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TLCAN y su plétora de interrogantes

JULIO FAESLER

Nuestros últimos comentarios sobre las negociaciones sobre la "modernización" del TLCAN fueron en el sentido de que las declaraciones del presidente Trump de terminar el acuerdo podían tomarse como facetas de una astuta estrategia para ablandar la posición mexicana.

La mejor forma de responder a esta táctica era dejar claro que México está listo para olvidarse del Tratado y para navegar solo, como tantos otros países, en las procelosas aguas del comercio internacional a tenido ahora a las reglas generales que emanan de la Organización Mundial de Comercio.

Parece que esta es la estrategia que nuestros negociadores están siguiendo, con declaraciones de los secretarios de relaciones exteriores y de hacienda, difundidas por todos los medios a disposición del gobierno, en el sentido de que la economía y la industria están preparados para abandonar el TLCAN que, después de todo, ya no es la panacea para todos los males del país.

La propuesta con que el presidente norteamericano adosa su condena al TLCAN es el renovado anuncio de que se dispone a negociar acuerdos individuales con Canadá y México más a la conveniencia de los intereses de Wáshington.

Sin duda que la fórmula de acuerdos bilaterales responde mejor que los acuerdos multilaterales a los propósitos de Estados Unidos. Es evidente que los tratados individuales se prestan mejor a la presión directa sobre el país con que se negocia y por ende a obtener con más facilidad lo que se desea obtener que el emprender la negociación más compleja y prolongada que implica la preparación de un acuerdo con varios países.

La propuesta de bilateralizar el TLCAN revela que el presidente Trump busca primero eliminar el estorboso TLCAN para pasar luego a negociar sus metas individualmente con Canadá y México. La visita del Primer Ministro de Canadá Justin Trudeau coincide precisamente en los momentos en que se ha planteado esta cuestión.

Ante la posibilidad de que el presidente Trump realice su intención de eliminar el TLCAN Canadá seguramente reiterará su oposición a tanto a la bilateralización del TLCAN como a la desaparición del mecanismo de solución de controversias que viene operando. Acceder a ambas propuestas sería para Canadá regresar a la etapa anterior a 1994, la de arreglos solo con Estados Unidos.

El actual clima de confusión internacional presenta, sin embargo, alternativas que Canadá sopesará incluyendo estrechar sus lazos con el Reino Unido que busca solucionar el quebranto de su potencial e imagen. El fenómeno del Brexit ha llevado a que se juegue con el tema de una posible adhesión de ese país al TLCAN.

La globalización ha engendrado una exagerada proliferación de arreglos comerciales regionales e intercontinentales. La lista es larga y abarca mercados comunes en todos los continentes además de los gigantescos arreglos de la ASEAN, el RECIP o el TPP aun vivo. Una de las consecuencias de esta plétora de mercados y zonas de libre mercado es el agotamiento de márgenes arancelarios negociables para nuevos convenios. Este fenómeno significa que en anchas áreas del mundo se ha llegado a una virtual libertad de mercados tal como lo han deseado siempre los ortodoxos del libre comercio. De esto, empero, no puede concluirse que el TLCAN no ofrece ya las ventajas de antes porque los niveles de aranceles ya sean normalmente bajos. Desde hace tiempo veníamos previniendo este fenómeno de agotamiento de márgenes negociables y los rendimientos cada vez menos crecientes en el escenario de las negociaciones de tratados bilaterales o multilaterales.

Las cosas no son en la realidad tan tajadas. La desaparición del TLCAN privaría a México de uno de sus más importantes atractivos, más que el de la baratura de su mano de obra. Nos veríamos en directa competencia con los productores de bajo costo como los de Asia que han forjado desde fines de la II Guerra Mundial sociedades de corte capitalista afinadas al comercio exterior. El fin del TLCAN alteraría el mapa de inversiones internacionales en los confusos momentos actuales. La aparición de China como socio alternativo en lo comercial y como inversionistas marcará un capítulo en nuestra historia económica

La del TLCAN es asunto que el presidente norteamericano debería pensar dos veces.

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