EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Con el PRI regresan el circo y el dedazo

JESÚS CANTÚ

El llamado nuevo PRI heredó exactamente los mismos defectos y prácticas del viejo PRI, pero recargado y aumentado: la corrupción creció ostensiblemente y, ahora, al acercarse la sucesión presidencial, Enrique Peña Nieto ordena a su delegado en el partido, Enrique Ochoa Reza, que organice nuevamente las pasarelas y arme todo un espectáculo, como si la decisión del candidato tricolor fuese colectiva y con la intervención de los militantes y simpatizantes de su partido.

El sábado 14 de octubre la Escuela Nacional de Cuadros del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político (ICADEP) del mismo tricolor, organizó en Mazatlán, Sinaloa, una supuesta sesión de capacitación para los jóvenes priistas, para que según la secretaria general del PRI, Claudia Ruiz Massieu, conozcan la ideología tricolor, pues "No se puede hacer política sin tener una ideología clara, pues ésta es la que imprime sentido social".

Como si el PRI tuviese una ideología congruente a lo largo de su larga historia y, especialmente, con clara orientación social.

Pero más allá de la gran incongruencia del motivo de la reunión, lo cierto es que los jóvenes sí podrán escuchar a los llamados 5 presidenciables: el secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade; al de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; al de Educación Pública, Aurelio Nuño; al de Salud, José Narro; y al de Turismo, Enrique de la Madrid.

Si la lógica fuese que cada uno de los secretarios les hablase de las prioridades de la dependencia a su cargo, los jóvenes lo aprovecharían mucho y no tendría por qué limitarse a los 5, que destapó en su momento el líder del Senado, Emilio Gamboa Patrón; pero de lo que se trata es de empezar a exponerlos ante la opinión pública, sin violar la ley electoral.

Tampoco se trata de que las distintas audiencias ante las que harán sus exposiciones en las siguientes semanas y meses participen en la decisión, de quien es el mejor candidato para ocupar Los Pinos a partir del 1 de diciembre del 2018, simplemente se trata de darles exposición pública. Lo mismo que hicieron todos los presidentes tricolores hasta antes de perder la elección del 2000.

Y vale la pena aclarar que los dos blanquiazules, Vicente Fox y Felipe Calderón, también intentaron imponer a sus candidatos, pero la tradición de su partido los obligó a recurrir a una elección abierta a sus militantes y, en ambos casos, sus candidatos perdieron. En el primer caso, Calderón derrotó a Santiago Creel, quien contaba con el apoyo de Fox, de Marta Sahagún -que durante el sexenio foxista sí tenía peso en las decisiones del partido- y del mismo presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN, Manuel Espino; pero la militancia no dejó lugar a dudas y todos tuvieron que aceptar su postulación.

Una vez que ganó la interna, Fox lo apoyó abierta y descaradamente a tal grado que tuvo que ser reconvenido por las autoridades electorales e, incluso en la declaratoria de validez de la elección presidencial que votó la Sala Superior del Tribunal Electoral de la Federación, se hace referencia a esta franca intromisión, pero se minimizan sus impactos. Fox no tenía opción, pues la debilidad del candidato priista, Roberto Madrazo -que no contaba siquiera con el apoyo unánime de su partido- y su obsesión contra Andrés Manuel López Obrador lo orillaron a impulsarlo; pero Calderón manejó su campaña totalmente al margen de la estructura institucional.

En el segundo caso, a pesar de que su candidato Ernesto Cordero perdió la interna con Josefina Vázquez Mota, Calderón nunca sacó las manos del equipo de campaña de la abanderada blanquiazul y los cruciales errores que se cometieron durante la misma, incluso llevan a muchos a sospechar de un acuerdo del presidente con el abanderado tricolor y actual presidente. A la debacle de Vázquez Mota también contribuyeron los respaldos públicos y manifiestos de Fox a Peña Nieto.

El mismo Fox reconoció hace algunos días que apoyo a Peña, porque éste se había comprometido con los cambios estructurales; y esta semana también se conoció que Meade, a pesar de ser funcionario del gobierno panista, votó por Peña. Así que todo parece indicar que la cargada nuevamente fue a favor de quien pudiese derrotar a AMLO.

No fue el compromiso democrático lo que eliminó el dedazo durante los dos gobiernos blanquiazules, sino la voluntad de la militancia de ese partido. Con el regreso del PRI, la disciplina característica de sus militantes le asegura al presidente que la decisión le pertenece al 100%. Así lo único que se mantiene la tradición tricolor y lo único que varía es el proceso que cada presidente sigue para posicionar al ungido.

No hay ninguna duda que Peña decidirá al candidato tricolor, lo que sí cambia respecto a los anteriores dedazos priistas, es que hoy no le puede asegurar el triunfo, aunque sí su compromiso de hacer su mejor esfuerzo para que así suceda. Y, hasta hoy es una realidad que Los Pinos no son ajenos a las rupturas partidistas (PAN y PRD, principalmente) e, incluso, al impulso de algunos de los aspirantes a candidatos independientes. Al final, tal como ya sucedió en el 2006 y el 2012, segmentos importantes de los simpatizantes priistas y panistas sufragarán, sin importar la coalición que los postuló, por el candidato tricolor o blanquiazul que tenga más probabilidades de derrotar a López Obrador.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: JESÚS CANTÚ

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1389728

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx