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Trump vs. los republicanos

ANTONIO ROSAS-LANDA MÉNDEZ

El presidente de Estados Unidos es un individuo aislado del mundo real y ahora lo es aún más, luego de que despidió a su jefe de gabinete, Reince Priebus, uno de los pocos miembros de la partidocracia republicana que integraban la administración. El nuevo encargado, John Kelly, es un general respetado, pero con nula experiencia política o legislativa. Se dice que impondrá gran disciplina en las filas de la Casa Blanca, pues por ello es bien conocido.

Pero si el mayor atributo de Kelly es poner orden debería encargarse de domar caballos en un corral, no de encabezar la ejecución de la agenda presidencial. Además de liderar el equipo, Kelly debe ser el enlace con el Legislativo, cabildeando para obtener los votos que logren la aprobación de leyes del interés del presidente. Trump llegó al poder criticando a la partidocracia, incluyendo a los republicanos. Su éxito electoral ocurrió por ser visto como un agente externo a los contubernios cotidianos de Washington, DC. No obstante, como presidente necesita un equipo de operadores que naveguen las aguas de la política para avanzar sus proyectos.

Luego de sólo seis meses de la administración, Trump ha escalado los cambios en su equipo ante el caos interno y la parálisis de la agenda de gobierno -como el fracaso en el Senado para eliminar el programa de salud Obamacare. Además de Priebus, Trump se ha deshecho de al menos seis miembros de primer nivel dentro del gobierno a quienes ha encontrado incómodos para operar. El más prominente fue el director del FBI, James Comey.

Con estos cambios, Trump acelera su distanciamiento del partido que lo llevó al poder y se va quedando cada vez más solo y sin apoyos. El presidente también ha lanzado ataques crudos contra el procurador general, Jeff Sessions, por excluirse de las investigaciones que se realizan por la posible obstrucción de la justicia de Trump y su complicidad con los rusos en influir en la campaña electoral de 2016. La decisión del abogado de la nación facilita que la investigación sea independiente y confiable.

Jeff Sessions fue senador republicano por Alabama por 20 años. Es un hombre del aparato político con vínculos y amistades en Washington. Por ello, las críticas del presidente y las amenazas sobre su posible dimisión han desatado los ánimos de sus excolegas. El senador republicano por Carolina del Sur, Lindsey Graham, prometió presentar una legislación para evitar el despido injustificado de Sessions.

Trump actúa sin respeto a las instituciones o las leyes, quiere gobernar por decreto y a manotazos, como seguramente conduce sus negocios. Alaba a quien sirve a sus propósitos y ataca con infundios a quien se le opone. Con base en esa "filosofía" continúa rodeándose de gente que comparte su corta visión del mundo, personajes que lo llenan de halagos y que no ofrecen visiones alternativas a sus disparates.

El nuevo exdirector duro apenas diez días de comunicaciones de la Casa Blanca, el financiero Anthony Scaramucci, es un gran ejemplo. En las primeras horas en el cargo, en lugar de mejorar el mensaje del gobierno, se metió en problemas en una entrevista, publicada por The New Yorker, en la que lanzó improperios dignos de un cargador en contra de sus colegas de la Casa Blanca.

Trump vive en un castillo de naipes alejado del sentido común, mientras que sus perros leales jalan un trineo con destino a un abismo. Y no repara en buscar peleas completamente innecesarias incluso con quienes lo llevaron al poder. Veremos qué bien resulta ese espíritu de confrontación cuando requiera nuevamente la colaboración de los republicanos.

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