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Otra vez 19-S, parteaguas en México

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

Nuevamente el pueblo de México rebasó a las autoridades, como el 19 de septiembre de 1985.

Aparecieron entre nubes de polvo de los primeros derrumbes los rescatistas de la sociedad civil, autoconvocados, sin espera, de rostro anónimo, segundos después de la 1:14 de la tarde de este 19 de septiembre, 19-S, desde el primer minuto de espanto, como dijo la elegía de José Emilio Pacheco.

Peatones, albañiles, ciclistas, vecinos, oficinistas, mecánicos, taxistas y estudiantes, entre otros; decenas primero, luego miles de hombres y mujeres. Fueron primeras herramientas sus manos y su cuerpo entero para remover escombros piedra a piedra, trepados en montículos de la devastación. Alguien llegó con cuerdas minutos más tarde, con picos, palas, escaleras, tijeras corta-metal, cubetas, carretillas y hasta carritos de súper, montacargas y buldozer.

En la calle Escocia, entre División del Norte y Gabriel Mancera, Del Valle, la gente rescataba de los escombros de un edificio caído a una mujer embarazada y a otras personas.

Comenzó así la búsqueda de sobrevivientes en las colonias Condesa, Roma, Doctores, Obrera, Narvarte, Del Valle, Nápoles, del sur y otros rumbos de la Ciudad de México tras el terremoto de 7.1 grados en la escala de Richter, con epicentro en la morelense Axochiapan, mientras la acción de la autoridad había sido de simulacro.

Estuvo el gobierno sí, pero muy atrás, casi tres horas tarde, desplegando la instrucción presidencial del Plan Mx que abarcó al gobierno capitalino.

En Morelos, el gobernador Graco Ramírez permaneció 10 minutos en la zona de desastre en el centro de Jojutla -dañado con severidad-, recorrió dos cuadras de la calle Ricardo Sánchez, se tomó la foto con una afectada y se retiró al albergue de La Perseverancia, denunció el Frente Juvenil en Defensa de Tepoztlán. Un día después, pueblos como Miacatlán, Tilzapotla, Tehuixtla y el mismo del epicentro, Axochiapan, no tenían apoyo aún.

La Coordinación Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación declaró emergencia para las 16 delegaciones en la Ciudad de México, 112 municipios en Puebla y 33 en Morelos.

El Colegio Rébsamen, en Coapa, fue el epicentro de la tragedia en Ciudad de México. Eran 32 niños y cinco adultos las víctimas mortales al anochecer del martes 19. Tras horas de complicado rescate, alumnos lograron escalar una pared y salvar la vida. "Fue algo muy duro de ver cómo todo se destruyó", dijo uno.

Horas antes del terremoto, la Misión de Observación de Ayuda Humanitaria -siete organizaciones no gubernamentales- que recorrió el Istmo de Tehuantepec, denunció la respuesta inadecuada e insuficiente de los tres niveles de gobierno ante el desastre por el sismo del 7 de septiembre que impactó a Oaxaca; documentó también el oportunismo de partidos políticos y precandidatos, al tiempo que advirtió que la presencia de empresas en la zona no sustituye la obligación del gobierno de atender a las personas afectadas.

Y es que, además, valiéndose de la tragedia que viven cientos de familias en el Istmo y en Chiapas, el titular de la Autoridad Federal para el Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales (ZEE), Gerardo Gutiérrez Candiani, había amenazado con acelerar el proceso de declaratoria de las ZEE para Salina Cruz y Puerto Chiapas con la finalidad de "reactivar" los puntos afectados. Esta declaratoria tomaría por sorpresa a pueblos y grupos de la sociedad civil que denuncian la actuación del gobierno, quien -dicen- solo tiene en la mira legitimar y permitir la voracidad, el saqueo, la contaminación, la destrucción y los irreversibles daños a la salud y el ambiente, que el modelo extractivo y sus megaproyectos ocasionan.

Por un lado, la acción popular y civil; por otro, la gubernamental.

Todavía se recuerda que en 1985 el gobierno dijo que ya no había gente atrapada ni heridos. Pero la sociedad civil siguió rescatando gente, incluso siete días después, mientras fuerzas federales sacaban a socorristas de zonas afectadas y metían maquinaria en un afán grotesco de decir que la población estaba bien y entraba la reconstrucción. Luego usó la palabra Solidaridad para sus campañas y programas de control social.

Ahora, como en '85, la sociedad civil toma en sus manos el rescate de daminicados y reitera el significado veraz de la solidaridad. Incontable tumulto de instantes en la punta de un alfiler. ¿Cuántos días caben en un día, cuántos milenios?

Y en la tragedia se levanta.

@kardenche

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Escrito en: Yo Río Libre

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