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El arrebato

No Hagas Cosas Buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Ayer el senador Luis Fernando Salazar Fernández decidió solicitar licencia para separarse de su escaño e ir en pos de la candidatura del PAN a la presidencia municipal de Torreón para el período 2019-21. Hay que recordar que debido a la reformas en la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos, se mandató a los estados que al menos uno de sus procesos electorales deberían empatarse con comicios federales. En el caso de Coahuila el exgobernador Rubén Moreira decidió a través de su Congreso servil, que fuesen las alcaldías las que entraran en esta disposición por lo que tuvieron que inventar este período de administraciones municipales de un año, que habrán de iniciar el próximo primero de enero, para terminar el 31 de diciembre y dar paso a un período trianual para los nuevos ediles. Hay que señalar que Coahuila abandonó el experimento de períodos de 4 años para ayuntamientos y ha regresado a trienios, con posibilidad de una reelección, producto también de las reformas federales.

Con esas nuevas reglas en el caso particular de Torreón, Jorge Zermeño habrá de iniciar su mandato anual con miras como lo ha declarado en otras ocasiones, a buscar la reelección consecutiva, que había estado proscrita desde la promulgación de la Constitución de 1917. Con estas circunstancias novedosas lo natural sería que los miembros del partido del gobernante en turno, en este caso los panistas torreonenses, diesen por sentado que su candidato debe ser justamente el alcalde emanado de sus filas, en este caso el propio Zermeño.

Resulta que Salazar ha decidido lo contrario, que él va a pelearle la candidatura a su correligionario (que dicho sea de paso fue su patrón y mentor político. Luis Fernando hace algunos ayeres le cargaba el maletín, pero lo suyo es claro no es la gratitud ni la lealtad) poniendo en riesgo para Acción Nacional la propia alcaldía de la ciudad.

Parece que no hay remedio para el PAN. De haber sido por décadas el partido de la gente "decente" hoy sus principales cuadros no son más que pandillas en búsqueda del poder por el poder. Apenas el pasado viernes 24 de noviembre cuando el Tribunal Federal Electoral desechaba la impugnación a la elección que ganó Miguel Riquelme Solís, muchos panistas y ciudadanos convencidos, se rasgaban las vestiduras seguros de que en Coahuila se había cometido fraude, para que apenas 13 días después reciban la noticia de que la nueva presa objetiva uno de los suyos, y curiosamente, el miembro de mayor prestigio entre la ciudadanía lagunera, Jorge Zermeño Infante.

Eso le vale madre a Luis Fernando, este joven senador desde hace tiempo ha perdido templanza alguna y luego de que ha tenido un vertiginoso ascenso en su carrera política que le permitió llegar incluso a la Cámara Alta, sitio anhelado por casi todo aquel que tiene aspiraciones políticas, hoy parece que nada podrá detener su ambición desatada.

Con derecho, hace 5 años Salazar Fernández le ganó la candidatura al Senado al propio Jorge cuando el segundo apenas regresaba de España luego de haber sido embajador de México en la madre patria. En ese entonces Salazar era de los pocos panistas que había confrontado al moreismo y apoyado en la base clientelar que había construido a través de su cargo como delegado federal en Coahuila de la Secretaría de Desarrollo Social, derrotó en los comicios internos al recién desempacado y novel diplomático.

Sin embargo, hoy las condiciones son otras, Zermeño es en la actualidad el máximo referente del panismo coahuilense y eso debería valorarse entre los miembros de ese partido que otrora se distinguía por democrático, lo cual parece no existir más.

Este comportamiento de hoy de Salazar, no es más que lo mismo que está haciendo Ricardo Anaya a nivel nacional y lo mismo que Guillermo Anaya hizo hace poco (y lo volverá a hacer, ya que muy probablemente aparecerá como primero en la fórmula para el Senado el año entrante) quienes han encontrado en el PAN la vía para satisfacer aspiraciones políticas y económicas vía el arrebato a cualquier precio, aun sea que en su propósito sea mejor que gane el PRI a un rival interno suyo.

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