La Iglesia de Torreón está de plácemes por la llegada de Don Luis Martín Barraza Beltrán, cuarto obispo de la Diócesis que tiene su cabecera en nuestra ciudad y abarca además, los municipios de San Pedro, Matamoros, Viesca y Francisco I. Madero.
El nuevo Obispo hará su Profesión de Fé y el Juramento de Fidelidad proclamando el Credo Católico en la Catedral de Nuestra Señora del Carmen, el día de hoy, antes de recibir su Ordenación por parte de los Obispos presentes, quienes como sucesores de los apóstoles, impondrán sus manos sobre la cabeza del nuevo Pastor de nuestra Iglesia Diocesana
La biografía de Don Luis Martín tiene todas las características del Sacerdote de Cristo, escogido para el ministerio. La forma en que actúa el llamado para trabajar como pescador de hombres en la barca de la Iglesia, no suele ser del todo explicable, ni siquiera para el protagonista mismo de cada historia de discernimiento vocacional. Este misterio es congruente con las palabras del Salvador dirigidas a sus apóstoles cuando después de conferirles el mandamiento del amor recíproco: "que os améis los unos a los otros…" les dice: "no sois vosotros los que me habéis elegido a mí, soy yo quién os he elegido a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto…" (Juan 15, 12-17).
Lo anterior quiere decir para los creyentes, que el nuevo Obispo es enviado para apacentar las ovejas del Pueblo de Dios por designio de la Providencia. El Papa que lo nombró y los obispos que le impondrán las manos, solo son instrumentos.
Con cincuenta y cuatro años de edad y veintinueve años de sacerdocio, el nuevo Obispo es originario de Santa Rosalía Chihuahua, pequeña población ubicada a cuatro kilómetros de Ciudad Camargo, y desde su ingreso al seminario a muy temprana edad, para ser ordenado Sacerdote en mil novecientos ochenta y ocho, ha permanecido al servicio de sus semejantes por amor a Cristo.
Su trayectoria y credenciales lo presentan como un cura de pueblo que en el lenguaje del Papa Francisco "huele a oveja". También es el estudiante destacado que cursa la licenciatura en filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma, para regresar a su tierra y seguir ejerciendo el ministerio sacerdotal a través de dos vertientes; la pastoral parroquial y su trabajo en el Seminario Diocesano de Chihuahua. En el Seminario de Chihuahua, el nuevo Obispo inició como profesor en el año dos mil, después combinó la docencia con la Dirección Espiritual y finalmente como Rector hasta el momento de ser nombrado Obispo de Torreón, con cuya experiencia, acredita el liderazgo que se requiere para ser pastor de pastores.
El Obispo Luis Martín llega a Torreón a curar las llagas de una comunidad herida profundamente por sus autoridades civiles, y gravemente vulnerada por el crimen organizado.
El Escudo Episcopal que eligió el Cuarto Obispo de Torreón como signo de lo que propone que sea su labor, tiene al centro de su ministerio el Sacramento de la Eucaristía; abraza la pobreza evangélica en el pesebre de Belén; muestra su devoción a la Madre de Jesús al tremolar la imagen de la Virgen María, y su divisa que dice "Todo lo mío es tuyo", revela una profunda espiritualidad que culmina en la Cruz como emblema de entrega total.
Toca al nuevo pastor dirigir a la Iglesia local en un momento en que la humanidad entera y en particular el cristianismo como modo de ser y forma de vida y civilización, enfrentan los ataques de un relativismo agresivo llevado al extremo, que entre otras aberraciones viola el derecho a la vida por medio de la promoción del aborto criminal, y mediante la ideología de género cuestiona la identidad sexual determinada por naturaleza, lo que redunda en un ataque destructivo en contra de la familia consanguínea, como base de la sociedad humana.
Si la misión de los cristianos es la construcción de un anticipo del Reino de Dios en la tierra, a despecho de los poderes del mundo, hay mucho por hacer en nuestra ciudad y región diocesana. La designación de un nuevo Obispo para Torreón constituye un motivo de esperanza, y nos ofrece la oportunidad para una renovación en nuestra vida personal y colectiva, como parte que somos del Pueblo Cristiano.
