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Torreón, cómo está y hacia dónde va

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CARLOS CASTAÑÓN CUADROS

Dejemos las complacencias a un lado, y sobre todo, la propaganda engañosa que a diario dice que todo está bien. Ustedes ya saben a qué me refiero. Por lo mismo, es mejor una verdad dolorosa, que una mentira repetida mil veces. Si queremos mejorar, es necesario partir de un diagnóstico acertado, pero más todavía, de un compromiso para cambiar las cosas. Uno sin lo otro carece de sentido. Sobre la ciudad, no es necesario ser un especialista ni tampoco experto para ver lo que no funciona. A menudo me sorprende la sabia intuición de las personas en la calle. Sin duda, el común de los ciudadanos está tan alejado del Olimpo de los gobernantes, que por lo general, sus percepciones sobre tal o cual problemática son acertadas. Más vale escucharlas.

Como toda ciudad, Torreón tiene sus problemas, carencias y necesidades. A la vista brotan las disfuncionalidades, el desaseo urbano y la negligencia local reina por todos lados. El centro, otrora ejemplo y digna carta de presentación, es ahora una vergüenza execrable, un claro reflejo de lo que no funciona y fue abandonado para prosperidad de la ruina. Duele reconocerlo, pero el fracaso es compartido entre sociedad y gobierno. Precisamente, recién acabo de leer el extenso y puntual estudio de ONU Habitat, Índice de las Ciudades Prósperas 2016; CPI por su siglas en inglés. Publicado hace unos días, el análisis muestra cómo está Torreón y hacia dónde va. Lo primero que me quedó después de concluir la lectura y mis notas, fue la sensación de lo mal que estamos, y lo peor que podríamos estar de seguir así. Sin duda al repasar las 111 páginas, quedamos lapidados por números, estadísticas y malas políticas. No obstante, lejos de señalar solamente lo malo, el estudio tiene una serie rutas viables para hacer una ciudad próspera. Ojalá el próximo alcalde, Jorge Zermeño, haga del CPI una lectura obligada para su equipo de gobierno.

Repasemos los principales problemas que nos debería ocupar con urgencia. La tendencia de las dos últimas décadas transita hacia un puerto peligroso. La extensión urbana crece siete veces, mientras que la población crece sólo tres. ¿Qué diablos significa eso? Que la cobija no alcanza para todos, y como bien lo acaba de expresar el director del Implan, Eduardo Holguín, eso significa un riesgo de quebranto financiero. Sobre los peligros de la baja densidad, el estudio muestra que "el crecimiento expansivo de la superficie urbana, provoca impactos severos en la sostenibilidad ambiental, en la movilidad urbana y en el crecimiento económico del municipio". ¿En verdad queremos dejar la ciudad a los desarrolladores de fraccionamientos?

De esa manera, la ciudad ha privilegiado el automóvil como centro de las políticas, pero en detrimento de las personas. La política mundial en las ciudades prósperas está limitando, e incluso, sacando de las calles del centro histórico a los automóviles. Como cangrejo, el gobierno municipal de Torreón acaba de aumentar más estacionamientos en la avenida Matamoros. ¿A quién beneficia esa mala política? Casualmente, varios hijos de funcionarios son beneficiaros de una mala decisión pública, pero en beneficio privado. No hay duda. La impunidad empieza en el gobierno. En este caso, la crítica no proviene de la oposición, mucho menos de algún medio de comunicación, sino de un serio análisis sobre la ciudad. Leamos con calma lo que representan esos nuevos estacionamientos según el concienzudo estudio de la ONU: "Una infraestructura de movilidad no incluyente e inequitativa que resulta en un incremento desproporcionado de vehículos, poco respeto al peatón, mayor marginación y sectorización de grupos vulnerables". Para el caso, a los protagonistas de la corrupción sólo les importa sus negocios.

Regresemos a lo general, dado que una cosa lleva a la otra. Así, la afectación pasa también al terreno del ambiente, y en ese campo, todos padecemos los impactos negativos. De acuerdo con el CPI "ambientalmente, el municipio enfrenta problemas derivados del crecimiento urbano acelerado y descontrolado, consumiendo suelo y biodiversidad a favor de usos del suelo urbanos. Igualmente, enfrenta problemas de carencia de agua y de contaminación del suelo y los recursos hídricos por desechos sólidos industriales y urbanos". Súmele a esto, la polución que se ha vuelto casi, una inquietante fotografía de la región.

En el ámbito económico, ya lo sabemos, tenemos empleo, pero mal pagado, y por más que los gobiernos insultan con su propaganda, el CPI evidencia lo que no queremos aceptar: "Falta de definición de la vocación regional que no tiene explícitas sus ventajas competitivas respecto a otras regiones y que por ello atrae poca inversión y sus índices de productividad y competitividad son bajos. Ante la falta de una identidad clara hay gran dispersión de actividades y fuga de talentos jóvenes a otros lugares".

¿Así o más claro? A la ciudad le sobran propagandistas, pero le faltan políticos en todo el sentido de la palabra. No es casualidad que la ciudad quedó reprobada en gobernanza. Pero se acaba el espacio y tengo que decir que no todo es negativo en el estudio. El CPI referido también contiene las alternativas para hacer una ciudad próspera. Se trata de puntos prácticos y factibles para una Nueva Agenda Urbana, sin embargo, de eso hablaremos en otra ocasión.

Nos vemos en Twitter @uncuadros

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