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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

Es el que da brillantez a las campiñas

Tal vez por nuestros atavismos y costumbres, en México tenemos un concepto del vino muy diferente al que se tiene por ejemplo en otros países y continentes. Acá hay quien piensa y siente que el vino es una bebida para emborracharse, pero allá en aquellos países, se le considera una bebida casera que mucha gente toma como algo normal y cotidiano.

Tal vez por eso, los grandes personajes de la historia, la literatura y el arte en general, han dado su opinión acerca del vino y del lugar preponderante que ocupa éste en su vida.

A un señor Bernardo Piuma se le atribuye aquella reflexión que es al mismo tiempo un juego de palabras: "El que al mundo vino y no toma vino, ¿a qué vino?", mientras el inefable argentino Jorge Luis Borges hizo una rima acerca del mismo tema: "Vino, enséñame el arte de mi propia historia como si ésta fuera ya ceniza en la memoria". Lindo, ¿verdad?

El filósofo y ensayista español, Don José Ortega y Gasset, consideraba que "el vino da brillantez a las campiñas, exalta los corazones, enciende las pupilas y enseña a los pies la danza", o sea, que para él, el vino era hasta como un maestro de baile. Omar Khayyam, poeta, matemático y astrónomo persa, se iba más al extremo. Decía que "si los amantes del vino y del amor se van al infierno, el paraíso ha de estar vacío…".

Algo parecido es lo que pensaba el francés Alejandro Dumas, que "la comida es la parte material de la alimentación, mientras que el vino es la parte espiritual". El maestro Pitágoras por su parte te daba el sabio consejo de que "si quieres vivir mucho, guarda un poco de vino rancio y un amigo viejo".

Pedro Ruiz, polifacético artista español, se reía considerando el mecanismo liberador del vino, porque según él, "lo bueno del vino es que, durante dos horas, los problemas son de los demás". O sea, que te tomas unos buenos tragos de vino y por un rato se te olvida que no has pagado la renta, que tu suegra se va a venir a pasar unos diítas a tu casa y otras preocupaciones y amarguras".

Frases anónimas sobre el vino también hay muchas que nos dan pie para reflexionar un poco: "Al pan, pan y al vino, vino", o sea, que a cada quien hay que darle lo que le corresponde. "A mala cama, colchón de vino", que expresa con claridad que cuando no puedes conciliar el sueño, recurres al vino y es como le pusieras a la cama un mullido colchón que resuelve tu problema.

No quisiera dejar de citar a Stefan Zweig: "El amor es como el vino: a unos reconforta y a otros destroza"; a Luis Pasteur, que consideraba que "el vino es la más sana e higiénica de las bebidas"; a Benjamín Franklin, "el vino hace la vida más fácil y llevadera, con menos tensiones y más tolerancia", y a Goethe, "Una mujer y un vaso de vino curan todo mal, y el que no bebe y no besa, está peor que muerto".

ESCRÍBALE A JUAN RECAREDO: [email protected].

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Mi perro mascota se llama Terry. Su nombre, ¿debo escribirlo con mayúscula? Marla Martínez.

RESPUESTA:

Cuando se esté refiriendo a él, sí. Es un nombre propio y los nombres propios se escriben con mayúscula.

Me retiro con este pensamiento: Sólo avanzada mi vida me di cuenta de lo fácil que es decir "no lo sé". ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

Por: Juan Recaredo

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