— Walter Riso
Reitero lo que manifesté hace tiempo en este espacio: Donald Trump se comporta como si estuviera en un rally y ni nadie sabe a ciencia cierta cuándo pretende empezar a gobernar. Hace algunos días, en el marco de su muy anticipado primer discurso ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, el presidente norteamericano refrendó la política de "Estados Unidos primero" y replicó la actitud de tiempos de campaña.
Para efectos de su base dura de votantes y la forma en que se dirige a ellos, a Trump le sirve hablar de instituciones viejas y anquilosadas y prometer su refundación. Placearse como el hombre antisistema es precisamente lo que le abrió las puertas de la Casa Blanca, y no hay visos que de pretenda modificar la estrategia de bravucón de la cuadra.
En lo que a la ONU respecta, el mandatario ya la había definido como un "club para que la gente se junte, platique y pase un buen rato", sin embargo, ante el pleno de dicha organización matizó sus palabras y afirmó que si bien había sido fundada bajo premisas muy nobles, hoy no alcanza su verdadero potencial debido a la burocracia y mala administración que la rige. En parte tiene razón.
Pero lo interesante claro está, no fueron las consideraciones de un hombre negado para la diplomacia, sino aquellas frases muy bien dirigidas hacia quienes considera como un peligro para su país y el orbe en su conjunto. No sorprende el fondo de su discurso, sino las formas o ausencia de las mismas.
Hubo para repartir parejo, pero Corea del Norte, Venezuela y ciertas organizaciones terroristas, cobraron especial importancia durante el mensaje que le dirigió al pleno.
Lo frustrante y peligroso es que en el ínter, la retórica incendiaria del presidente escaló las tensiones en vez de atemperarlas. Transcurridas casi dos semanas tras el discurso pronunciado ante la ONU, la respuesta de Pyongyang ha sido igual de dura e implacable.
En un momento particularmente difícil ante la intentona de desarrollo nuclear de Corea del Norte, Trump busca aumentar la presión para que otros países se sumen a la condena internacional y a las sanciones comerciales. Es menester que el Consejo de Seguridad de la ONU eleve los castigos a Norcorea para que regrese a la mesa de negociación, y a la par conseguir un pronunciamiento por parte de los rusos y chinos, cosa que hasta este momento no ha ocurrido.
"Si Estados Unidos se ve obligado a defenderse a sí mismo o a sus aliados, no tendremos otra opción que destruir totalmente a Corea del Norte", dijo el mandatario.
Como respuesta y desde el mismo pleno, el embajador norcoreano manifestó que "en el caso de que se pierdan vidas en Estados Unidos será por su culpa, por culpa de esa misión suicida de Trump".
Entre que son peras o manzanas, Donald Trump y Jim Kung Un se comportan como un par de adolescentes que amenazan con pelearse saliendo del salón de clase. Efectivamente, Corea del Norte representa un peligro para la estabilidad mundial, pero estoy seguro de que también en esta guerra de dimes y diretes existen muchos tintes de reality show y de simulación.
Como dijo John F. Kennedy en referencia a Rusia y a la crisis de los misiles hacia 1962, ambas partes (Estados Unidos y los soviéticos) sabemos que la opción nuclear es una vía que no nos podemos dar el lujo de elegir.
Nos leemos en Twitter y nos vemos por Periscope, sin lugar a dudas: @patoloquasto
