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Populismo: demagogia y colapso económico

FRANCISCO JAIME

El populismo, en general, se define en los siguientes términos: "Pueden ser definidas como populistas aquellas fórmulas políticas por las cuales el pueblo, considerado como conjunto social homogéneo y como depositario exclusivo de valores positivos, específicos y permanentes, es fuente principal de inspiración y objeto constante de referencia". Concretamente, en los varios sistemas populistas resaltan siempre un liderazgo de tipo carismático y la formación de una élite de "iluminados", de intérpretes casi sagrados de la voluntad y del espíritu del pueblo (N. Bobbio, N. Mateucci y G. Pasquino. 1983. Diccionario de Política, siglo XXI editores, México, pp. 1247-9).

De acuerdo a los autores arriba citados, en la reflexión actual sobre el fenómeno populista merecen especial atención las propuestas teóricas de Ernesto Laclau, según las cuales el populismo no es, estrictamente hablando, ni un movimiento sociopolítico, ni un tipo particular de organización, ni tampoco un régimen estatal. Es en cambio un fenómeno de orden ideológico que puede estar presente en el interior de movimientos, organizaciones y regímenes de muy distinta base social y en orientaciones políticas muy divergentes. A primera vista en todos los discursos políticos calificados como populistas parece existir un punto en común: la apelación a un referente básico que no es otro que el "pueblo". Existen incluso autores que sostienen que lo propio del populismo radica justamente en la promoción política de la gran figura ideológica del pueblo por encima de las divisiones de clase. Pero no basta con interpelar a los actores sociales en términos del sujeto "pueblo"; para definirse como populista es preciso oponer el pueblo a la ideología dominante, al bloque de poder que sustenta dicha ideología (op. cit. p. 1257).

En términos menos académicos: desde el punto de vista político es una tendencia que busca defender los intereses y aspiraciones del pueblo. El populismo como concepto político, apela directamente al pueblo para alcanzar el poder, es decir, a las clases sociales bajas sin privilegios económicos o políticos. Su discurso se basa en la denuncia constante de las clases privilegiadas, causantes -según su óptica- de todos los males; es por esto, que el líder populista se presenta como el nuevo mesías, el redentor de los oprimidos, de los desamparados, de los pobres.

El populismo tiene dos connotaciones: cuando la noción se utiliza en sentido positivo, se califica este movimiento como una propuesta que busca alcanzar el poder a través de la participación del pueblo y de la inclusión social. En sentido negativo hace referencia a las medidas políticas que no buscan el bienestar de un país, sino que tratan de conseguir la aceptación de los votantes sin importar las consecuencias.

Castigar a las empresas privadas ha sido una práctica común del populismo de izquier-da que ha traído como consecuencia, resultados desastrosos desde el punto de vista económico: se ahuyentan las inversiones productivas, se frena el crecimiento económico, aumenta el desempleo, y se agudiza la pobreza. Por otra parte, el populismo se presta a tipologías confusas y contradictorias. Para Willis citado en Bobbio (p.1257) se remonta inclusive a la revolución inglesa, a los populistas rusos, a los norteamericanos, a los socialrevolucionarios, a Gandhi, al PRI bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas, al APRA peruano, al socialismo africano de Julius Nyerere, entre otros. En Latinoamérica los movimientos populistas incluyen también a líderes como I. Lula de Brasil, Luis Echeverría y José López Portillo de México; Carlos Andrés Pérez, H. Chávez y N. Maduro en Venezuela.; y Alan García, A. Toledo y Ollanta Humala en Perú.

Las casusas que han llevado al colapso económico latinoamericano y especialmente en años recientes a Argentina, Brasil y Venezuela son de todos conocidas: acelerada e incontrolable inflación, excesivo déficit fiscal cubierto con emisión monetaria, regulación de salarios, tipo de cambio, aranceles y control de precios; esto significa, creciente estatismo con evidentes ideas socializantes, corrupción, demagogia, en una palabra: populismo.

En México sabemos que los costos del populismo han sido también muy altos, y lejos de impulsar el desarrollo económico, la justicia social y la libertad individual los ha inhibido. La evidencia empírica nos ha mostrado que el populismo surge por los fracasos económicos de los gobiernos precedentes, por la ampliación de las desigualdades, la corrupción, y la pobreza. A mediados del próximo año los mexicanos elegiremos nuevo presidente. Ante los problemas económicos y sociales actuales, existe el riesgo de que la mayoría opte por una propuesta mesiánica, redentorista, demagógica, en suma: populista.

(Economista)

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