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Tragedia por un pirata

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

El fin de semana pasado se suscitó una tragedia en un evento celebrado en un bar subterráneo en la casa-club de Campestre Montebello. En el fragor de la celebración, un menor de edad apodado El Pirata de Culiacán, subió al escenario que era ocupado por la banda musical denominada Banda Matador, -que en ese momento se encontraba en plena acción-, para incitar a los asistentes. Aparentemente, los modos tan peculiares de este personaje enardecieron los ánimos y provocó que el público comenzara a insultar y arrojar proyectiles al escenario -hielos, entre otras cosas- que impactaron también en los músicos que por motivos obvios estaban en el mismo lugar del mentado "Pirata". Las cosas se salieron de control y resultó que los miembros de la banda musical salieron por demás respondones y respondieron la agresión, desatando una gresca.

El saldo fue el homicidio del joven de Francisco Javier López de apenas 21 años de edad, que fue víctima de una herida presuntamente cometida por un músico llamado Gerardo N -que está bajo proceso- con un instrumento punzocortante, aparentemente el pico de una botella de vidrio o un vaso, en medio de una riña generada entre algunos parroquianos y los integrantes de la Banda Matador que amenizaban la ocasión.

Vaya que de suyo la muerte de una persona por un mero asunto de exacerbamiento de los ánimos en un ambiente propicio para ello por el alcohol y demás estimulantes que ahí corrían, es extremadamente lamentable. Un ser humano en plena juventud ve segada su vida por un pleito de copas, pero este hecho en particular tiene detalles que valen la pena comentar.

Primero, los reportes señalan que el pleito sucedió entre las 3:30 y las 5 de la mañana, con lo que de entrada, los organizadores de la juerga estaban violando flagrantemente el reglamento de alcoholes de Torreón, que señala que todos los establecimientos dedicados a la venta de bebidas espirituosas deben estar cerrados a las 2 de la mañana. Aquí entonces surge la primera pregunta: ¿las autoridades de Torreón en materia de alcoholes o son ineptas al no detectar este tipo de violaciones en un sitio tan llamativo como Montebello o de plano se trata de un acto de corrupción al permitir que la velada se extendiera por fuera del horario?

En segundo término, todo mundo tiene derecho a buscar la rentabilidad de sus negocios, pero sin descalificar, cuesta trabajo imaginar que la casa-club de un sitio como el Campestre Montebello sea alquilada para la celebración de eventos de la clase del sábado pasado, donde es evidente que por sus características particulares, la violencia pueda emerger, tal como sucedió. Me parece que los arrendatarios del lugar tienen si no responsabilidad alguna sobre el homicidio, sí de alguna manera sobre la violación del reglamento de alcoholes de la ciudad. Un elemento más para señalar es la presencia del dichoso personaje de El Pirata de Culiacán, producto de la nueva era digital que permite que cualquier individuo pueda alcanzar fama si a través de un video es capaz de suscitar el morbo social, como es el caso. Este muchacho, saltó a la fama porque fue videograbado bebiendo ingentes cantidades de licor de un solo sorbo y los efectos naturales que esto le causó a su cuerpo, una escena que a miles les parece graciosa, a otros les puede parecer lamentable al ver a un menor en esas condiciones. Desde ese video, El Pirata continuó apareciendo en las redes sociales con más imágenes donde retrata una narcocultura aspiracional donde miles son atraídos. Tan es así que el jovencito tiene centenas de miles de seguidores en el Facebook.

El último punto que es producto de esta nueva época, es que Francisco encontró la muerte siendo grabado por un móvil, así la macabra escena donde se desangra y deja de vivir está capturada en video y circula de dispositivo en dispositivo, alimentando el morbo social. Valdría la pena detenerse y pensar en la pena de los padres de joven ultimado y tratar de ponerse en sus zapatos, por lo menos por el respeto al dolor tan terrible para la familia del hoy difunto.

Habrá que ver en qué termina todo este asunto pues. Cuál será el destino del bar que dentro de un club que se supone es exclusivo, viola los reglamentos. En qué termina la vida pública de un sujeto como El Pirata, producto de las nuevas herramientas tecnológicas de hoy, y en última instancia la resolución judicial que reciba Gerardo N por el deceso del joven López, aunque nada le devolverá la vida y ni curará el dolor de sus padres y familiares. Ojalá que por lo menos sirva para que no se repitan historias como éstas, donde personajes como EL Pirata, violaciones al reglamento y la renta de lugares propicios para no respetar la hora de cierre, sean caldo de cultivo para que a la postre alguien muera de forma tan trágica.

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