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El frágil sistema político mexicano

FRANCISCO JAIME

El pasado 5 de septiembre apareció un artículo en el diario español El País, firmado por Javier Lafuente, en donde se advierte sobre una posible crisis política en México debido a la elección del fiscal general: "La elección por primera vez en la historia de México de un fiscal general independiente, un cambio crucial en el funcionamiento de las instituciones, ha sacudido la actualidad del país. La corrupción-junto a la violencia- se ha convertido en uno de los problemas centrales de México, una lacra que hace temblar los cimientos de un sistema agónico. Raro es el día que no se conoce un caso nuevo".

Conocemos también en ese artículo, la opinión del académico mexicano José Woldenberg en relación al tema: "El desencanto con las instituciones es cada vez mayor, pero sin ellas no hay democracia". Se nos recuerda que en la reforma política de 2014 se acordó -entre otros temas- que la Procuraduría General de la República (PGR), dependiente del Ejecutivo, se transformaría en Fiscalía General, un órgano autónomo cuyo representante, el fiscal general, permanecería nueve años en el cargo. Al tomar nuevamente la palabra, Woldenberg anota: "No se trataba de cambiar sólo el nombre, sino también el status jurídico e irradiar confianza hacia la ciudadanía, porque quien perseguía los delitos sería una institución independiente".

En relación con este mismo problema, el 6 de septiembre, los medios de comunicación en nuestro país, difundieron la noticia de que académicos, investigadores, activistas, legisladores y dirigentes del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano exigieron al Senado evitar que se consume la imposición de un Fiscal General que garantice impunidad a los funcionarios del gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto.

Si bien es cierto que en materia de democracia se han logrado avances importantes desde 1978 -fecha de la primera reforma política de trascendencia en nuestro país en las últimas décadas- tales como: la legitimación de los partidos políticos de izquierda, el establecimiento de un organismo electoral plural y confiable - el Instituto Nacional Electoral (INE)- , los avances en transparencia, con la creación del Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI), el reconocimiento de los triunfos electorales de los partidos políticos opositores al PRI, entre otros logros importantes; también es cierto que la corrupción y la impunidad están permeando a todo los órganos del Estado y ponen en riesgo, como se establece en párrafos precedentes, al sistema político mexicano. En este escenario, no se descarta el surgimiento de grupos cada vez más numerosos que exijan medidas radicales o de líderes populistas que ofrezcan la solución de todos los problemas.

La democracia en México, y en numerosos países, está hoy severamente cuestionada. Como forma de gobierno, no ha sido capaz de reducir los altos niveles de pobreza, de marginación, de desigualdad, de falta de oportunidades, de ausencia de justicia social. El problema central radica en que a lo largo de la historia, el hombre, ha sido incapaz de diseñar sistemas políticos ideales, dígase justos y eficaces. Ya lo decía W. Churchill hablando de democracia: "La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás".

Si repasamos brevemente, de la mano de Norberto Bobbio, "La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político" (Fondo de Cultura Económica, 1987) descubriremos que ni Platón, Aristóteles, Polibio, Maquiavelo, Bodino, Hobbes, Vico, Montesquieu, Hegel o Marx encontraron el modelo ideal. Por otra parte, Gianfranco Pasquino, en su libro "Sistemas políticos comparados" (Prometeo libros, 2004) al analizar los distintos sistemas políticos contemporáneos desde el Cabinet government , esto es del parlamentarismo inglés hasta el gobierno del Cancillerado alemán; desde la cohabitación en la Quinta República francesa, es decir del semi-presidencialismo francés hasta el gobierno dividido en el sistema presidencial de Estados Unidos; así como también la persistente inestabilidad política y baja eficacia decisional en Italia; tampoco encuentra el modelo ideal, y concluye: "Las instituciones son relevantes tanto para quien gobierna como para quien es gobernado. Reformarlas para mejorarlas es posible sí se manejan adecuados conocimientos comparativos".

Si el sistema político mexicano, plagado de corrupción e ineficacia, no se reforma, como lo ha expuesto Pasquino para otros sistemas en Europa y Norteamérica, ¿Que escenarios se pueden contemplar para un futuro no remoto? : ¿Una dictadura, en sentido negativo-aunque históricamente -como nos recuerda Bobbio- siempre tuvo una connotación positiva; un despotismo ilustrado en sentido positivo; o un populismo a la latinoamericana, amante de la demagogia y el despilfarro? Por supuesto, ninguno de los tres es lo deseable.

(Economista)

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