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Inmorales, irresponsables y antipatriotas

Con/sinsentido

MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

En México, todo aquel que asume un cargo en la función pública o que provee al Estado de algún bien o servicio, debería reconocer la pobre credibilidad de la que gozan las instituciones y la urgente necesidad de fortalecerlas; no hacerlo así es inmoral, irresponsable y hasta antipatriótico. Llegar a un cargo público para enriquecerse robando o para fomentar la ineficiencia y la mezquindad en el esfuerzo por servir a los demás, es no querer al país y contribuir con su destrucción.

Me parece lamentable que hayamos normalizado la corrupción; es terrible que aceptemos como habituales las mordidas y los sobornos; pero lo que más indigna, es el desdén -y hasta la burla perversa- con el que algunas autoridades asumen esa situación crítica para México y para sus habitantes, la mayoría de ellos sumidos en la pobreza y la desesperanza.

A finales del siglo pasado y finales de éste, luego de grandes sacrificios y pagando un precio muy elevado -y no sólo me refiero al dinero- los mexicanos habíamos logrado finalmente otorgarnos una institución electoral que, si bien no era perfecta, sí era capaz de dotar de certidumbre amplia a los comicios que estaban bajo su organización y vigilancia. 17 años más tarde, lo que queda del ahora llamado Instituto Nacional Electoral no es más que una mala caricatura de lo que fue el Instituto Federal que encabezara José Woldenberg entre 1997 y 2003. De hecho, para muchos ciudadanos, el INE y sus réplicas en los estados, los OPLES, no son sino otro espacio desde el que se saquean las arcas del país. ¿Y quién es el responsable de esto? Todos aquellos que no toleraron tener un órgano auténticamente ciudadano, porque en vez de servirles a ellos, estaba al servicio del país.

La actuación del Instituto Electoral de Coahuila, no sólo en la jornada de conteo de votos sino a lo largo de todo el proceso electoral, fue patética. Incluso la gente que honestamente se identifica con el PRI, debería estar muy molesta pues el desempeño del IEC les ensució su triunfo -aceptando sin conceder que los Tribunales les otorgarán el triunfo. Pasarán décadas y de manera similar a la famosa "caída del sistema", los coahuilenses recordarán "el día en que el PREP se detuvo".

Lastimosamente, las instituciones electorales no son las únicas que están en desgracia. La realidad es que, salvo muy honrosas excepciones, como el Banco de México o la Auditoría Superior de la Federación, es difícil encontrar un ente público cuyo desempeño sea digno de la credibilidad de los mexicanos. Por eso, es profundamente indignante lo que pretenden hacer las autoridades de la mayoría de los estados del país con el Sistema Nacional Anticorrupción, al que quieren ensuciar incluso antes de su nacimiento. Pero, ¿es que podemos esperar otra cosa de los irresponsables, inmorales y antipatriotas que nos gobiernan?

Abandonar en este momento el activismo, en cualquiera de sus formas, es un lujo que los ciudadanos no podemos darnos; insisto, es en defensa propia.

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