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El mensaje es apenas el inicio

NUESTRO CONCEPTO

Más tarde que temprano, el mensaje del presidente Enrique Peña Nieto contra las nuevas ofensas de su homólogo estadounidense Donald Trump hacia México puso por fin el acento en el sitio adecuado: la defensa de la soberanía de nuestro país por encima de cualquier interés o negociación. El discurso del jefe de Estado mexicano llega por lo menos con un año y medio de retraso, tiempo en el que el presidente de la -todavía- primera potencia mundial ha ido aumentado sus diatribas cargadas de xenofobia y todo tipo de prejuicios. Pero lo importante ahora es que llegó, y que ha motivado una unidad en torno al mensaje, aunque se debe reconocer que no es suficiente.

Dos frases concentran el espíritu del discurso del presidente. Uno es “estamos listos para negociar, sí, pero siempre partiendo de la base del respeto mutuo (...). A todos los mexicanos nos une la certeza de que nada, ni nadie está por encima de la dignidad de México”. En pocas palabras, disposición al acercamiento sólo con respeto. Y la segunda: “si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos. No vamos a permitir que la retórica negativa defina nuestras acciones”.

Esta última frase cobra una relevancia especial si observamos el contexto actual. México, Estados Unidos y Canadá se encuentran en plena renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Mientras en nuestro país se vive uno de los procesos electorales más complejos de la historia reciente, el presidente Donald Trump no ha dejado de abrir frentes dentro y fuera de su nación: China, Rusia, Europa y Oriente Medio, a la par de un creciente déficit comercial, escándalos sexuales que lo cercan, la inestabilidad de su gabinete, la negativa a regular la venta de armas de fuego y las críticas de grupos feministas y defensores de los derechos de los migrantes.

El tono inusualmente directo de Peña Nieto y la lectura de este contexto han brindado una oportunidad de unidad en México en medio de la tensión y polarización de las campañas. La militarización de la frontera es tomada de este lado como una afrenta, y no puede ser de otra forma. No se puede intentar construir una buena relación vecinal con ese nivel de hostilidad y desconfianza. Sin embargo, México tiene mucho qué hacer. La claridad en el mensaje es apenas el principio.

La transparencia en el gobierno, el fortalecimiento del estado de derecho, la defensa de los derechos humanos, el impulso al desarrollo equitativo, son tareas que deben llevarse a cabo con mayor firmeza para propiciar y contagiar esa dignidad que en el discurso se defiende. Pero también es importante buscar aliados dentro de Estados Unidos y en otras naciones del mundo. Hoy más que nunca México tiene que diversificar su mirada en la política exterior, voltear a ver más hacia Latinoamérica, región a la que está unido por cuestiones socioculturales, geográficas e históricas. Mejorar nuestra relación con Europa, en los planos comercial y político, al igual que con la gran potencia emergente de Asia, China, que ya se prepara para el relevo de la hegemonía que Estados Unidos está cediendo.

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