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Marxismo: ¿salvación a través de la revolución?

FRANCISCO JAIME

En días pasados apareció una nota publicada en este diario, en donde se informa que "El Capital" de Karl Max celebra 150 años desde su primera edición en la ciudad de Londres en septiembre de 1867, la cual contó con apenas 30 copias que el padre del socialismo científico repartió entre sus familiares y amigos. Se comenta además, que expertos en marxismo de Estados Unidos, Italia, Brasil, Reino Unido y Alemania analizaron el emblemático libro durante una conferencia de dos días en la prestigiada universidad londinense King→ s College. En esta ocasión, el académico brasileño Marcelo Días, consideró que la teoría económica de Marx sigue vigente.

Reconozco, como D.R. Fusfeld, citado abajo, la dificultad de condensar el imponente esquema del pensamiento marxista sin cometer una injusticia al poder y consistencia de su razonamiento. El hecho mismo de que su argumentación sea larga y compleja, con todas sus partes lógicamente conectadas e integradas, convierte casi cualquier resumen en una falsificación. No obstante, es importante que se entienda, simplemente porque es la base de una de las más poderosas ideologías en el mundo moderno. Por tal motivo, exploraré a continuación solo algunos aspectos que estimo relevantes.

En primer lugar, Marx inicia su análisis con la idea de que las relaciones económicas son la fuerza motriz fundamental en cualquier sociedad. Particularmente bajo el capitalismo, sin embargo, las personas están motivadas primeramente por sus intereses económicos. De acuerdo con Marx, los dos grandes intereses económicos son los del capitalista y el trabajador. Estas dos clases, se encuentran en oposición una de la otra ya que el capitalista puede progresar, solo si el trabajador es explotado. En este sentido, el capitalismo es solamente el último de una serie de organizaciones sociales en donde una clase existe a expensas de la otra. (D.R. Fusfeld. 1982. The age of the economist. Scott, Foresman and Co., p.53).

En segundo lugar, Marx hizo algunas siniestras profecías: consideraba que el capitalismo conduciría inevitablemente al socialismo, ya que el sistema capitalista no podría mantener indefinidamente un crecimiento económico desequilibrado. Pronosticó que la desigualdad sería cada vez mayor y que la conciencia de clases despertaría en los trabajadores oprimidos. Los ciclos económicos serían cada vez más violentos, y al final, una depresión económica catastrófica acabaría con el capitalismo. En el "Manifiesto comunista" publicado en 1948 sentenció: "Que las clases gobernantes tiemblen con la revolución comunista. Los proletarios no tienen nada que perder más que sus cadenas". Pero, a pesar de haber escrito extensamente sobre las fallas del capitalismo, no dejó ningún plan para llegar a la tierra prometida del socialismo. Sus argumentos parecían indicar que el comunismo surgiría en los países industriales más desarrollados, pero fue la Rusia feudal la que adoptó la versión marxista, convirtiéndose tiempo después en un horroroso capítulo de la historia económica (P.A. Samuelson y W.D. Nordhaus 2002. Economía. McGraw Hill, pp. 522-23).

En tercer lugar, desde 1900, hasta los más fanáticos marxistas hubieron de enfrentarse al hecho de que el salario real absoluto estaba aumentando, no disminuyendo, en el mun-do occidental; y después de la Teoría General de Keynes en 1936, el crecimiento ilimitado del ejercito de reserva de desempleados y el empeoramiento continuo del ciclo económico no respondían en absoluto a la realidad: la caída del comunismo en la Unión Soviética y en Europa del Este durante la década de 1980 es, probablemente el cambio más importante que ha ocurrido en el mundo durante los últimos 50 años y, la mayoría de los países que alguna vez tuvo una economía de manera centralizada, ha abandonado ese sistema y está tratando de desarrollar una economía de mercado.

En cuarto lugar, en lo referente a la interpretación económica de la historia, se reconoce ésta, como una de las aportaciones perdurables de Marx al pensamiento occidental, pues sostenía que nuestros valores se basan en intereses económicos. Y a pesar de las imperfecciones de su doctrina, ha sido reconocido como el pensador más influyente del siglo XIX. (H. W. Spiegel. 1971. The Growth of Economic Thought, Duke University Press, pp.475-6).

Finalmente, aun cuando las predicciones marxistas fueron incorrectas, sus argumentos deben hacernos reflexionar. Ningún país puede perdurar si excluye a un grupo sustancial de sus ciudadanos del goce de sus beneficios, como fue el caso de muchos obreros en los tiempos de Marx. Coincido con Fusfeld, citado arriba, en que a pesar de sus fracasos, el análisis marxista fue, en muchos aspectos, una interpretación de las condiciones actuales: proporcionó las bases de la acción política y una ideología alrededor de la cual la disidencia pudo manifestarse.

(Economista)

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