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YAMIL DARWICH

En la actualidad se da una lucha interesante entre la comunicación oral y escrita; para el caso, hay consecuencias buenas y malas, y las nuevas generaciones están viviendo ese proceso que, seguramente, les cambia el rumbo del aprendizaje y el conocimiento; consecuentemente, alterará las formas de vida que hasta ahora conocemos.

Con la aparición de las nuevas tecnologías computacionales los más jóvenes están dejando de escribir -comparativamente con lo hecho por los más viejos en su juventud- y eso trae repercuciones.

Empecemos por dimensionar la importancia que tuvo en la antigüedad contar con la comunicación oral: hablar y compartir ideas entre familiares y amigos.

Desde la aparición del homo sapiens -350 mil años, aproximadamente- la comunicación con sonidos guturales y expresiones corporales empezó a sufrir un proceso de perfeccionamiento: primero con la creación de monosílabos que expresaban ideas -pá, má- y luego con la composición de palabras y frases más elaboradas, dando un sentido más claro a lo comunicado. Acepto que pueden parecerle simplezas, pero le pido algo de reflexión para dimensionar su importancia.

Interesantemente, los primeros grande pensadores compartieron sus conocimientos y pensamientos gracias a la tradición oral; de hecho, tenemos dudas de la exactitud de los escritos sobre lo que dijeron, sus vidas y mensaje, asentados por terceros y basados en la tradición oral.

Ellos son la base de la creación de usos y costumbres: la cultura de los pueblos.

Con la escritura -hace unos 10 mil años- aparecieron nuevas ventajas, la más importante fue la permanencia inalterable de lo heredado con lo escrito por los antecesores; ahora esa información nos es útil para discernir entre lo original y lo agregado. La Biblia es un buen ejemplo.

Así, los humanos podemos almacenar conocimiento en libros y bibliotecas, a los que acudimos para obtener información sobre cualquier tema.

La escritura dió un gran impulso al conocimiento, para que ahora, los estudiosos, los puedan tomar y seguir adelante, aprovechando la experiencia acumulada. Ejemplos evidentes están en la ciencia moderna y la tecnología, donde los orientales han aprovechado los avances occidentales para mejorarlos e innovar.

Escribir y leer favorecen el desarrollo de las llamadas redes neuronales, generando mayores capacidades intelectuales, profundizando en la generación de conceptos e imaginar.

Para demostrarlo haga un ejercicio: lea una página descriptiva de cualquier capítulo de una novela y mentalice el efecto; contrario a aquel que simplemente ve la televisión, quien pierde con mucho la oportunidad de pensar, imaginar, idear.

Todos sabemos que leer y escribir es un buen ejercicio para evitar el envejecimiento y perdida de funciones cerebrales.

Los neurofisiólogos dan por cierto que leer aumenta la capacidad de atención en las personas; incrementa la capacidad de comprensión generando mayor conocimiento para tomar mejores decisiones; mejora la agudeza lingüística dando mayores posibilidades para comunicar ideas y/o comprenderlas; enriquece la capacidad de pensar; favorece el liderazgo, aportando ventajas ante analfabetas funcionales y ejercita las redes neuronales para imaginar, comprender, analizar, reflexionar, decidir y acertar. Además, leer, favorece a la memoria para guardar palabras e imágenes -fotografías, planos, etc.-

Actualmente la función de observar está desplazando a la de leer.

Los jóvenes no leen novelas, ven historias por televisión; no imaginan, reciben imágenes digeridas en sus pantallas; escriben poco, aprovechando las funciones de "cortar y pegar" y platican poco, hasta limitar el lenguaje, disminuyendo la multiplicidad de pensamientos creados por la mente.

Desde luego que saben más y acceden a más conocimiento, pero renuncian al proceso de imaginar, al menos en la forma tradicional, como funciona nuestro cerebro y sus relevos de percepción y memoria.

Otra consecuencia es el manejo limitado del lenguaje, al extremo de utilizar solamente algunos cientos de palabras. Haga la prueba con un muchacho y pregúntele significados de aquellas que Usted utiliza desde antaño.

Otro efecto negativo es la mala escritura y no le menciono la construcción gramatical y la ortografía utilizada.

El proceso es simple: si escribo y leo poco o casi nada, pierdo habilidades psicomotrices para escribir, imaginar, idear y elegir. La excepción somos los médicos que nos identifican por nuestros garabatos; hay una razón escolar/universitaria: la necesidad de ver, escribir, escuchar y comprender a la vez.

Otra consecuencia es el choque generacional producido al dificultar los procesos de comunicación entre viejos y jóvenes, además de generar superficialidad en el pensamiento, deseos, identificación y diferenciación entre bueno y malo. ¿A quiénes les conviene?

Desde luego que no pienso sea adecuado renunciar a los beneficios de la tecnología; por el contrario, habremos de aprender los más viejos que estamos en desventaja. Solamente quiero insistirle en promover la lectura para Usted y los suyos, porque leer nos hace más humanos, inteligentes, sensibles y nos regala la gran oportunidad de pensar e imaginar al renunciar a los mensajes digeridos con imágenes que limitan nuestras potencialidades.

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