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Agencias

En náhuatl, Colima es la tierra donde "domina el dios del fuego", un nombre muy adecuado si pensamos que aquí se encuentra el volcán más activo de nuestro país. Pero más allá del rugir del Volcán del Fuego, hay parajes cobijados por selva, mar y plantaciones de caña que se disfrutan desde un globo aerostático, deslizándose por una tirolesa, remando un kayak o simplemente a pie.

Tenemos algunos buenos pretextos para planear una escapada a Colima, desde un festival cultural con conciertos gratuitos, hasta un vuelo en parapente para admirar el Nevado.

Festival Internacional del Volcán

De abril a mayo, la ciudad de Colima se convierte en un gran escaparate cultural y musical a cielo abierto. Las calles se llenan para presenciar 230 eventos gratuitos en diferentes sedes, como la catedral, jardines y plazuelas.

Entre los más destacados están los conciertos masivos, como el de Jarabe de Palo; el foro gastronómico con catas de cervezas artesanales; una carpa dedicada a la práctica de artes marciales; y concursos de vuelo en parapente.

La "cereza del pastel" son las charlas científicas sobre los volcanes, en las que no solo informarán sobre su actividad actual a nivel mundial, sino que también se organizan caminatas guiadas al Volcán de Colima, en compañía de vulcanólogos internacionales.

Este año, el Festival Internacional del Volcán se realizará del 27 de abril al 8 de mayo.

Campamento entre lava y fumarolas

El Parque Nacional Nevado de Colima es donde se encuentran los dos principales volcanes del estado: el Nevado, ya extinto, y el Volcán de Fuego, siempre lanzando fumarolas y, de vez en cuando, escupiendo lava que se aprecia desde la capital, a casi 100 kilómetros de distancia.

El vecino de este volcán activo es el Nevado de Colima, al que puedes ascender en una caminata que puede durar uno o dos días, si es que decides pasar la noche acampando en la cumbre de la montaña para contemplar el espectáculo del Volcán de Fuego.

La expedición inicia en el campamento La Joya, el punto más cercano a la cumbre, para seguir la ruta de senderismo llamada Colimotes, donde el paisaje cambia de un bosque a unos arenales de ceniza volcánica. Cerca de tres horas tardas en llegar a la cima, donde puedes hacer un brindis con vino y bocadillos.

El descenso es otra aventura: saltas y te deslizas sobre montículos de arena, como si estuvieras surfeando.

Si decides dormir en la montaña, las tiendas de campaña se instalan en La Joya, para después encender una fogata y observar las constelaciones. Si tienes suerte, puedes ver los hilos de lava escurriendo por el Volcán de Fuego.

A la mañana siguiente, hay que ascender a la cumbre del Nevado de Colima. A tu regreso te espera una carne asada.

Pocas veces se suspenden las actividades en el Parque Nacional del Nevado de Colima por la actividad del volcán, a pesar de que hay nueve kilómetros de distancia entre ambos.

Es importante que, si deseas subir al Nevado, lo hagas en compañía de guías especializados. Ellos saben cuándo es seguro o no.

Vuelo en globo y parapente

A 10 minutos de la ciudad, se encuentra el aeroclub que te lleva a pasear por los cielos colimeños en un globo aerostático o en un parapente; ambos vuelos son una experiencia que te acercan, casi, al Volcán de Colima.

Hay dos momentos del día para realizar la actividad, al amanecer y al atardecer. Dicen que el ocaso es el mejor, ya que el cielo se tiñe de púrpura y define perfectamente la silueta de las palmeras (traídas desde Filipinas durante la Colonia, por cierto) y las plantaciones de caña que rodean la ciudad.

Los vuelos duran 40 minutos y te elevan a unos tres mil 500 metros sobre el nivel del mar, permitiéndote observar una de las caras del volcán y sus fumarolas, y la zona arqueológica de La Campana, con un basamento en forma de trapecio y un juego de pelota.

La Comala de Juan Rulfo

"Tierra de comales", eso significa el nombre de Comala, Pueblo Mágico, a cinco minutos de la capital. Se hizo famoso por la novela Pedro Páramo, de Juan Rulfo.

Vale la pena darse una vuelta y caminar sus callecitas con casas de fachadas blancas. Sentarse en algún restaurantito de los portales y comer unos "sopitos" (otro modo de llamarle a los sopes) acompañados con una tuba, bebida que se extrae de la palma de coco o un buen ponche de mezcal con un toque de café.

No te puedes ir sin tomarte una foto junto a la escultura de Juan Rulfo, en una de las bancas de la plaza principal.

En las afueras del pueblo está Laguna Carrizalillo, un inmenso espejo de agua a las faldas del Volcán de Fuego, cuyo paisaje está formado por un bosque de neblina y cabañitas para pasar una noche.

Hay renta de kayaks y lanchas para recorrer la laguna habitada por varias especies de aves y también paseos a caballo.

Sueños entre cafetales

Construida en 1890 por un inmigrante de origen alemán, la Hacienda de San Antonio es un refugio para aquellos que buscan alejarse del bullicio y desean meditar o leer un buen libro sin ninguna interrupción, muy cerca de Comala.

Sus 25 exclusivas suites ofrecen vistas a cafetales y al Volcán de Colima. Están rodeadas por los ríos Del Valle y Epazote, que se pueden visitar en caminatas organizadas por la propia hacienda. Incluso, puedes solicitar un picnic, con mantel y canasta.

También, como parte de sus experiencias se imparten clases de cocina con una visita a su granja orgánica, o un vuelo en avioneta hacia alguna playa secreta de la Reserva de la Biósfera Chamela-Cuixmala.

Vamos a la playa

Alejándonos de los dominios del "dios del fuego", nos vamos al puerto de Manzanillo. Sus playas están a tan solo hora y media de distancia de la ciudad de Colima.

El puerto está dividido en dos bahías: Manzanillo y Santiago; juntas crean un corredor de más de 15 playas, de las que destacan Olas Altas y Miramar, las favoritas para esnorquelear.

Salagua es un campamento tortuguero a cargo de la Universidad de Colima. De julio a septiembre se da el arribazón de las tortugas golfinas, permitiendo que la institución ofrezca al viajero la oportunidad de liberar crías y hacer patrullajes nocturnos.

Al oeste de la bahía de Manzanillo encontrarás la playa El Viejo, solitaria y habitada por aves que han construido sus nidos entre rocas gigantes de color rojo y la franja de arena gris.

Tirolesa en la selva

En el ejido de Francisco Villa, a 20 minutos de Manzanillo, se encuentra Natura Camp, un campamento ecoturístico donde puedes deslizarte sobre la copa de los árboles.

El circuito está conformado por cinco tirolesas que atraviesan todo el complejo. Para cambiar de cable es necesario que hagas pequeñas caminatas entre la selva y trepes algunos árboles. El tiro más alto está por arriba de los 80 metros y alcanza una longitud de 450.

  Agencias

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