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Encuestitis aguda

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Las encuestas electorales que se difunden, en su mayoría, tienen el propósito central de servir de propaganda a partidos y candidatos. No intentan informar -aunque en algunos casos reflejen la realidad- sino influir en el ánimo y en la opinión pública en esa búsqueda voraz por obtener el triunfo en las urnas que no repara en los medios ni en el daño que pudieran ocasionar. Se miente impúdicamente y al hacerlo, de paso, se colocan los cimientos del reclamo de fraude en caso de que las votaciones el día de la elección no les resulten favorables.

En teoría, el árbitro electoral debería impedir que se hiciera un mal uso de las encuestas, pero sabemos de las distancias que suelen separar a la teoría de la realidad concreta. Particularmente, en las redes sociales, lo que hay es una bacanal anárquica. Escudándose en el anonimato de supuestos medios alternativos, partidos políticos y candidatos difunden, literalmente, lo que les viene en gana sin importar un ápice si contravienen o no la ley.

El problema es la gente que en verdad llega a creer "lo que dicen" las encuestas. Desprovistos del conocimiento suficiente en torno a la metodología, sienten que están ante una verdad apodíctica que les garantiza el futuro y su definición. Pese a los múltiples ejemplos del carácter falible de esos instrumentos, que una y otra vez fracasan en la predicción de los resultados reales en las urnas, siguen comiéndose el cuento de que: "las encuestas nos favorecen".

Por supuesto no estoy diciendo que todas las encuestas sean diseñadas para engatusar a los incautos; realmente existen ejercicios rigurosos que parten de aceptar su función probabilística, es decir, no predictiva. Las encuestas verdaderamente serias iluminan una posibilidad y no una certeza. La mayoría de esos ejercicios de medición de la intención del voto nunca se publican porque su propósito es dotar de información a los equipos de campaña para que tomen decisiones que les permitan lograr mejores resultados. Pero, insisto, esas no suelen darse a conocer precisamente porque intentan hablar con la verdad.

De momento, a los ciudadanos nos toca ser escépticos: aunque nuestro líder supremo nos asegure que las encuestas lo colocan como virtual e inevitable ganador del próximo proceso electoral, tenemos que comprender que se encuentra en campaña y que tal afirmación es parte de la estrategia para ganar y sólo eso. Un síntoma más de la "encuestitis aguda" que vive el país.

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