EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

El TLCAN de Trump, segundo round: Ciudad de México

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

Comenzó la segunda ronda de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), entre Estados Unidos (EU), México y Canadá el 1 de septiembre en la Ciudad de México; se extenderá al día cinco; la primera fue en Washington del 16 al 20 de agosto y se espera la tercera en algún lugar de Canadá a partir del 23 de septiembre. La cuarta tendrá como sede la capital estadounidense en octubre. Aceleran y planean terminar las siete etapas en diciembre, no en 2019 como apuntaba la estrategia inicial por sucesión de legislaturas y gobiernos en 2018.

La negociación rápida está en su infancia y la mayoría de las posiciones aún no se ha puesto sobre la mesa, pero es obvio que las corporaciones de Canadá y Estados Unidos ya aparecen bien representadas en las conversaciones, mientras la cúpula empresarial mexicana a través del Concejo Estratégico de Negociaciones Internacionales del Concejo Coordinador Empresarial y la Confederación de Cámaras Industriales lucha por colarse al corto y complicado estira y afloja.

Lo común es que la ciudadanía de los tres países permanece excluida. Protestas y exigencias al gobierno se multiplican en México y para la ronda en Canadá se prevén movilizaciones sociales también en aquel país, máxime cuando los negociadores firmaron un Acuerdo de Confidencialidad, opacidad, que impide la publicación de textos, correos electrónicos, propuestas y presentaciones de los equipos participantes por un lapso de cuatro años.

El canciller de México, Luis Videgaray, y el representante comercial de los Estados Unidos, Robert Lighthizer, acordaron el 30 de agosto que ambos países continuarían la negociación en un hotel de Polanco, Ciudad de México, luego que el presidente Trump amenazara, tras la primera ronda, con poner fin a la participación de su país en el TLCAN ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo satisfactorio para EU.

Resulta crucial comprender los alcances y limitaciones de esta renegociación, pues podría servir de nuevo modelo en materia de relaciones comerciales y de inversión de EU hacia la región de América Latina y el Caribe a partir de la Era Trump.

El objetivo de la Administración Trump es encontrar en la renegociación del TLCAN un nuevo acuerdo que beneficie a los intereses de las grandes corporaciones estadounidenses, asegurando cero obstáculo a su inversión, reduciendo su déficit con los países de intercambio, mejorando su posición en el mercado y mitigando los costos.

El gobierno mexicano negocia a la defensiva, en posición de vulnerabilidad y dependencia, sumisión, respecto a Estados Unidos y a sectores determinados de Canadá -como minería-, aunque establece de inicio algunos puntos no negociables, como la inaceptable política de aranceles que restrinja el comercio o la reintroducción de niveles de protección, tarifas o cuotas administrables. Pero también conecta con la profundización de la agenda neoliberal que ha desplegado el gobierno de Enrique Peña Nieto a través del Pacto por México, que engloba reformas que desregulan sectores clave de la economía, como el energético. De hecho, busca 'blindar' la reforma energética incluyéndola en el TLCAN renegociado, ante posible alternancia gubernamental.

Ciudadanos canadienses exigen tres cambios fundamentales en el TLCAN: eliminación del agua como bien o servicio comerciable, reglas de proporcionalidad energética ante lo actual que requiere que Canadá envíe petróleo a Estados Unidos incluso en tiempos de escasez, y solución de controversias inversionista-estado (las ISDS) que permiten a las corporaciones demandar a los gobiernos por leyes o reglamentos que infringen sus beneficios. Es decir, que el capítulo 11 sea desechado.

Organizaciones civiles mexicanas exigen total transparencia de la renegociación, consulta a la ciudadanía, consentimiento de las comunidades a proyectos de inversión, referéndum o plebiscito al resultado, prevalencia de los derechos económicos, sociales y culturales y de los convenios internacionales, capítulos vinculantes de protección de los derechos humanos, laborales y ambientales, exclusión de la energía, el campo, los servicios públicos y los derechos digitales del TLCAN.

Nada es seguro. Todavía puede descarrilar la renegociación y el TLCAN por el mismo Trump o por algún "choque de trenes" imprevisto, en cualquier punto del sinuoso camino. El Acuerdo de Libre Comercio de América, ALCA, es un claro ejemplo.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Yo Río Libre

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1376125

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx