Es una temporada totalmente atípica en cuanto a clima electoral. Por primera vez en la historia moderna los municipios de Coahuila enfrentarán comicios federales para renovar la Cámara de Diputados, el Senado y la Presidencia de la República, aparejados con la elección de las alcaldías. Esta situación ya es de suyo novedosa, pero hay que agregar que además de las inéditas elecciones donde se vota para presidente de México, senadores, diputados federales y ediles, también se estrenará la posibilidad de reelección. Toda una novedad.
Bajo esa circunstancia Torreón además vivirá una condición que no sucedía desde hace 50 años. En gobierno de Coahuila es encabezado por un torreonense del PRI en tanto la presidencia municipal con intenciones reeleccionistas, está en manos de un viejo conocido de la ciudadanía de la región, el panista Jorge Zermeño Infante.
Así pues bajo este ambiente, es casi imposible que cualquier tema de agenda pública escape de tomar un cariz político, debido a la efervescencia de la época.
Bajo esa aclaración, vale la pena hablar de la decisión de Zermeño de revivir la academia de policía municipal que él instaló hace 20 años cuando presidió por primera vez en el municipio de Torreón en las instalaciones de la Unidad Deportiva de Torreón, sito en bulevar Revolución entre Paseo de la Rosita y calzada Saltillo 400, es por ello que vale recordar que dos décadas atrás, Jorge Zermeño Infante se erigió como el primer alcalde surgido de la oposición en Torreón.
Igualmente hay que señalar que al terminar su mandato y con el devenir de los años don Jorge construyó un prestigio de ser un político honesto. Nadie le puede achacar que haya cambiado el estilo de vida que había llevado los años anteriores a ser alcalde y así continuó su carrera pública. Luego de presidente municipal fue senador del 2000 al 2006 para de ahí brincar a la diputación federal y presidir el Congreso de la Unión continuando con su sobrio tren de gastos evidente hasta ahora, quizá salvo esa frívola aparición en la revista de sociedad Hola posando en como embajador de México en España donde él se desempeñó como tal.
Todos estos antecedentes vienen al caso para contextualizar la idea de sacar de las oficinas centrales de la Dirección de Seguridad Pública Municipal instalado a un costado del periférico la dichosa academia y regresarla al centro deportivo de mayor calado en toda la Comarca Lagunera.
Esta acción ya se vislumbraba desde antes que Zermeño asumiera el mando de la ciudad. Empecinado quizá en la nostalgia, ha instruido para que la instrucción policial regrese a la instalación que él inauguró en la década de los noventas del siglo pasado.
Lo que parece no entender el flamante presidente municipal es que el mundo, el país y Torreón es otro de cuando por primera vez ocupó el puesto que hoy tiene.
Hace 20 años quizá bastaba una instrucción que basada en el acondicionamiento físico, la defensa personal y una introducción en los reglamentos administrativos y penales de aquella época.
Hoy Zermeño parece no tener claro que los policías ahora pueden enfrentar riesgos mortales como los que representa la delincuencia organizada, que hoy el sistema judicial todo es mucho más complejo y que una desaseada actuación de una policía municipal puede facilitar que el más cruel y cobarde de los asesinos eluda la cárcel.
Quizá las oficinas de la DSPM no son ya el lugar adecuado, aun y cuando sí tengan casi todos los requisitos que exige el Sistema Nacional de Seguridad Pública, que obliga a todos los elementos de seguridad de los tres órdenes de gobierno a aprobar puntualmente los controles de confianza impuestos por la ley.
Difícil que el presidente Zermeño rectifique, pero él además del prestigio que goza de probo es evidente que es inteligente ya ahora por el paso de tanto año en la política, experimentado. Habrá que ver si sostiene su intención o busca luego de su inminente reelección un mejor lugar incluso con el apoyo del gobierno del estado. Ojalá así sea y la prudencia le evite continuar con esta polémica.
