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Retos

Diálogo

YAMIL DARWICH

En medio de terremotos, maremotos y el pasado eclipse, dialoguemos sobre nuestra fragilidad, sabedores de que sobrevivir es reto que históricamente hemos enfrentado, aunque nunca liderados por locos con poder.

A través de los miles de años de nuestra historia, en distintas ocasiones hemos estado a punto de desaparecer de la faz de la tierra.

El hombre de las cavernas debió enfrentar los retos de infecciones, lesiones corporales y hasta luchas contra animales y miembros de otros clanes; entonces, llegar a los 18 años, era toda una proeza. En su emigración a Europa, enfrentó la "Gran Glaciación" que casi lo extermina, debiendo vencer a terribles enemigos: frío, hambre, pestes y luchas contra otros humanos.

Seguimos peligrando; le comparto algunos ejemplos, tomados del "Homo Deus" de Yuval Noah:

Unos 2.8 millones de franceses murieron de hambre entre 1692 y 1694, luego le tocó a otras naciones europeas -Estonia en 1695, Finlandia en 1696 o Escocia 1695- que pagaron con un tercio o hasta la mitad de su población.

No olvide la casi extinción de aborígenes mexicanos por la conquista, cuando guerras y epidemias mermaron a la población. Aún hoy en día seguimos exterminándolos por hambre y enfermedad, acciones deshumanizadas favorecidas por la injusticia social y la corrupción.

Cuente los muertos por las guerras mundiales: de 10 a 31 millones en la primera y 60 a 72 millones de la segunda. No contabilicemos a las regionales, padecidas durante toda nuestra historia.

Sin embargo, en el mundo de la posmodernidad del siglo XXI, el reto de sobrevivir presenta nuevas amenazas, que sorpresivamente tienen que ver con muestra evolución tecnológica y las ansias de poder.

La tecnología ha logrado avanzar a pasos agigantados: el ser humano descubrió el fuego hace 790,000 años alcanzando mejor alimentación y salud, pudiendo generar mejores defensas inmunológicas, alcanzando mayores índices de edad y consecuentemente más experiencia acumulada, promotora del aprendizaje y desarrollo.

Para el 2800 a.C., los babilonios ya habían descubierto los beneficios del jabón y la limpieza corporal, teniendo como consecuencia el incremento en su esperanza de vida.

A principios del siglo XX, en La Laguna, hubo una alta mortalidad por la epidemia de la Influenza Española, casi el 50% de Sampetrinos fallecieron; ahora tienen una sección dedicada al recuerdo en el panteón de la ciudad.

La era de los antibióticos, empezando por las sulfonas y siguiendo con la maravilla de la penicilina y otros medicamentos no antibióticos (cincuentas del siglo anterior) dieron la oportunidad de enfrentar a las infecciones con éxito.

De nuevo más edad y experiencia permitió el desarrollo de mejor ciencia y técnica, que recibió nuevo impulso con la microscopía aplicada a la medicina. El microscopio electrónico -1937- permitió el gran salto del conocimiento sobre la fisiopatología, siendo el preludio del vertiginoso avance de finales del XX.

Se que estoy dejando de mencionar muchísimos pasos del hombre y descubrimientos hacia su evolución, solamente le pido que haga cuentas del acortamiento del tiempo entre ellos, alcanzando insospechados niveles de vida.

Piense el corto tiempo que pasó de la electricidad -1792- a la máquina de vapor -1890- y de ello al ordenador -1937-.

Otra manera de evaluar la evolución sería medir los años transcurridos desde el ferrocarril a la carrera espacial; de la energía petrolera a la renovable sustentable; de la herbolaria a la medicina del presente.

Hoy día la humanidad no desaparecerá por hambre -aún con los altos costos que pagamos en vidas-; difícilmente será por guerras nucleares -somos seres extremadamente avariciosos y egoístas, pero no tontos- aunque no podemos descartar a anormales coreanos y norteamericanos; tampoco por enfermedades, aún con la aparición de las nuevas epidemias con virus mutantes, aparentemente resistentes a todo tratamiento.

Nuestro real peligro está en el ansia de poder que nos lleva a sacar lo peor de nuestra condición humana y nos encamina a acabar con el equilibrio ecológico; ha morir de sed o por radiaciones ultravioleta provocadas por la disminución de nuestras capas atmosféricas protectoras.

El desequilibrio económico mundial hará crecer aún más los extremos entre pobreza y riqueza y eso generará inconformidad, rebeldía y violencia, pero ese tampoco será el fin de la humanidad, ya que en ese caso extremo permanecerán los ricos, más sanos, protegidos y mejor comidos, sueño de los racistas encabezados por el bárbaro posmoderno presidente de los EUA.

Aún así, con tal realidad, no cabe la posibilidad de renunciar al cambio.

Aunque poco podamos hacer en el nivel internacional y nacional, queda el regional, influyendo de abajo hacia arriba, luchando por la reorganización de nuestro sistema político-social, siendo propositivos y proactivos; así podremos sobrevivir y dejar una mejor región para nuestros descendientes.

La solución es simple, pero requiere de lo difícil: consciencia de nuestra realidad y el deseo de trabajar para cambiarla. ¿Acepta colaborar haciendo su parte?

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