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Nueces 2017

JESÚS SILVA-HERZOG MÁRQUEZ

El 16 de octubre renunció el Procurador General de la República. En su discurso, Raúl Cervantes dijo lo siguiente: "La PGR ha concluido las investigaciones sobre uno de los mayores esquemas de corrupción internacional que en América Latina y en México se hayan visto. El complejo esquema para corromper funcionarios, obtener contratos públicos de manera indebida y luego tratar de esconder el dinero mal habido en paraísos fiscales, puso a prueba nuestra determinación y a nuestras instituciones. (...) En los siguientes días se harán las imputaciones correspondientes ante el poder judicial federal.''

Llegó el 17 de octubre y el 31. Llegó y se fue noviembre. Terminó el 2017. No pasó nada. Es importante recordarlo en el primer día de 2018: a la fecha no se ha presentado ningún cargo relacionado con esa complejísima maquinación corruptora. Ninguno. Con la investigación concluida, la procuraduría mexicana guarda silencio apostando, nuevamente, al olvido. Gobiernos, presidencias, ministerios caen en toda la región. En México no pasa nada.

2017 fue el año de la bestia. La masculinidad enferma estuvo en el centro de la atención mundial, desde que asumió el poder como presidente de los Estados Unidos un hombre que festinaba su abuso sexual. Las mujeres son incapaces de resistir el poder de un famoso, decía entre carcajadas. Unos meses después, el abusador ganaba las elecciones. A lo largo del año hemos escuchado revelaciones de abuso en el mundo de la política y del cine, del periodismo y de la comedia, de las salas de concierto y de los estudios de televisión. Las historias que han salido a flote son antiguas, pero en estos meses se han hecho públicas retratando un abominable código depredador. Hombres de poder que han usado su condición para humillar sexualmente a sus víctimas. El sexo convertido en vehículo del odio y del desprecio. Lo dijo Salma Hayek mejor que nadie al denunciar al monstruo que intentó someterla: "Para él yo no era una artista; ni siquiera era una persona. Era una cosa: una nadie, sólo un cuerpo."

La catarata de las denuncias muestra el poder del ejemplo. El valor de una víctima que se atreve a denunciar es aliento para otras. Que esas historias hayan roto el sello de silencio en Estados Unidos y que hayan tenido consecuencias es muestra de que las cosas pueden cambiar. Que pueden terminar con lo que Rosa Montero llamó normalidades aberrantes. A golpe de denuncias dejaremos de aceptar la supuesta normalidad de lo abyecto.

México espera esos escándalos. ¿Cuántos abusos sexuales siguen escondidos en el Congreso, en los juzgados, en la diplomacia, en el periodismo, en el mundo del espectáculo? No conocer esos testimonios es prueba de que la abyección sigue siendo norma.

No hay opción, dijo el tecnócrata.

No hay restricción, respondió el populista.

No, el tema de hoy no es la economía. No votamos por lo que tenemos (o por lo que carecemos) sino por aquello que creemos ser. La nostalgia de una comunidad que se siente amenazada parece ser el impulso que mueve la política en todo el mundo. "Es la cultura, estúpido," parafraseaba Timothy Garton Ash, el brillante historiador del presente. La lengua, la raza, los recuerdos comunes, la fe mueven la política de nuestros días. Para el antropólogo indio Arjun Appadurai, el fenómeno no es ninguna sorpresa. Hace una década escribía que la nación-Estado "ha sido reducida a la fantasía de que su identidad étnica es el único recurso cultural sobre el que puede ejercer un control absoluto." Impotente para tantas cosas, la política parece ofrecernos solamente la ilusión de una identidad amurallada. La cultura: el consuelo de una política agotada.

"--¡Qué gran monarca! No parece monarca

--¡Qué gran general! No parece militar.

--¡Qué gran sacerdote! No parece eclesiástico.

Mal síntoma cuando los oficios comienzan a elogiarse por la negativa."

El síntoma de apreciar a quien negaba la leyenda de su oficio lo detectaba hace muchos años Alfonso Reyes. Enorgullecerse de una incoherencia. ¿No deberíamos decir lo mismo del espectáculo del día:

--Es un buen político porque no parece político.

--Es de izquierda, pero, ¡qué conservador es!

--Es priista pero ni lo parece.

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Escrito en: Jesús Silva-Herzog

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