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'No tenemos miedo', ¿y odio?

DAVID PÉREZ

A menos de veinticuatro horas de los atentados acontecidos en La Rambla de Barcelona y en Cambrils, se convocó a una concentración de repulsa al terrorismo. Asistieron el presidente del Gobierno de España Mariano Rajoy, el presidente de la Generalidad de Cataluña y la alcaldesa de Barcelona. La plaza se llenó. Un minuto de silencio. Un momento de aplausos. Luego en la plaza estalla el grito en catalán y castellano: "no tenemos miedo".

En las sociedades que consideran la seguridad como una de las necesidades básicas y un negocio importante, causar temor es una estrategia poderosa. Uno de los objetivos principales del terrorismo es inducir miedo y provocar la sensación de vulnerabilidad. No se mata por matar nada más, se mata también para que se note. Dependiendo del tipo de terrorismo, puede ser que no siempre sea necesario matar, pero sí generar efectos de muerte.

Sin embargo, el miedo no es el único objetivo del terrorismo. También se busca producir división, encono, odio, dominación física e ideológica. Se pretende que el otro se convierta en digno de desconfianza. Dichos efectos son duraderos. Como afirma Michael Taussing (Culture of terror: Space of Death, 2004), cuando la cultura del terror se materializa en la muerte, no es necesario producir más muertes para seguir causando sus efectos, basta con que un espacio físico quede asociado a los hechos de terrorismo, y todos sus efectos continuarán en quienes entren en contacto con lo acontecido en ese lugar.

Junto a los que se dieron cita frente al Ayuntamiento de Barcelona, en otros sitios, y en diversas plataformas digitales muchos se sumaron al grito: "no tenemos miedo". Además del contenido explícito de la frase, habrá que preguntarse con qué intención se utiliza dicha expresión. ¿Con afán de revancha? ¿Para mostrar una fuerza superior? ¿Como señal de contra ataqué? Incluso cabe preguntarse, si la frase dicha colectivamente quizá está demostrando el miedo que existe en lo individual.

Este no es un problema exclusivo de quienes vivieron de cerca los más recientes atentados en Cataluña. Involucra a muchos más. En el terrorismo el desafío va más allá de aceptar al otro en cuanto otro. En tal situación, la pregunta es cómo situarse frente al otro que me ha generado un daño. Reclamar justicia sería muy lógico. ¿Justicia de qué tipo y para quién? ¿Hay más posibilidades?

Se hace necesario explorar nuestras reacciones frente a las manifestaciones de los grupos supremacistas en Estados Unidos, revisar cómo reaccionamos al ver un contingente de neonazis marchando por Berlín, cuáles han sido nuestras respuestas al discurso anti-mexicano de Trump, ¿nuestras reacciones son menos violentas que las agresiones que percibimos?

Para el próximo sábado está convocada una nueva concentración. A la organización se le cuestiona sobre la posición que se le asignará al rey de España en una marcha entre catalanes. Después de eventos traumáticos colectivos, puede ser de mucha ayuda terapéutica participar en actos masivos de reivindicación, ver el rostro de los demás, dar un abrazo, caminar juntos, percibir la corporalidad de los otros, que colectivamente nos hace sentirnos reconfortados, más fuertes. Sin embargo, hay preguntas necesarias, ¿para qué reunirse?, ¿qué sigue?, ¿qué mensaje se le quiere mandar al actor violento?

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Escrito en: David Pérez

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