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De Torreón a Temacapulín

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

 T Emacapulín es una comunidad de Los Altos de Jalisco hermanada con la historia antigua y contemporánea de regiones también del norte de México como La Laguna. Su pueblo, indígena a mediados del siglo XVI, enfrentó insumiso a la expansión española en la famosa Guerra del Mixtón, que al perderla abrió paso a la fundación de centros mineros como Zacatecas, Durango y del Bolsón de Mapimí. Hoy, su población campesina, turística y migrante, resiste unida con la potente región agroindustrial alteña a la amenaza de muerte -esa es la palabra- lanzada por su propio gobernador Aristóteles Sandoval el 29 de junio pasado avalado por dos agencias de la ONU: inundar las tierras y cerros de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, desplazar a su población y transformar de manera radical la zona mediante la continuación del proyecto de presa El Zapotillo.

El Zapotillo, que pretende represar el río Verde para llevar agua al vecino municipio de León, Guanajuato, comenzó a promoverse en el año 2005 sin informar ni consultar a las comunidades de Jalisco que serían inundadas; ellas se enteraron por medios de comunicación.

Hace 12 años Temacapulín, Acasico y Palmarejo emprendieron la batalla legal en contra de este megaproyecto de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y de los gobiernos de Jalisco y Guanajuato.

Al principio el plan consistía en levantar una represa de 80 metros, pero sin previo aviso las autoridades aumentaron la altura hasta 105 metros, lo que expone a los tres pueblos a una inundación.

Pero la comunidad de Temaca, como le dicen por cariño -un pueblo mágico por naturaleza, enclavado entre cuatro cerros de Cañadas de Obregón, con aguas termales y una basílica lateranense del siglo XVIII dedicada a la Virgen de los Remedios-, no está dispuesta a morir; antes bien, resiste y toma la amenaza como desafío para cultivar la vida, levantar la bandera de la Revolución del Agua y volver a la raíz, bajo el convencimiento de que otra gestión del agua es posible.

Sabe que la inundación de 4 mil 500 hectáreas de tierra fértil, riqueza ambiental y economía agropecuaria, provocaría la desaparición de las tres comunidades además de estrés de producción y de abasto de alimentos al dejar sin agua a 600 mil agroindustriales de Los Altos de Jalisco que elaboran el 12.4 % nacional de leche de bovino, 48.3 % de huevo, 26.8 % de carne de cerdo, 11.7 % de carne de bovino y 16.4 % de la carne de ave.

La construcción de la presa inició de manera ilegal en 2009 a cargo de la empresa española Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) y de las constructoras mexicanas La Peninsular y Grupo Hermes. El tendido y operación del acueducto de 140 kilómetros que conduciría el agua a León, se adjudicó en septiembre de 2011 a la corporación española Abengoa, actualmente en quiebra financiera.

En todo ese tiempo las comunidades fueron demostrando a través de juicios legales y peritajes especializados la inviabilidad de la presa, desde la afectación social hasta los daños ambientales, históricos, psicosociales e hídricos.

Pero la inconformidad de cuando menos 500 familias parece no hacer eco en las autoridades estatales, quienes con el respaldo de un estudio elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) pretende justificar la obra y la desaparición de las comunidades. Tal fue el anuncio del gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval, el pasado 29 de junio.

Para quienes perderían no sólo su patrimonio sino también la historia de sus pueblos, aseguran que las autoridades antepusieron sus intereses económicos.

Los pobladores de Temacapulín, Acasico y Palmarejo esperan poder revertir lo que consideran la imposición de una obra cuyo tiempo de vida útil no supera los 25 años.

Un fallo a su favor de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tiene detenidas las obras desde hace tres años.

Casi al inicio de su lucha, en junio de 2008, la comunidad de Temacapulín supo que la población de la Región Lagunera está aquejada por la problemática del agua, principalmente por la sobreexplotación de acuíferos y la contaminación con arsénico. Envió entonces un saludo solidario a la primera marcha por el agua que realizó la ciudadanía lagunera el 24 de junio de aquel año bajo el puente del río Nazas.

Ahora se encuentra movilizada ante la nueva amenaza y recibe muestras de apoyo de todo el mundo con el hashtag #TemacaNoEstaSolo.

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