EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

En defensa de la globalización

FRANCISCO JAIME

Desde el punto de vista económico, ninguna nación es una isla en sí misma. Algunos países han manejado sus economías bien: se han abierto al comercio internacional y a los flujos de capital, se han adaptado a los mercados mundiales y a las nuevas tecnologías, y han crecido y prosperado. Otros países, como el nuestro, se han rezagado, ya sea porque están atrapados en el círculo vicioso de la pobreza, o bien, porque la corrupción, la inseguridad, las guerras y las pesadas regulaciones gubernamentales han apagado las llamas del espíritu emprendedor y arruinado los mejores planes de desarrollo económico y social.

La globalización, puede significar muchas cosas. Sin embargo, la globalización económica tiene un significado preciso: es la integración de las economías nacionales dentro de la economía internacional a través del comercio, inversiones extranjeras directas de empresas y corporaciones multinacionales, flujos de capital de corto plazo, flujos de trabajadores, y flujos de tecnología. La globalización está relacionada con las teorías y políticas neoliberales y ha sido acusada de casi todo: de la pobreza, la discriminación, la explotación, la degradación ambiental, la inflación, el estancamiento económico, el pánico y las crisis financieras, la violación de los derechos humanos, el trabajo infantil, y la exclusión de las mujeres.

En un trabajo de investigación realizado en la Universidad de Cornell por el autor de este artículo, encontramos que las propuestas más radicales contra la globalización, son las de los grupos feministas, los ambientalistas, los impulsores de una democracia cosmopolítica, y los promotores de un orden político supra-nacional. Todos estos enfoques son vagos, simplistas, problemáticos, y en algunos casos muy románticos, irrealizables, casi utópicos. Por lo tanto, examinaremos brevemente, dos planteamientos críticos, en mi opinión, los más coherentes y realistas. Me refiero a los de Stiglitz y Bhagwati.

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, en su libro Globalization and Its Discontents (2002, Norton) critica la fórmula neoliberal debido a las limitaciones para alcanzar un desarrollo económico alto y sostenido a través de la liberalización comercial y financiera, la desregulación, la privatización y la restricción fiscal. En particular, la crítica se centra en la necesidad prioritaria de una reforma institucional y un marco regulatorio adecuado en apoyo a reformas orientadas al mercado. Para Stiglitz, el problema no es con la globalización, sino cómo ha sido manejada (p.214). Parte del mismo, reside en las instituciones económicas internacionales: en el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, y la Organización Mundial del Comercio, quienes establecen las reglas del juego. Se requiere un cambio fundamental en la gobernabilidad de los tres organismos citados que los obligue a ser más responsables con los pobres y con el medio ambiente, así como a garantizar mayor apertura y transparencia en sus funciones. Otras recomendaciones se refieren a una mayor intervención del gobierno para controlar los flujos de capital, mejorar la regulación bancaria, la administración de las instituciones financieras y las redes de protección. Para Stiglitz no se trata sólo de cambiar las estructuras de los organismos internacionales, lo que debe cambiar es la mentalidad alrededor de la globalización (p.247).

Por otra parte Jagdish Bhagwati, en un libro, que da título a este artículo, In Defense of Globalization (2004, Oxford), presenta numerosas evidencias empíricas relacionadas con los beneficios de la globalización, y se enfoca en las áreas donde ha sido severamente criticada, tales como crecimiento y pobreza, mujeres y trabajo infantil, democratización y desigualdad. Muestra que en efecto, las diversas causas sociales que todos abrazamos, esto es, la igualdad de género y la reducción de la pobreza, han avanzado, no retrocedido, con la globalización (p.4). Para Bhagwati, la globalización es buena, pero no lo suficientemente buena (p.32), tiene un rostro humano pero nosotros podemos hacer ese rostro más agradable, y concluye que si nos enfocamos demasiado en los males que ocasiona perdemos la oportunidad de enfocarnos en sus logros (p.265).

Por lo anteriormente expuesto, estoy convencido que la globalización es la alternativa más convincente para enfrentar los problemas del desarrollo contemporáneo, sin embargo puede mejorar, si se implementan algunas reformas. Me basta sólo con adelantar tres de las más relevantes: acelerar el desarrollo social invirtiendo en salud y educación para toda la población, fortalecer las instituciones gubernamentales y democráticas a través de la transparencia y la rendición de cuentas, así como incrementar la intervención gubernamental cuando se observen fallas en los mercados (competencia imperfecta, externalidades negativas, información imperfecta, entre otras).

(Economista)

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: FRANCISCO JAIME

Noticias relacionadas

Siglo Plus

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1345695

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx