EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Los debates

JULIO FAESLER

¿Sirven para algo los debates? Claro que sí. Sin ellos no sabríamos de los candidatos sino lo que ellos nos quisieron revelar en el curso de sus campañas. No conoceríamos las convicciones y propósitos que sustentan sus propuestas hasta que las encontráramos plasmadas en sus acciones de gobierno una vez electos. Entonces sería muy tarde.

Hay otras razones. En el diálogo que debiera darse en el debate el candidato muestra su verdadera personalidad. Tranquilo, irascible, analítico, controlado, impulsivo, todo tiene interés para el votante. La historia la hacen los individuos. El votante tiene que saber con quién se está casando la Patria y para ello, ha de dedicarle al tema un mínimo de perspicacia.

La vida de los países está pendiente de dos cosas: lo que el elector desea y lo que el personaje electo haga con la autoridad que se le entrega. En la cualidad del individuo está su posibilidad de ser el líder que México necesita para cumplir la tarea que se le encomiende o la ineptitud que atrasa al país. Esta evaluación comenzó con el primer debate que presenciamos la semana pasada. Los cinco candidatos que se presentaron en el Palacio de Minería merecen algún comentario.

Desde luego del que más se esperaba era de Andrés Manuel López Obrador. Los demás coincidieron en atacarlo por varias razones. Le echaron montón. Ante todo, porque, según la mayoría de las encuestas, estaba, y sigue estando a la cabeza de las preferencias del electorado. En segundo lugar, porque ha tenido y sigue teniendo, la astucia de no ir más allá de sus propios pronunciamientos elementales, condenando la corrupción y la ineptitud del gobierno para remediar el primer problema del país que es la corrupción y el segundo que es la inseguridad. López Obrador ha rehuido el debate porque no siente necesidad de exponer su posición actual a discusión. Su discurso es axiomático, de palmaria evidencia, que no hay que adornar con explicaciones que le parecen superfluas para las mentes comunes y corrientes del electorado base que ya lo apoya y que parece ser la mayoría nacional. Cualquier ciudadano, rico o pobre, sabio o ignorante lo escucha y lo entiende. Vale para todos. Por eso mismo el único ataque que se les ha ocurrido a los otros candidatos es el de insistir en lo inviable de sus propuestas y lo ficticio de sus denuncias.

Lo del avión presidencial, por ejemplo, no tiene andamiento lógico. Las dimensiones de la aeronave del Presidente Trump son gigantescas comparadas con las del avión que presidencia compró. Por otra parte, la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México es ya un hecho consumado e irreversible por lo que sobran opiniones acerca de la técnicamente correcta o incorrecta ubicación o sobre el seguramente alto costo de su mantenimiento a lo largo de los años.

Hay por otra parte la sospecha, fincada en experiencias análogas, de que toda la operación redituará inmensamente para los que se queden con el terreno del actual puerto aéreo, además de la plusvalía que ya emerge para los terrenos cercanos al nuevo.

La resistencia al proyecto NAICM puede convertirse, como también otros, en un tema de inestimable utilidad política en los años por venir.

He aquí la fuerza electoral de López Obrador a la vez que su extrema vulnerabilidad que los demás candidatos deben explotar urdiendo algún antídoto eficaz si quieren salvar al país de la inminente catástrofe que prevén. El arma que podría servir es la burla o el ridículo. Reducir a chiste lo que Andrés Manuel propone es táctica que comenzó a usar El Bronco en el debate.

Mochar manos del ladrón puede ser un castigo inhumano y propio de culturas más primitivas, pero indudablemente va al centro de la urgencia de responder al delito con castigos de su misma intensidad. En esa sencillez estuvo el acierto de Jaime Rodríguez que coincidió con la misma obviedad usa AMLO en su apuesta a la presidencia.

Los análisis de los tres candidatos faltantes en esta reseña son menos complicados,

Margarita Zavala tiene la virtud de ser comprensiva y dueña del sentido común propio de las mujeres, para evaluar situaciones, muy distinto al de los políticos experimentados que la rodean en su campaña. La candidata promete una presidencia sin fiorituras y dotada de la calidad insustituible de equilibrio que da la vida familiar. La mayoría de las mujeres gobernantes que conocemos han sido casadas y con una sola excepción, han sido madres: Golda Meir, 2 hijos, Indira Gandhi, 2 hijos, Margeret Thacher, 2 hijos, Dilma Rousseff, 1 hija; solo Angela Merkel, es casada pero sin hijos. A México, afamada tierra del machismo, le hará bien probar con una mujer presidente lo que los hombres no han logrado hacer para vencer la fascinación que parece ejercer sobre ellos la vida de corrupción y violencia.

De José Antonio Meade no hay más opinión que la limpieza de sus antecedentes de funcionario probo y la bonhomía con que siempre se ha manejado. Es esa sencillez la que puede acabar siendo su debilidad dentro de la perversa maleza del PRI, más acosado que nunca. Los recientes procesos contra gobernadores corruptos son intempestivos intentos para desvanecer décadas de culpas contra el patrimonio nacional, pero que no pueden extirpar la cultura de décadas de corrupción que se confirma con la presencia, entre otros, de individuos como Humberto Moreira en la campaña de Mead.

Finalmente, las cualidades personales de Ricardo Anaya lo hacen el más prometedor por la información que domina, su agilidad y eficacia oratoria y el que esté respaldado por un partido que ofrece una visión clara y bien armada del proyecto socio económico que está listo para implementar.

Mayo y junio encierran la oportunidad para Anaya de estar más cerca de la vida del pueblo al que quiere servir. No en encuentros artificialmente montados por profesionales de los medios que imitan sin imaginación las reuniones comunales de moda en los Estados Unidos (Town Hall meetings), sino en reuniones familiares, caseras, en acercamientos y convivios directos donde late el corazón del pueblo del que todavía está distante.

Los debates en TV son indispensables y mucho de su valor depende de conductores tan eficientes y agradables como los que se vieron el domingo pasado.

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Editorial Julio Faesler

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1454972

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx