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Torreón y la democracia del agua

Yo río libre

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

¡Ciudadanos, adelante!

Torreón cumple 110 años de su vida de ciudad con una creciente participación ciudadana, pero con un rezago de varias décadas en su problemática de contaminación del agua.

Hace apenas 14 años, la ciudadanía de Torreón se enteró con pruebas fehacientes, salidas del laboratorio de calidad del agua del Sistema Municipal de Aguas y Saneamiento (Simas), de la peligrosa presencia de arsénico en las 64 bombas que abastecían en aquel tiempo a la ciudad. Eso a fines de 2003.

Y no fue la autoridad la que informó, sino un hallazgo periodístico irrefutable.

Terminaba una época y comenzaba otra. Atrás quedaban los años en que las autoridades ocultaban la información, aun sabiendo -por análisis de calidad del agua- que el arsénico salía hacía tiempo, y la ciudadanía ni se enteraba.

Fue cuando murió el dicho popular que repetían orgullosas las generaciones anteriores a los visitantes: Quien bebe agua de Torreón ya no se va.

En 1957, cuando Torreón cumplió 50 años como ciudad, la Empresa Abastecedora de Aguas y Saneamiento presumía que el agua de la ciudad era una de las más puras de la República mexicana.

La "Guía General de Torreón y de la Comarca Lagunera" publicaba con motivo del cincuentenario lo siguiente en ese año: "Puede decirse sin lugar a dudas que Torreón es una de las ciudades donde se puede tomar directamente el agua de la llave, con absoluta seguridad de que es pura, ya que carece de bacterias, aunque a veces contenga algunos carbonatos, y la Empresa Abastecedora mantiene un químico especialista encargado de verificar análisis químicos y bacteriológicos. De estos últimos se llevan a cabo de quince a veinticinco mensuales y de aquellos, o sea los químicos, uno cada cinco meses. Los bacteriológicos se efectúan en todas las redes que posee la abastecedora, en distintos puntos de la ciudad."

Y remitía sus pruebas: Color, incolora. Aspecto, cristalino. Sabor, insípido. Dureza: 8.1. Nitratos: No tiene. Amoniaco: No tiene. Sólidos solubles: 224.0. Sulfatos: 35.7 partes por millón (ppm). Cloruros: 11.0 ppm. Dureza temporal: 95.0 ppm. Calcio: 38.0 ppm. Alcalinidad: 28 ppm. Magnesio: 9.0 ppm. Dictamen: Agua químicamente pura.

Décadas después, en 2003, las 64 bombas que abastecían a Torreón ya arrojaban arsénico, unas más otras menos. El 30 % de ellas fuera de los estándares de recomendación internacional. Y las autoridades lo ocultaban. Mas la advertencia no tuvo eco.

Si en 2003 había un pozo en peligro de romper la norma de potabilidad, en 2007 -cuando la ciudad cumplía 100 años- la desbordaban 15 y en 2008 ya eran 21, con tendencia a la expansión, según documentos del Simas.

Fue entonces que recrudeció la lucha por la información, transparencia, del agua en La Laguna, no siempre ganada por la ciudadanía y los medios de comunicación, toda vez que sobrevino nuevamente el ocultamiento y una política oficial engañosa y carísima, en algunos casos corrupta.

Ahora, el discurso de los filtros "antiarsénico" ya no aguanta más.

Larga es la historia de lucha por el agua en La Laguna, como hemos visto.

El agua es vida. Sin una democracia del agua, no puede haber una democracia viva, enseña Vandana Shiva.

La globalización socava la democracia hídrica del planeta debido a la sobreexplotación de las aguas subterráneas, a la reconducción y la desviación de los ríos y a la privatización del abastecimiento público, denuncia en su "Manifiesto para una democracia de la tierra".

El agua no es una mercancía, dice la Declaración de Plachimada. "Debemos oponernos a todo intento criminal de mercantilizar, privatizar y "empresarializar" el agua. Sólo así podemos garantizar el derecho fundamental e inalienable al agua de las personas de todo el mundo."

La democracia del agua -como derecho humano fundamental- es una de las facetas de la democracia de la tierra, a profundidad vinculada a la defensa de estructuras auténticamente democráticas y comunitarias.

Está, en el caso de Torreón, vinculada a la recuperación del equilibrio del acuífero principal de La Laguna, a la salud del río Nazas y a la gestión pública del agua, participativa y democrática, transparente en los recursos e información y con rendición de cuentas, donde la opinión ciudadana sea no sólo escuchada sino determinante.

En La Laguna, la lucha por el agua de alta calidad para todos y para siempre -sustento de la democracia y la justicia hídrica-, no privatizada, es simple y sencillamente una lucha por la vida.

@kardenche

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