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¿Líder?

FEDERICO REYES HEROLES

Me pregunta con inquietud auténtica, pero, ¿es Meade un líder? La cuestión remueve en mí estratos profundos de discusiones pasadas. Parafraseando a Brecht, pobres de los países que necesitan líderes.

Entre elogios y vituperios, entre incienso y ofensas, el hambre de popularidad extiende un velo sobre esas tercas realidades que terminan imponiéndose. La demasiada pasión obnubila. Para muchos el llamado "destape" es el regreso a las cavernas, me lanza. Sin embargo, respondo, les funcionó: no se dividieron y lo arroparon en conjunto con afán de victoria. Mientras tanto otras casas se desgarran. Los procesos abiertos, en nuestra cultura política, son todavía difíciles, el PRI los sufrió con derrotas. Es una triste realidad. Meade es capaz y con mucha experiencia, admite, pero, ¿podrá atraer el voto popular, el de las masas? Perfila lo que entiende por líder, alguien muy popular que se maneja bien en mítines.

Quizá Meade no sea el rockstar que ella tiene en mente, pero es un profesional adecuado. Lo digo. Se me vienen a la memoria dos casos. Ante el desastre financiero producto de su gestión, López Portillo tuvo que inclinarse por Miguel de la Madrid. Con su frialdad comenzó a reordenar las finanzas públicas. López Portillo prefería a otros más cercanos, pero acertó en la designación. Hoy las finanzas públicas están en orden, pero hay varias áreas que demandan de una mente económica ordenada y clara. El TLC podría naufragar, en cuyo caso nuestro actual confort comercial se sacudiría. Hay opciones, debemos construirlas.

La segunda área muy relevante de largo plazo son las pensiones, cuyos fondos hoy representan ya el 15% del PIB, pero, aun así, por razones poblacionales, necesitan un rediseño profundo. Arrastrar el lápiz es parte del oficio de Meade. El tercer tema central para el bienestar de los mexicanos en el largo plazo es la reconstrucción y universalización del sistema de salud. La ingeniera para rencauzar los más de 40 sistemas actuales es delicada y de muchos números. Hay uno más no muy evidente. La crisis en seguridad se debe en primer lugar al narco, pero detrás está la brutal debilidad de la mayoría de las policías municipales y estatales. Otro problema financiero de fondo, esos cuerpos no tienen -salvo excepciones como la CDMX- un financiamiento sólido. ¿Cuál es la sorpresa?

Lo piensa, le doy cifras, asiente, pero no la convenzo. El carácter popular le preocupa. Le cuento una anécdota. Todos sabemos por qué y cómo llegó Ernesto Zedillo a la presidencia. El catalogado de frío burócrata que competía contra el muy atractivo Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas, ganó la elección en pocas semanas con casi el 49% de los votos. Pero allí no termina la historia, "Paulina", el terrible huracán que ahogó a Acapulco en horas, develó a un Zedillo con un sentido popular muy natural y arraigado, incluso cálido. Zedillo terminó su gestión con un 72% de aprobación y el PRI perdió la elección. La aprobación dice poco. De la Madrid y Zedillo han sido dos presidentes con aportaciones notables en la historia contemporánea de México. Si Meade saca adelante pensiones, sistema universal de salud, comercio, crecimiento y fortalecimiento de los aparatos de seguridad, puede ser un gran presidente. Algo está claro, al futuro presidente le deben cuadrar los números, con todo y ceros.

Pero, y la ruptura con EPN. Las reinvenciones sistemáticas le han salido a México muy caras. Las reformas de Peña son una gran aportación, pero necesitan ser consolidadas. Educación, energía, telecomunicaciones, financiera, laboral, requieren maduración. ¿Por qué romper? Al próximo presidente le tocará una sana revisión de la fórmula de medición del crecimiento del PIB que los especialistas vienen recomendando, lo mismo con la fórmula actual para medir la pobreza. Parte del desánimo nacional proviene de la confusión generada por quienes llevan vociferando que todo empeora, cuando hay muchísimos indicadores que muestran lo contrario. La post-verdad mexicana.

Pero, ¿y la corrupción? Que el candidato no sea una persona forjada por EPN facilita tanto la continuidad como la corrección. La tan criticada respuesta que Meade dio a El País es fallida en la forma, correcta en el fondo. En un estado de derecho las indagaciones y procesos en contra de malversaciones y desviaciones no deben depender de la voluntad de una persona. Eso es lo que nos tiene podridos en la impunidad. De allí la relevancia del Fiscal General y la Subprocuraduría. Al próximo presidente le tocará también financiar adecuadamente al sistema de impartición de justicia.

Yo no sé si Meade sea líder, no sé si quiero un líder. Creo en los liderazgos profesionales y Meade puede ser un gran presidente si enfrenta los retos con seriedad. Cuenta además con un arma poderosísima que en política permite nadar en el lodo: el ejemplo. Eso sí.

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Escrito en: Federico Reyes Heroles

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