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Disponibilidad de mano de obra: eje de progreso

JULIO FAESLER

Dentro de una serie de estudios sobre la relación de México con los Estados Unidos recopilados por la Universidad de California, hay varios que hay que tomar en cuenta por contener datos y apreciaciones útiles ahora que nos encontramos en la retadora fase de renegociar el TLCAN.

Llama la atención el dato que va decreciendo el número de mexicanos que van Estados Unidos a trabajar o solicitar residencia.

Poco antes del año 2000 más de un millón de mexicanos atravesaron el río para ocuparse en ese país en sus campos y fábricas. Mientras en México la población trabajadora aumentaba en al menos 1 millón al año, pero se creaban sólo 350,000 empleos, los Estados Unidos estaba creando 10,000 empleos diarios hasta llegar en un solo año a 2'5 millones. Hasta hace poco 4% de la fuerza de trabajo en los Estados Unidos se componía de trabajadores indocumentados que, a su vez, eran el 85% de los trabajadores agrícolas. Ciertas actividades, como la agricultura, la construcción y los servicios domésticos, siguen dependiendo de la mano de obra no documentada.

Hoy día el crecimiento de la población norteamericana es más lento que el de los inmigrantes no documentados, por lo que la economía del país seguirá dependiendo de la mano de obra extranjera para responder al mercado laboral. La deportación a que se ha recurrido en últimos años de indocumentados no creó nuevos puestos de trabajo, sino debilitó a las economías locales que han tenido que buscar sustituir tales tareas con trabajadores mejor pagados. Mientras esta situación perdure, lo que menos le conviene a Estados Unidos es cerrar la corriente de trabajadores latinos a sus campos y fábricas.

Las condiciones han cambiado diametralmente desde los años en que se contrataban braceros. La mecanización de los trabajos agrícolas y la creciente robotización en la industria se han desarrollado a ritmos inesperados y las tareas sencillas se rinden ante las especializaciones más tecnificadas. Esto apunta a la selección de trabajadores más calificados, Los emigrantes ilegales mexicanos están siendo sustituidos con trabajadores temporales que ostentan visas H2A y H2B.

Pero la reducción de trabajadores mexicanos buscando ocupación no sólo obedece a la evolución mencionada, sino al decremento en la reserva de mano de obra rural debido a los cambios en el panorama social mexicano que registra la sensible baja en el tamaño de la típica familia mexicana lo que reduce drásticamente la emigración. Hoy, los jóvenes buscan otras ocupaciones en las ciudades y lo que más les importa es adquirir una mejor preparación escolar.

Cualquier mejora en los sistemas educativos en México significa que habrá menor presión en nuestro país para recurrir al éxodo que ha sostenido a las economías rurales durante tantas décadas. La relación entre progreso nacional y educación es claramente estrecha.

La demografía es otro factor, aún más fundamental. Por mucho que hemos desperdiciado el potencial de nuestros recursos humanos, no es cierto que pese a ello contemos con una amplia reserva de población económicamente activa (PEA) de qué echar mano. Las esquelas funerarias desvelan el problemático envejecimiento nacional. De continuar la reducción simultánea de nacimientos y fallecimientos, en pocos años la mano de obra agrícola e industrial escaseará hasta el grado de que falten brazos para producir artículos que participen en los mercados mundiales.

Debemos ir ajustando nuestra actitud hacia el trabajador extranjero. Los Estados Unidos están sufriendo, al igual que Europa, del insuficiente crecimiento demográfico que los obliga a depender de la inmigración para mantener vivas determinadas básicas. México también podría llegar a depender de inmigrantes para tripular los campos y fábricas por haberse "graduado" nuestra población a tareas técnicamente más exigentes o al sector servicios.

Pueden ser movedizas en extremo las circunstancias que determinan las decisiones que los gobiernos tomen para atender las exigencias populares y promover el desarrollo general. Lo que son y continuarán siendo constantes son los elementos que hacen posible producir los artículos agrícolas e industriales que satisfacen las necesidades más elementales del ser humano.

Un mínimo de previsión nos aconseja prepararnos para dar eventual entrada a inmigrantes centroamericanos, asiáticos y africanos para cubrir la previsible necesidad de trabajadores que atiendan los niveles más básicos de nuestra estructura productiva.

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Escrito en: Editorial Julio Faesler

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