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México y la guerra comercial

NUESTRO CONCEPTO

La semana pasada se esclareció que la guerra comercial iniciada por el presidente de Estados Unidos es con China. Fiel a su estilo explosivo, Donald Trump había anunciado primero la imposición de aranceles a las importaciones de acero (25 %) y aluminio (10 %) sin precisar países. La noticia, de cualquier manera, fue una bomba que sacudió a los socios norteamericanos de Washington y a los de la Unión Europea. Sin embargo, ha quedado claro que la dedicatoria es para el gigante asiático que desde hace un lustro viene pisando los talones a la superpotencia en el primer puesto de las economías más grandes del mundo.

El mismo día que la Casa Blanca anunció que eximirá a los integrantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y a las naciones europeas de los aranceles al acero y aluminio, informó que aplicará fuertes sanciones a las importaciones provenientes de China por un valor anual de 60,000 millones de dólares, y que en este caso los primeros aranceles sí aplican.

El anuncio de Trump también coincide con el aligeramiento de las exigencias de Estados Unidos para renegociar el TLCAN, lo que implica un cambio de estrategia si tomamos en cuenta el tono duro adoptado por el republicano hasta hace unos días contra sus socios Canadá y México. No obstante, saber que las baterías arancelarias apuntan a Pekín no significa que México vaya salvarse de otras medidas o librarse del impacto que tendrá la guerra comercial en ciernes.

Donald Trump está obsesionado con disminuir el déficit comercial que tiene Estados Unidos con China, quien en las últimas décadas se ha convertido en el taller del mundo. Un alto porcentaje de los bienes de consumo que se comercian dentro de la Unión Americana proceden del Lejano Oriente. Trump quiere revertir esta situación con medidas proteccionistas y ofreciendo incentivos fiscales a los empresarios estadounidenses.

Pero el vecino del norte también tiene un importante déficit comercial con México, principalmente por la industria automotriz. Es de suponer que una vez conseguido lo que Washington buscaba en la renegociación del TLCAN en este rubro, esto es, modificar las reglas de origen para aumentar el porcentaje de presencia de partes hechas en Estados Unidos en los vehículos que ahí circulan, va a suavizar el discurso. Pero este cambio dentro del acuerdo comercial representa ajustes importantes en la industria automotriz asentada en México, que disminuirá su participación en el mercado de aquél país.

Por otra parte, está por verse el impacto que tendrán las medidas anunciadas por Trump contra China en un momento en el que los gobiernos federal y estatales en México han decidido voltear cada vez más a la potencia asiática en su búsqueda de nuevas inversiones. ¿Cómo serán tomados por Estados Unidos los productos que se fabriquen en México con capital chino con fines de exportación al mercado más grande del mundo? ¿Seguirá siendo atractivo negociar con China en este contexto de guerra comercial?

Y no se debe perder de vista que en su afán de contener el avance económico de Pekín, Donald Trump puede ejercer otros mecanismos de presión hacia Latinoamérica para acotar la presencia china en el continente. ¿Cuál será la postura de México en medio de estas presiones? Quienes aspiran a gobernar este país y están a punto de entrar en campaña deben responder a estas preguntas y entrarle a discutir el tema.

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