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Malvaviscos

Diálogo

YAMIL DARWICH

Hace pocas semanas leí un trabajo de Claudia Sotelo Arias, psicóloga graduada de la UNAM, catedrática de diferentes universidades de la Ciudad de México, directora del Centro de Especialización en Estudios Psicológicos de la Infancia (CEEPI), quien se ha especializado en el manejo psicológico de niños.

Describe a los padres "malvavisco", personas entre los 35 a 45 años de edad, con la particularidad de estar maleducando a sus hijos.

Ella los define claramente: "Un padre malvavisco, ya sea la mamá, el papá o ambos, es un padre que es suave como un bombón, dulzón con los hijos, porque no tiene claros los límites. No representa una figura de autoridad para el niño o la niña y se le dificulta poner hábitos o incluso hacer que los hábitos se cumplan".

Es evidente que en este mundo de la posmodernidad, hasta la educación en casa ha sido altamente modificada por las formas de vida de relación.

Esto no es nuevo, inició con Benjamín Spock, - 2 de mayo 1903 - 15 de marzo 1998 - médico pediatra que escribió "El libro del sentido común del cuidado de bebés y niños" publicado en 1946, que sembró ideas revolucionarias en la educación de los hijos, a los que, según sus enseñanzas, no habría que limitarlos en su creatividad y desarrollo, evitar frustrarles, permitirles vivir experiencias y cuidar el lenguaje cuando les demos orientación por mal comportamiento.

Con él y otros especialistas, quedaron atrás muchas de las tradiciones en la crianza de los infantes; algunas llegaron a considerarse como inaceptables por ser traumáticas para el niño (a).

Muy traumáticos son calificados los tradicionales "cintarazos", que bien aplicados en los glúteos infantiles reeducaban para sancionar malos comportamientos. Si usted es mayor, recordará aquellos castigos por travesuras cometidas y seguramente sonreirá y recordara con amor y agradecimiento a sus padres por tal educación para su vida y seguramente no piensa haber sido "traumatizado".

Sume todas aquellas enseñanzas de profesores que verdaderamente vivían su vocación; los castigos - tampoco debe usar esa palabra ante los muchachitos - que nos imponían para que aprendiéramos a portarnos bien.

Lo cierto es que hoy día, los jóvenes padres educadores no están haciendo mejor trabajo con sus hijos y muchos de ellos, hasta mal los educan.

El hecho de que tengan que trabajar -madre - padre- fuera de casa, les genera sentimientos de culpa "por no atenderlos debidamente" y tratan de lavar sus propias consciencias complaciendo a los hijos.

Tristemente, aquel alimento emocional que significó para los ahora adultos mayores ver a sus papás como unos seres a imitar se ha ido perdiendo; los hijos de los dulzones papás malvaviscos no sólo son mal educados por esos padres, además no sienten respeto por ellos; éstos fallan por no educarles y corregirlos oportunamente en la medida de lo sano haciéndoles aprender reglas de comportamiento familiar y social.

El precio no se acaba de pagar en la infancia, continúa en la adolescencia y seguramente seguirá en la vida adulta, con actitudes para o antisociales.

Actualmente encontramos a padres educadores que eligen premiar para estimular el buen desempeño familiar o escolar de sus críos, cosa buena, aunque algunos llegan al extremo de la permisividad o por el contrario aplican el autoritarismo.

La propia psicóloga Sotelo Arias los define:

El autoritario es rígido, no permite que cuestionen sus órdenes y teme manifestar su amor en exceso porque pudiera ser malinterpretado como debilidad. Él genera buenos resultados en la formación, como el orden, la disciplina en la vida diaria y la perseverancia; por el contrario, promueve sensaciones de inseguridad, que se reflejarán al ser mayores, por no estar acostumbrados a tomar decisiones por sí mismos y pueden llegar a desarrollar dependencias emocionales patológicas.

El permisivo no deja enseñanza en cuestiones de límites de comportamiento y genera sensaciones de abandono y pérdida de interés de los padres hacia ellos, aunque lo poco rescatable es la promoción de creatividad e independencia.

Dice el refrán popular que "ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre" y los padres deben encontrar el tiempo para sus hijos, que debe ser en cantidad y calidad.

Vale la pena revisar la administración del tiempo para descansar y divertirse en familia, luchando contra lo denunciado en el libro "La sociedad líquida", concepto promovido de Zygmunt Bauman -1925 - 2017- sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío, que investigó y denunció la superficialidad y el consumismo en que nos hacen vivir en la época actual.

Si bien hay que comprender los porqués de tales fallas de los padres, también ellos deberán conocer los orígenes de sus deficiencias y trabajar en ello; al fin y al cabo será para criar mejores hijos y prepararse una mejor vejez.

¿Usted conoce algunos casos?

Le recomiendo la lectura sobre Bauman.

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