cerrarnos socialmente y ser en cierto modo algo arrogantes.

De vez en cuando, me reúno con un buen amigo a quien considero una buena persona, bien informada, honesta y responsable. Mi dilema es que diferimos en nuestros valores políticos y sociales. Mientras que mi amigo se identifica claramente con lo dogmático y ultraconservador, yo me inclino mas a lo pragmático y cuasi-liberal. Ante estas circunstancias, sugiero que para mantener una amistad sin conflictos que arriesguen una relación debemos hacer énfasis en los aspectos comunes de nuestros puntos de vista y evitar lo que provoca contrariedad y conflicto en la comunicación. Gracias por su atención a este articulo.

  Por: Mtro. Francisco Pineda

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