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Cuando la alternancia nos alcance

SALVADOR SÁNCHEZ PÉREZ

Asi 30 años después del reconocimiento de triunfo de Ernesto Rufo Apel como ganador de las elecciones para gobernador en Baja California Norte, en el contexto de la concertacesión entre Carlos Salinas de Gortari y el PAN, sólo quedan cinco entidades de la federación sin conocer la alternancia.

Nadie piensa, a estas alturas de la historia, que la mera alternancia sea señal inequívoca de democracia, hace mucho que hemos dejado de entender a ésta como meros procesos electorales. Sin embargo, no haber experimentado la alternancia en estos 30 años en Coahuila se nota. En algún momento se pensó que la mera alternancia implicaría la democratización de las sociedades, hoy sabemos que no es así, pero ni siquiera haber tenido esta experiencia sí que es una fuerte realidad. La no tan honrosa suerte se comparte con Colima, Estado de México, Campeche e Hidalgo.

Al reconocer Salinas el triunfo de Rufo Apel, en 1989, se desconfiguró el sistema político mexicano tal como funcionaba hasta ese momento. Un poder personalizado, pero institucionalizado, todo dentro de un partido único. Se desconfiguró el modelo, pero ni la inteligencia, ni las voluntades políticas de los actores han dado, hasta ahora, lugar al establecimiento de ningún otro sistema. El actual opera en la pura inercia. De ahí los desajustes grotescos que tenemos que presenciar, gobernadores caciques al extremo, por ejemplo.

La democracia, ahora sabemos, no es ninguna meta a alcanzar, antes bien, en el camino ordinario a recorrer. Con la alternancia se ha provocado, por lo menos, que los gobiernos al buscar ganar la siguiente elección en términos de referéndum aprobatorio de su gestión expandieran el ejercicio generalizado de las libertades entre los ciudadanos al caso.

La democracia no es la solución a todos los males. No se trata de llegar a algún lugar donde todos estemos seguros y los procedimientos impliquen garantía de su cumplimiento. Democracia es un camino a andar, donde por fin podemos confiar en nosotros mismos, pero también donde se puede salir al encuentro del otro y luchar juntos para la resolución de problemáticas comunes.

Los conocidos problemas de falta de servicios básicos, agua potable, alcantarillas, pavimento son evidencias de lo mismo. No se trata de constatar si la autoridad ha cumplido la función para la que fue nombrada, antes bien revela con harto énfasis el otro lado de la moneda. La capacidad del ciudadano ordinario para ejercer las propias libertades, la capacidad para confiar en sí mismo y la capacidad de organizarse con iguales para la resolución de problemas comunes.

Los cacicazgos son efectivos, pero no se corresponden a la dignidad que como personas nos es inherente. La alternancia no es la meta, es apenas el primer paso para transitar el camino hacia una sociedad donde sus miembros ejercen sus libertades cotidianamente. Aquí ni eso, y se nota.

Twitter: salvador_sj

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