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Segunda anulación

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

La resolución del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) dictada el lunes pasado, anula por segundo ocasión la elección de Gobernador de Coahuila que tuvo lugar el pasado cuatro de junio.

Una primera resolución del INE dictada en ese mismo sentido, fue declarada sin efecto el cinco de octubre por una sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE), que dejó de lado los saludables precedentes sentados en los últimos veinte años en materia de fiscalización de gastos de campaña, y ordenó la utilización de nuevos criterios menos exigentes que al ser aplicados por el INE en los términos más laxos determinados por el TRIFE, dieron marcha atrás a la anulación decretada en contra del PRI de los Moreira y de su delfín Miguel Riquelme.

En esta segunda ronda de fiscalización que incluye la consideración de otros gastos no reportados por el candidato del PRI, el INE genera un nuevo dictamen en el que aplicando los criterios de cálculo complacientes establecidos por el TRIFE en su resolución del pasado cinco de octubre, determina de nueva cuenta la violación por rebase del límite de los gastos de campaña por parte de Miguel Riquelme, en una proporción del nueve punto veintiuno por ciento, que resulta superior al rebase ilegal inicialmente detectado.

Esta resolución del INE implica por segunda vez la anulación en términos del artículo cuarenta y uno de la Constitución de la República, que dispone que el exceso de los gastos de campaña en un porcentaje superior al cinco por ciento del límite, ocasiona en automático la anulación de los comicios en los casos en que la diferencia entre los candidatos que ocupen el primer y segundo lugar en las votaciones sea inferior al cinco por ciento de los votos sin embargo, esta segunda decisión anulatoria está sujeta al resultado de una nueva impugnación interpuesta por el PRI ante el TRIFE.

Los escépticos concluyen que si el TRIFE ya salvó de la anulación a Riquelme y al PRI tres semanas atrás, lo hará de nuevo en esta segunda ocasión. Esta forma de resignación desalienta la participación ciudadana, en la medida en que genera la percepción de que es inevitable el triunfo de la fuerza brutal de factores reales de poder infiltrados en la cúpula del Gobierno, que están empeñados en someter las Instituciones del Estado a los intereses facciosos del priísmo.

Muchos otros mexicanos en cambio, entre los que se encuentran los que integran el bloque mayoritario de Consejeros del INE, seguimos teniendo fe en que la lucha en pro del estado de derecho vale la pena y estamos convencidos de que los entuertos pueden corregirse y las cosas mejorar, razón por la cual esperamos que en congruencia con los más recientes criterios sentados por el propio TRIFE, dicho Tribunal resuelva en el sentido de anular de manera definitiva la elección de Coahuila, y se abra la posibilidad de una elección extraordinaria que repare los agravios sufridos por los coahuilenses en los pasados comicios.

Lo anterior es un imperativo de salud pública, porque con independencia de las violaciones en que incurrió el candidato del PRI en cuanto al rebase del tope de los gastos de campaña, en la memoria de los coahuilenses está presente la impresión causada por una elección de estado, que además de gastar a manos llenas el dinero público en la compra de votos y conciencias, vició el proceso de origen mediante una operación sesgada desde el nombramiento de funcionarios de casilla, hasta la violación de paquetes electorales con el auxilio de Fuerza Coahuila, corporación policiaca erigida como ejército particular del Moreirato.

No podemos adivinar si el PRI gobierno terminará avasallando al TRIFE respecto a la anulación de la elección en Coahuila, pero si sabemos que este segundo dictamen del INE es la última oportunidad que tiene el régimen de Enrique Peña Nieto de cara a las elecciones de dos mil dieciocho, para mostrar un mínimo de respeto por las instituciones del país. A la extorsión del priísmo que para mantenerse en el poder agarra a la sociedad mexicana por el cuello y le dice o nosotros o el caos, existe el riesgo de que la sociedad responda: Preferimos el caos.

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