Un breve respiro

Vamos a darnos un pequeño respiro, llamémoslo tregua del ocaso de diciembre. No importando el ámbito donde nos desempeñemos, creo que como se dice en el argot de la aviación, llegamos a este término de año maniobrando “por instrumentos”.

Sí, algunos de nosotros nos encontramos en período de precampañas, no podemos desatender nuestras responsabilidades del todo, pero se atravesó la Navidad y faltan escasos días para Año Nuevo. Ello permite reflexionar, aunque sea por instantes, antes de entrar de lleno a un 2018 que supondrá un gran reto.

Si a algo le apuesto es que frente al mar de incertidumbre que va implícito en los cambios de administración en México, el país no se nos salga de las manos en los meses por venir. No es ser pesimista sino realista: a tales sobresaltos nos tiene acostumbrados el sistema presidencialista mexicano.

Es temprano para hacer un balance de lo que ha sido el sexenio, aún no es tiempo, pero anticipo que no será del todo positivo, no sólo en lo que respecta al actual mandatario y su gobierno, sino también a las instituciones que nos rigen y los grupos de poder que intentan normarnos.

Desde hace mucho se respira un ambiente enrarecido, un olor a descomposición progresiva que no es necesariamente culpa de alguien en particular, sino de una colectividad entera. Igualito que en Fuenteovejuna, la responsabilidad de lo que no funciona probablemente la compartamos todos.

El año actual merecería una recapitulación especial pero también, por fortuna, cronistas destacados ya la han hecho a modo de anuario. No sabría como calificar al año que termina, qué adjetivos utilizar para describirlo pero ciertamente tendrían que ver con el caos. Sí, 2017 fue intempestivo y trepidante no sólo en México, sino para el mundo entero. Ignoro si dicha rapidez sea inherente a nuestros tiempos, si siempre fue así o quizá, por la edad que hoy tengo, siento que todo transcurre más de prisa.

Hablo de un respiro necesario y merecido antes de lo que viene. Y es que el proceso electoral de 2018 será la elección más grande de los tiempos modernos, querido lector. Habremos de elegir a un presidente de la República, 128 senadores, 500 diputados federales, nueve gubernaturas incluyendo la jefatura de Gobierno capitalina, 16 alcaldías en la Ciudad de México, 1598 ayuntamientos, 984 diputaciones locales, 67 síndicos en Chihuahua y 24 Juntas Municipales en Campeche.

Ochenta y ocho millones de ciudadanos seremos convocados a las urnas, y sí para muchos de nosotros implica una responsabilidad de carácter ineludible pues, al no sentirnos identificados ni representados por el grupo que actualmente detenta el poder, además del acto de ir a votar nos encontramos trabajando desde nuestras trincheras y ámbitos de competencia, para lograr un verdadero cambio de fondo. Estarán de acuerdo conmigo cuando digo que el actual sistema político mexicano hace tiempo que expiró.

Vale la pena mencionar que además de sus proporciones dado el número de cargos en disputa, también 2018 tendrá una de las elecciones más caras de la historia. El Instituto Nacional Electoral gastará más de 25 mil millones de pesos en organizar los comicios y entregará un monto del orden de los 7 mil millones de pesos a los partidos políticos. Definitivamente algo estamos haciendo mal, cuando en un país con tal nivel de pobreza, aspirar a la democracia nos cuesta tanto.

¿Obtenemos lo justo por nuestro dinero? En palabras de Lorenzo Córdova, las elecciones de 2018 serán las más transparentes. Ver para creer. “Estimo que la transparencia a la que estamos obligados los órganos del Estado no solamente tiene que ver con exponer públicamente, exponer el haz de luz sobre nuestras decisiones y nuestras actuaciones sobre la gestión administrativa, sino también ser transparente significa aclarar, explicar y volver a explicar lo que hacemos”, considera.

Ejercí el derecho al voto por primera vez hacia 2000. En aquél entonces pensaba que pese a sus errores y claros aciertos, la permanencia de un mismo partido político durante más de siete décadas no tenía, por donde se le viera, justificación alguna. Hoy, a la distancia y con mayor experiencia , pienso que el verdadero cambio debe venir desde la ciudadanía.

Por ello, he decidido tomar un pequeño respiro y hacia 2018 involucrarme en serio. Me queda claro que los que hoy están, quedaron a deber o les quedó enorme la responsabilidad. Como lo quieras ver, pero se trata de que los ciudadanos encabecen la verdadera transformación de México.

Muy feliz año. Nos leemos en enero…

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