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Crónica Lerdense

María Josefa Espinoza y la Capilla del Sr. San José

Sra. Josefa Espinoza de Ponchaux y el ciudadano francés Sr. Francisco Ponchaux, matrimonio católico y benefactores del Colegio Josefino y la Capilla del Sr. San José.

Sra. Josefa Espinoza de Ponchaux y el ciudadano francés Sr. Francisco Ponchaux, matrimonio católico y benefactores del Colegio Josefino y la Capilla del Sr. San José.

JOSÉ JESÚS VARGAS GARZA

Primera Parte

La Villa de Lerdo en aquel entonces de la última década del Siglo XIX era un pueblo con todos los adelantos, considerada en esa época la Perla de La Laguna, donde surgieron los comercios, la cultura y las instituciones de enseñanza con métodos avanzados de la educación. En aquel tiempo el jefe del templo católico más importantes en la Región Lagunera era el Señor Cura don Celedonio Valenzuela, que había tomado posesión como párroco el primero de diciembre de 1883, siendo el precursor durante su actividad eclesiástica de la casi total terminación de la construcción del templo de San Fernando Rey, (hoy Corazón de Jesús). A este legendario padre le tocó constituir la primera sociedad católica denominada: "Junta de San Vicente de Paul", que todavía en la actualidad existe en Cd. Lerdo, Dgo., domiciliada por la calle Aldama entre Aquiles Serdán y Belisario Domínguez.

En las postrimerías del Siglo XX todavía se apreciaba una bendita paz, sus habitantes espiritualmente religiosas por excelencia de Ciudad Lerdo y su zona rural practicaban devotamente la religión católica, una de las organizaciones más antiguas del mundo y reconocían a la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús como la reina de las iglesias de aquel tiempo, por su sobria y esplendorosa construcción, con su porticado barroco y torre gótica apuntando hacia el cielo. Aparte de que sus habitantes mostraban su gran estilo de trabajo y dedicación a las buenas costumbres. Es así como los fieles católicos verdaderamente cumplían con los preceptos de la vida. Familias enteras de los hacendados, comerciantes, profesionistas y la gente necesitada y pobre en general, apoyaban con las cooperaciones para las obras católicas y bienhechoras. Una de las obras fue la terminación del templo del Sagrado Corazón de Jesús, el cual contaba únicamente con una de las torres, precisamente la de la izquierda.

Y como muestra de aquella actividad espiritual, dirigida en forma acertada y humilde por el Sr. Cura don Victoriano González, sacerdote que con gran paciencia dictaba los sermones desde el púlpito de la iglesia, hablaba de la paz y de la fraternidad, sacerdote que duro poco tiempo, pero que fue muy recordado, entregando la estafeta al señor Cura don Miguel Díaz, el 10 de junio de 1901. En ese contexto una Señorita de nombre María Josefa Espinoza Flores, nacida el 13 de marzo de 1863, y bautizada con el nombre María Josefa en la Parroquia de Santiago Apóstol de Mapimí, Dgo., hija de Higinio Espinoza y Máxima Flores, familia católica y respetable originaria de San Pedro del Gallo, Dgo. Don Higinio su padre era empleado y administrador de la antigua hacienda de Durí, que precisamente se encuentra en el municipio de San Pedro del Gallo, Dgo. Muy joven María Josefa, la familia consideró que la señorita continuara con su formación educativa como era la costumbre, por eso se trasladó a la otrora Villa Lerdo.

Con esa formación cristiana que le brindaron sus padres a María Josefa, desde niña contaba una gran inteligencia y tenía el espíritu para ayudar a sus hermanos de religión. Con esa tendencia muy pronto participó en las actividades sociales y religiosas, tomando parte e integrarse como miembro de la asociación católica "San Vicente de Paul", cuyos objetivos eran la formación moral y el apostolado para las buenas causas. Y así fue como en 1889 tuvo el cargo de Administradora de esa asociación y la mesa directiva la conformaban damas pertenecientes a las familias más reconocidas de la que fuera la otrora Villa Lerdo y después Ciudad: siendo la Presidenta, la señora Lucrecia Fierro; Tesorera, Señorita Trinidad Jamesson; Secretaria, Srita. Blanca Moreto; vocales: Srita. Ema Moreto; Isaura Reyes y Belén Gutiérrez.

