Si en lugar de elegir presidente nos encontramos seleccionando pareja el elevado sentido emocional con el que se defiende o ataca a los candidatos tendría una justificación, pero no es ese el tipo de decisión que debemos de tomar. Tampoco deberíamos estar sólo en la búsqueda por demostrar que somos los que estamos en lo correcto y que, los que no piensan como nosotros están equivocados, porque en una elección como la que viene eso importa muy poco. Nuestra postura debería ser la de aquellos que son capaces de sopesar cada propuesta sin descalificarla a priori, buscando elegir aquella que, en verdad, fuera la mejor opción para México.
Lamentablemente no hay evidencia de que esa esté siendo nuestra manera de proceder. Por el contrario, seguimos sumando al ambiente de división y encono que se ha extendido en el país, incapaces de darnos cuenta de que no es así como se construye un mejor lugar para vivir.
La virulencia con la que se ataca al que piensa distinto no sólo no ayuda a que el ofendido cambie de opinión, sino que lo vuelve más radical. Estamos generando el efecto contrario al que se supone perseguimos con nuestros actos y no logramos darnos cuenta de ello. Las disonancias se magnifican y al hacerlo perdemos toda posibilidad de crear armonías. Así, reitero, no se cambia un país.
Para colmo de males, la abrumadora irrupción de las redes sociales a nuestras vidas ha potenciado más nuestros vicios en vez de sensibilizarnos para aceptar a los demás, asunto que no es un lujo, sino una necesidad en una nación tan diversa como la nuestra. Las preferencias se van transformando en fanatismos incapaces de tolerar nada que no encaje con sus maneras de concebir el mundo y de actuar en él. No somos capaces de resistir a la tentación de pretender normar la vida de los demás y de ofender a quienes ofrecen resistencia.
En tal escenario sólo se puede desear que, al terminar las campañas, nadie salga lastimado. Ojalá y la gente entendiera que la crítica no significa deslealtad. Mucho bien haría, de hecho, que quienes hoy aspiran a gobernar frecuentemente recibieran el llamado de atención de sus seguidores sólo para ayudar a ubicarlos. Por su bien, por el de todos.
