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Vendetta o resarcimiento

No hagas cosas buenas...

ENRIQUE IRAZOQUI

Antier fue detenido en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el señor Rafael de Jesús Herrera Piedra, uno de los hombres fuertes del exgobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera. La captura de este personaje causó ámpula en la sociedad duranguense, particularmente en la capitalina, que pronto difundió la noticia a través de las redes sociales. Con rapidez se propalaron fotografías del señor Herrera Piedra ya en cautiverio. Se trata sin duda del primer gran golpe - hasta ahora mediático, habrá que ver el desarrollo del proceso penal que apenas inicia contra Rafael- del gobierno de José Rosas Aispuro que en campaña había prometido procesar a todos aquellos que hubieran atentando contra el patrimonio de los durangueses.

No hay duda del rol que jugó Herrera Piedra en el sexenio de su primo Jorge. Era vox populi que los más poderosos además del propio gobernador, eran el propio Rafael y el mismísimo hermano del mandatario, Antonio Herrera Caldera. En el mismo contexto del imaginario popular, se decía que lo económico, como la asignación de obra pública pasaba por Antonio, en tanto el manejo político mucho tenía que ver la mano del hoy detenido.

Es bien sabido que el poder hace a veces que los individuos tomen decisiones en ocasiones sin sentido, y tal vez el esquema que el exgobenador decidió para con su primo, es uno de ésos. Siendo Rafael un hombre poderoso, nunca ocupó formalmente un cargo en el gobierno. Su ocupación formal fue en sus negocios de comunicación, que ciertamente vivieron una expansión por razones obvias: la cercanía del poder.

Sin embargo, más allá de que si un día lanzaba un periódico o alguna publicación extra, el día a día del señor Herrera Piedra era el ejercicio pleno del poder. Sus funciones corrían desde la propia administración de toda la comunicación social del gobierno, así como el control de los grupos políticos de la entidad, hasta la toma de decisiones delicadas en torno a la seguridad pública. Era un hombre de la plena confianza del gobernador.

En ese contexto, con el pasar de los días en el sexenio anterior, Rafael era señalado como el artífice de acciones de gobierno que tenían que ver con el establecer que la hegemonía política residía en el gobernador y en nadie más. El encarcelamiento del expresidente municipal de Gómez Palacio, el notario público Octaviano Rendón, o la crítica dirigida y hasta la creación de una comisión en el Congreso de Durango para investigar la fiesta multitudinaria (se habla de hasta tres mil invitados) del exgobernador, senador y padrino del propio Jorge Herrera, Ismael Hernández Deras, fueron ejecutados con el ánimo de dar un manotazo para establecer quién tenía el poder.

En ese mismo tenor, en la lucha franca por la sucesión de la gubernatura, el exgobernador Herrera decidió darle la candidatura al doctor Esteban Villegas, para lo cual tuvo que luchar y dejar en el camino a la senadora Leticia Herrera Ale, quien por disciplina partidaria se tuvo que conformar con la alcaldía de su ciudad. En este episodio intervino nuevamente Herrera Piedra, él seguía órdenes del gobernador, pero eso no le evitaba irse creando enemigos, y muy poderosos por cierto.

Estos sucesos y muchos más, fueron haciendo que la figura del primo del gobernador cobrara mucha notoriedad, y también mucha animadversión en contra; al materializarse la alternancia era claro que Herrera sería uno de los blancos principales, tal como sucedió.

La justicia dirá si Rafael es culpable o no de haber cometido algún delito, él está frente a un juez ya que habrá de determinar su situación, pero hay que dejar claro que con su detención el gobierno de José Rosas Aispuro lejos está de hacer pagar a quienes ultrajaron el patrimonio de los duranguenses.

Como está establecido, Rafael nunca fue funcionario público, él no firmó cheques ni ejecutó transferencias, por lo tanto, alguien más debería estar implicado en los presuntos delitos que hoy se le imputan, tal vez la exsecretaria de finanzas, Cristina Díaz Herrera o el propio Jorge Herrera Caldera.

A esperar entonces y ver si el gobierno de Aispuro realmente perseguirá a los peces gordos o si todo concluye con la captura de Herrera Piedra, lo que orillaría a pensar que más que un espíritu verdadero de buscar resarcir el presunto daño a los duranguenses termina siendo esto más una vendetta política.

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