Esa institución era considerada como de beneficencia, pues las gentiles damas organizaban actividades para obtener fondos económicos para atender en aquel entonces al centro hospitalario de Lerdo, como fue el Hospital Zarco, construido a base de cooperaciones y apoyos de la sociedad lerdense, así como para las obras de la terminación de la construcción del Templo de San Fernando Rey (Hoy Sagrado Corazón de Jesús). La Señorita Josefa Espinoza dado a su don de gente y relacionada con la sociedad lerdense, contrae matrimonio con el Sr. Francisco Ponchaux, quien antes de venirse la familia de Josefa a la Villa de Lerdo, éste trabajaba en la finca de los padres de ella, ubicada en la región de San Pedro del Gallo. Este contrayente fue un ex soldado desertor del ejército francés en el año de 1864, quien después de dejar las armas radicó en el mencionado pueblo.

Una vez conformado su matrimonio, los esposos, sobre todo doña Josefa, que conocía muy bien el modo de vivir de los habitantes de la Villa Lerdo, había observado la carencia en ese tiempo de escuelas suficientes para su educación y formación cristiana de la niñez y la juventud lerdense, es así como solicitan a la congregación de las "Hermanas Josefinas" que radicaban en la Ciudad de Lerdo, la atención de estos pequeños. La respuesta es afirmativa de parte de la Superiora General Josefa Pérez, quien vio el entusiasmo de la señora Josefa, enviando algunas hermanas religiosas que a su juicio eran idóneas para esta comisión. Es así como a partir de 1894 según datos en el archivo del colegio josefino conservan, indican que inician labores en una casa rentada la cual acondicionaron para que funcionara como una escuela Primaria, pequeña y sencilla, sin más recursos, sólo con la grandeza de la fe y la confianza de infundir en los niños, la vida de gracia-vida de Dios.

La casa se encontraba en la esquina que formaban las calles del Progreso (hoy Francisco Sarabia) e Hidalgo, frente al gran jardín principal de la ciudad, constituyendo en ese lugar una institución educativa con el nombre original fue "Colegio San José". Iniciándose la impartición de clases en forma provisional. Para mantener el colegio se hicieron con cooperaciones de los vecinos y de algunas actividades, pues aparte de todos los gastos que resultaban, se tenía que pagar la renta de la casa. Después de haber realizado varias obras en bien de la niñez y la comunidad lerdense, el pueblo de Lerdo pierde el 13 de agosto de 1910, fecha de gran consternación y un sentimiento de dolor por el fallecimiento a una buena mujer cristiana y menesterosa con los pobres, características importantes que en vida llevó la Señora Josefa Espinoza de Ponchaux, que desde niña tenía un gran espíritu para ayudar a sus hermanos de religión. Con esa tendencia participó en las actividades sociales y religiosas, tomando parte e integrarse como miembro de la asociación católica "San Vicente de Paul", cuyos objetivos eran la formación moral y el apostolado para las buenas causas.

Como una manera de reconocer a su esposa el Sr. Francisco Ponchaux en 1911, en su memoria adquirió una finca ubicada en la calle Ocampo No. 50, frente al hoy Parque Victoria, realizándose algunas obras de reparación del edificio, fue acondicionado para que lo ocupara y se trasladara el Colegio de San José. Así mismo la Congregación de las Hermanas Josefinas como un verdadero reconocimiento al matrimonio Ponchaux Espinoza por tan noble obra, y su apoyo decidido dado a la Madre Josefa Pérez, le asignaron el nombre de Josefa E. de Ponchaux, al entonces Colegio de San José. Institución educativa que hicieron florecer la Superiora General de la organización religiosa, cuyas hermanas con una generosa entrega y amor hicieron subsistir a costa de dificultades, escasez económica y de atención espiritual. Esa finca pasó el 2 de febrero de 1912 a manos de la religiosa Carmen Valdés, contratando para la protocolización de la escritura al notario público José Álvarez, con residencia en la Ciudad de Durango. Continuará.

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Escrito en: crónica lerdense

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