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Con Trump, pierde Peña y gana Putin

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Desde México, los dos encuentros más esperados de la cumbre del G20 en Hamburgo, que reunió a los líderes de las naciones más desarrolladas y emergentes del mundo, fueron el de presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, y el del presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, con su par estadounidense. Y ambos encuentros tuvieron, de cara a la opinión pública, resultados muy distintos.

Los temas abordados en la primera entrevista cara a cara entre Trump y Peña desde que el primero llegó a la Casa Blanca, fueron los previstos: Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), migración, tráfico de drogas y la situación crítica de Venezuela. El muro, según ambos gobiernos, no fue tocado. No obstante, poco antes de la reunión privada, una periodista le preguntó al magnate republicano si aún quería que México pagara el polémico muro fronterizo, a lo que éste respondió con claridad: “absolutamente”. Lo dijo ahí, frente a la prensa y frente a Peña Nieto. Y éste no dijo nada.

Como era de esperarse, el gobierno mexicano intentó minimizar el hecho argumentando que nadie de la delegación, ni el propio presidente, había escuchado la respuesta de Trump. Tal parece que fueron los únicos que no se enteraron. Pero el asunto pasa de ser una mera anécdota cuando se cae en la cuenta de que el mandatario mexicano nunca le ha dicho de frente al presidente de Estados Unidos que por ningún motivo México va a pagar por ese muro. Sólo lo ha declarado a la distancia.

Pero este no fue el único golpe que recibió Peña el fin de semana. El mismo día de la reunión entre ambos líderes, la Casa Blanca difundió un video en el que Donald Trump asegura que su postura frente al TLCAN es de renegociación total del acuerdo. Es decir, mientras que el gobierno de México presumía un avance en la lógica de buscar una modernización del tratado, el mismo gobierno de Estados Unidos difundía un mensaje en una dirección contraria.

En contraste, al presidente de Rusia parece haberle ido bastante mejor con Trump. En primer lugar, la deferencia que éste le hizo a Putin al decir que “era un honor” estar con él, es algo que no se ve todos los días en la política internacional. Pero más allá de esto, lo realmente trascendente está en los acuerdos a los que llegaron los líderes de las dos superpotencias militares.

En primer lugar, Trump acordó con Putin trabajar conjuntamente en aumentar la seguridad en el ciberespacio para evitar injerencias extranjeras en ambas naciones, punto que ha dejado pasmados a no pocos analistas si consideramos las acusaciones que pesan sobre el gobierno ruso por la presunta intromisión en la elección que le dio el triunfo al republicano en Estados Unidos. En pocas palabras, la Casa Blanca le está concediendo al Kremlin una confianza que para muchos en Occidente no merece.

Luego están los acuerdos sobre los dos principales conflictos que han marcado las relaciones de Washington y Moscú en los últimos años. Ambos presidentes han convenido en iniciar cuanto antes una tregua en el sur de Siria, país azotado por una cruenta guerra civil desde 2011. Esto implica darle un respiro al régimen de Bashar Al-Asad, defendido por Rusia, al liberar a Damasco de la presión que se venía ejerciendo sobre ella en los últimos meses. Oxígeno puro para el aliado de Putin.

Respecto a Ucrania, en donde también se libra una guerra de menor intensidad con fuerzas pro-rusas apoyadas por Moscú contra el régimen pro-occidental de Kiev, Putin ha conseguido que el gobierno de Trump abra con él un canal bilateral de comunicación para buscar una solución. Esto implica el reconocimiento de Washington a Rusia como un actor imprescindible para la estabilidad de Europa del Este y, en conjunto con el tema de Siria, un reconocimiento tácito del liderazgo político de Putin en Eurasia. Mejor imposible para el mandatario ruso.

La lección para México es que debe adoptar una postura mucho más firme frente al comportamiento errático y caprichoso del presidente Trump si quiere obtener beneficios de esa relación, y buscar aliados estratégicos e inteligentes en el mundo y dentro de la estructura política estadounidense.

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