Parecería por el título de esta columna que el tema trataría de algún asunto relacionado con nuestra corrupción mexicana. Tal vez se podría pensar que estas líneas podrían estar dedicadas a cientos de individuos que desde la cosa pública se han enriquecido robando al pueblo, ganándose ser llamados ratas.
No es así. Hace algunas semanas notas periodísticas reportaban la presencia de ratas y ratones en las plazas de Lerdo y también en el camellón de la calzada Colón. Fauna nociva es una manera de llamar eufemísticamente a la presencia de roedores y cucarachas en ciertos sitios, que para el caso son las plazas principales de la ciudad Jardín y la emblemática rúa torreonense.
Hay que decir que en La Laguna en muchas partes emergen de los drenajes las cucarachas, que en la mezcla de calor lagunero, humedad y alimento de las alcantarillas y registros y la ausencia de la luz solar, propician su aparición de esos repugnantes y democráticos bichos, ya que igual pasean por zonas populares o por la colonia Campestre la Rosita, o Los Ángeles o la que usted desee señalar, dando muestra que no distinguen al menos en las calles, niveles económicos.
Lo que no es tan común para los laguneros encontrarse con roedores en la vía pública, por ello debe ser tan alarmante que ahora se dé fe de su presencia de manera tan sencilla, demostrando que su presencia ha aumentado considerablemente.
En el caso de las plazas de Lerdo, la aparición de ratas y ratones en los lugares ya señalados, se atribuyen que últimamente se han instalado en cantidad importante puestos de comidas ambulantes que desafortunadamente dado a nuestra cultura arrojan toda clase de desperdicios a la calle, convirtiéndose en alimento y atracción para la aparición de tan nocivos roedores.
Igual sucede con la Colón, que ha visto renacer en su actividad económica amén de la reactivación del centro de la ciudad, fundamentalmente con la apertura de bares y restaurantes que igual que los humildes ambulantes de Lerdo, aparentemente descuidan el manejo de sus desperdicios y ahora en el camellón en un lugar donde han anidados las ratas.
Parecería que tal vez las quejas ciudadanas son un poco exageradas, pero al menos quien esto escribe, estando detenido manejando un auto tratando de virar hacia la avenida Bravo proveniente de la Prolongación Colón al mirar hacia el tráfico, pudo apreciar desde varios metros cómo ratas cruzan ya de una línea se setos a otra.
Si verlos desde el auto es desagradable, puedo imaginar lo que sentirán las personas que andando a pie por tan bello camellón, ven cruzar cerca de su mismo a una rata de dimensión considerable. Es simplemente asqueroso y eso roba el encanto que el centro de la ciudad ha retomado para algunos sectores de la sociedad y para el florecimiento de una vida que allí no existía desde hace ya varios lustros.
Tan repulsivo es que se hayan masificado la presencia de estos infecciosos mamíferos, que haciendo un símil, quizá el monumento turístico más visitado del mundo la Torre Eiffel en París, que tuvo que restringir el tránsito libre en algunas áreas como su base y algunos prados por la ahora perenne amenaza de ataque terrorista, ahora es un campo donde proliferan de manera masiva las ratas de gran tamaño. Ratas grandes, grises y asquerosas que siquiera se esconden de la luz del sol son fácilmente vistas por los miles de turistas que por obviedad por ahí transitan. La cosa no termina ahí, también en jardines del atrio de la catedral de Notre Dame hay presencia de estos roedores grises de cola larga y pelona. Esto tarde que temprano mellará el atractivo de tan magníficos monumentos, y de una forma u otra afectará la economía parisina.
Nadie quiere comparar La Laguna con París, tampoco debemos compararnos en la higiene nuestra con la de algunos parisinos, cuyo sudor les da un olor tan desagradable. Pero no estamos para vivir entre ratas, aun cuando la capital del turismo mundial no le dé importancia, no nos merecemos eso los laguneros, eso no le debemos copiar nunca a la ciudad luz, es indigno, por decir lo menos.
